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Martes, 17 de junio de 2008
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Mariano Peluffo, el Señor Reality, estrena Talento argentino

“No cargo con el estigma”

El ex conductor de los debates de Gran Hermano conducirá en Telefé un “casting federal” de nuevas figuras, variación de los shows de realidad a los que considera como “la profecía cumplida de los 15 minutos de fama de Andy Warhol”.

Por Emanuel Respighi
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Mariano Peluffo se mueve con practicidad y simpleza atípicas para el medio.

Es el Señor Reality. La cara de los reality shows en la TV argentina. Y no lo niega. “Es mejor que ser la cara de Señor Televisor, ¿no?”, se pregunta, retóricamente, Mariano Peluffo, con la frescura y el desprejuicio con los que eludió el tedio de estar casi las 24 horas en pantalla durante las diferentes ediciones de Gran Hermano, en las que tuvo asistencia perfecta como notero y conductor de los debates del polémico programa. Pese a cargar con el karma de ser el rostro del género más criticado de la última década, Peluffo logró lo que años atrás parecía imposible: tener identidad propia aun siendo un engranaje de la gigante maquinaria que movió Gran Hermano. Lejos de los malos augurios, Peluffo demostró que hay vida después de los reality shows. Aunque la suya es una afirmación a medias: es que desde julio conducirá Talento argentino, la versión local del formato internacional Got Talent, un reality show –uno más– que será una especie de casting federal de talentos.

Con una practicidad y simpleza atípica para el medio, Peluffo no reniega del rol que le tocó en suerte en la pantalla chica. Ese que lo condena en algunos períodos a trabajar dentro de un estudio durante las 24 horas, los siete días de la semana, y que después lo obliga a tomarse largos meses sabáticos. En la TV, lo suyo es todo o nada. No tiene términos medios. “Ya me acostumbré a esta clase de formatos full time y a que las vacaciones me las dé el medio. Porque es muy distinto tener contrato por un año, laburar seis meses y después tirarse a hacer la plancha con el sueldo garantizado. No hace falta aclarar que no es mi caso”, le explica a PáginaI12 quien comenzó su carrera como productor de El agujerito sin fin.

Lo suyo va a contramano del resto de los actores televisivos: Peluffo es uno de los pocos a los que Gran Hermano le dio trabajo e, incluso, le permitió desarrollarse como conductor televisivo. Pero sabe que en los medios nada es para siempre. “La tele no es lineal. El que hoy está atrás de cámara, mañana está adelante. El que hoy hace un ciclo periodístico, mañana conduce uno de entretenimientos. La tele es como un horno que cocina al spiedo, y nosotros somos los pollos que giramos y giramos que nos seca y nos deshecha”, analiza, conocedor de que en la pantalla chica el rating manda.

–Está a punto de comenzar a conducir otro reality show, ¿qué sensaciones se le cruzan por su cabeza cuando le ofrecen conducir otro ciclo del género?

–En este caso me alegra, por lo menos, poder hacer un ciclo diferente a Gran Hermano. Eso ya es una novedad. Y, además, en este programa por lo menos tengo la suerte de viajar al interior del país a hacer el casting. Pero ojo: en mi currículum mi paso por Gran Hermano lo pondría en negrita. No lo tomo como un estigma.

–¿Pero no le molesta cargar con el peso de ser la cara de los reality shows, un género polémico desde lo ético y además criticado hasta por los actores?

–No me molesta cargar con el estigma, si lo fuera, de Gran Hermano. Los reality son una tendencia no sólo local sino mundial. La tele ahora empezó a darle lugar a la gente común, por intereses de uno y otro lado de la pantalla. Se cumplió la profecía de Andy Warhol de que todo el mundo va a tener sus 15 minutos de fama. Ayer fue una competencia de convivencia, hoy es un concurso de talentos. La respuesta a por qué hay tantos reality shows al aire la da el mismo público cuando los consumen. El día que los reality no midan, no salen más. Hubo casos como el de La Playa o Reality, reality que no rindieron y fueron levantados. Si me dicen que de acá a la eternidad voy a seguir siendo la cara de los realities, firmo ya mismo el contrato. Me enorgullece pertenecer a este género.

–¿Aun siendo la imagen del programa que más encierra la frivolidad de la televisión?

–¿Qué culpa tuvo Gran Hermano de que la gente elija ver a varios chicos encerrados haciendo nada? Yo conozco la cocina de Gran Hermano y puedo decir que nunca vi ni escuché nada raro. Al contrario: muchas veces tuve que quedarme en vigilia en el estudio durante días enteros porque alguien estaba a punto de irse de la casa y al final decidía quedarse... Haber hecho Gran Hermano fue tan duro como gratificante.

–Gran Hermano fue su carta de presentación al gran público.

–Yo había hecho programas en Canal 13, América y el cable, pero todos los que me paran en al calle y muchos periodistas creen que mi carrera arrancó en Gran Hermano. Pero tampoco lo aclaro: la gente te identifica con el primer personaje o programa fuerte que uno hace. Y Gran Hermano me dio la oportunidad de mostrarme. Yo me siento cómodo en los programas en los que no tenga que dejar de ser, hacer o decir lo que soy, hago o digo. Y ese lugar lo encontré en El debate de Gran Hermano.

–Fue en los debates donde, incluso, llamó la atención de un público que no seguía Gran Hermano, ya que era casi como un ciclo humorístico que satirizaba lo que ocurría dentro en la casa.

–Me acuerdo de que los primeros 10 minutos en El debate estuve muy solemne, hasta que por la cucaracha el productor del ciclo, Marcos Gorban, me preguntó ¿y Mariano dónde está? Y fue como el empujón que necesité para poder ser yo en la tele, empezar a hacer toda clase de payasadas y alejarme de la estructura del reality. Pero no me reía de Gran Hermano, sino más bien le sacaba solemnidad y me reía junto a los participantes de lo que pasaba. Incluso, programas críticos de TVR o Duro de domar despegaban mi laburo de las críticas a Gran Hermano.

–¿Pero no tiene interés en hacer otra clase de programas?

–Sí, pero a mí me tira mucho la producción. Yo fui productor creativo de Cablín y produje varios programas. De hecho, antes de que me ofrecieran Talento argentino le dije a Claudio Villarruel y a Bernarda Llorente (directores de Telefé) que quería producir y me sacaron corriendo, me dijeron que tenía que desarrollar mi veta como conductor. Todo lo que a mí se me presenta como conductor, yo lo proceso como productor. Confieso que soy naturalmente productor y casi obligadamente conductor.

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