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Miércoles, 28 de febrero de 2007
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“YES, I’M A WITCH”

Las reversiones del grito primal

Flaming Lips, Cat Power, Spiritualized y Peaches, entre otros, les dan un nuevo matiz a viejas canciones de Yoko Ono.

Por Roque Casciero
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“Sí, soy una bruja, una perra”, cantaba Ono en 1974.

¡Qué fácil es pegarle a Yoko Ono! Separó a Los Beatles, grabó discos donde sólo se la escucha gemir y gritar, lucra con el catálogo y el buen nombre de su marido muerto... Y encima es oriental y mujer, como para que se hagan un festín los prejuiciosos con el cerebro del tamaño de una aceituna. Pero si esta señora de 74 años no es más que una piedra en el zapato para los fans de John Lennon, y una anomalía artística que nunca produjo algo decente, ¿cómo es que gente como los Flaming Lips, Cat Power, The Apples In Stereo, Spiritualized, Le Tigre, Peaches, DJ Spooky y el productor de Public Enemy decidieron repensar a su modo canciones de Ono para un disco llamado Yes, I’m a Witch? Y eso sin considerar que los B-52’s la citaban como influencia, que antes los Beastie Boys y Sonic Youth habían trabajado con ella y que John Cage fue uno de los primeros en deslumbrarse con los conceptos que iluminaba Yoko.

“Sí, soy una bruja, soy una perra”, cantaba la dama en 1974, en las grabaciones de un disco perdido que recién apareció veintitrés años más tarde bajo el nombre A story. Esa canción, todo un manifiesto en el que la artista japonesa decía que no le importaban las críticas porque su voz era real y hablaba verdades, es la que ahora da nombre al disco de reversiones, en el cual la mayoría de los implicados decidió quedarse con el corazón de la obra musical de la cantante: su voz atonal y las melodías. Y en manos de talentos tan variopintos, a menudo las versiones se erigen por sobre las originales. Porque Yoko, la del grito primal, también intentó “normalizar” su carrera y su música y, generalmente, salió perdiendo cuando se adaptó a las corrientes de moda. Pero no es menos cierto que sin la esencia provista por la artista japonesa, Yes, I’m a Witch nunca podría haber existido.

Uno de los casos paradigmáticos es “Walking on thin ice”, la canción que Yoko grabó luego de la muerte de Lennon (el disco tenía los anteojos redondos ensangrentados en la tapa). Si la original era una especie de tema disco, Spiritualized la electriza y la convierte en un torbellino de sensaciones, que es lo que sugiere la letra: la voz de Ono aparece sobre un órgano épico, pero al rato una guitarra estalla como si se diera un mazazo sobre hielo delgado. Cat Power, en cambio, convierte a “Revelations” en un track emotivo con la sola ayuda de su piano y sus coros (además de la voz de Yoko, claro). Un clima similar logra Antony con “Toy boat” y Porcupine Tree con “Death of Samantha”, mientras que Le Tigre le da impulso electrónico a “Sisters O Sisters” y su eslógan (“Mujeres, unidas, jamás serán vencidas”), Shitake Monkeys lleva a “O’Oh” a un cóctel neoyorquino y Peaches juguetea con sus programaciones básicas en “Kiss Kiss Kiss”. Los únicos que se atreven con la obra inicial de Ono son los Flaming Lips, que increíblemente les encuentran un “tema” a los gritos primales de Ono en “Cambridge 1969”. Ahora bien, ¿cómo puede ser que todo esto conviva en un mismo disco y que encima esté bárbaro? Si parece cosa de brujas...

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