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Miércoles, 30 de julio de 2008
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Generation Kill, otra ficci贸n sobre la guerra de Irak

El lado oscuro de la batalla

La nueva serie de HBO retrata al ej茅rcito estadounidense como el reino de la estupidez, con gui贸n basado en The Killer Elite, best seller que Evan Wright public贸 en 2004 a partir de sus cr贸nicas realizadas como infiltrado en el frente.

Por Facundo Garc铆a
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Generation Kill desmonta los modelos de los canales de noticias.

鈥淰en铆 鈥搇e dice el soldado al reportero, mientras se pone boca abajo鈥, fijate qu茅 bueno lo que se siente si apoy谩s el pito en el suelo mientras te pasa un tanque al lado.鈥 El periodista se ubica, el veh铆culo avanza haciendo vibrar el piso y ambos personajes dejan escapar sendas sonrisas de spa. Pas贸 en la pantalla de la tele y supuestamente tambi茅n en la realidad, porque Generation Kill, la serie de siete cap铆tulos que arranc贸 este mes con el eslogan 鈥渓a nueva cara de la guerra鈥, se promociona como el reflejo m谩s fiel de lo que vivieron los marines en la segunda invasi贸n a Irak. En efecto, ni los m谩s de cincuenta millones de d贸lares invertidos, ni el hecho de haber fijado la emisi贸n los domingos a las 21 鈥揺l horario que alguna vez fue de Los Soprano鈥 terminan de revelar en qu茅 consiste la apuesta que hizo esta vez HBO. En cambio, basta leer las reacciones de los sectores conservadores para descubrir el verdadero riesgo que asumi贸 la cadena. Retratar al ej茅rcito como el reino de la estupidez, hacerlo con verosimilitud, y encima pretender que todo eso conduzca al 茅xito comercial no es una cosa que se haga as铆 nom谩s en el pa铆s del Norte.

El gui贸n se basa en The Killer Elite, un best seller que Evan Wright public贸 en 2004, luego de que la revista Rolling Stone le encargara varias cr贸nicas sobre los primeros cuarenta d铆as de la contienda. Wright se meti贸 en las miserias e intimidades de un batall贸n de reconocimiento, y sobre esos relatos David Simon y Ed Burns, creadores de la serie policial The Wire, montaron la adaptaci贸n para la pantalla chica. Y ac谩 hay que abrir p谩rrafo aparte, porque tanto los guiones como los seis meses de rodaje en Africa del Sur contaron con la supervisi贸n de varios marines que estuvieron en los sucesos que se intentaban recrear. Aportaron detalles, un cat谩logo de giros ling眉铆sticos y hasta hubo uno, Rody Rodr铆guez, que se anim贸 a interpretarse a s铆 mismo. La frutilla del postre vino cuando los soldados vieron el resultado final. 鈥淓st谩 bien. Lo que se ve ac谩 es lo que pas贸. Eso s铆, me parece que nadie va a entender el tipo de humor que tenemos. Es demasiado crudo鈥, coment贸 desde su mand铆bula cuadrada Eric Kocher, uno de los tres efectivos que colabor贸. Lo primero que se dijo sobre la serie es que exageraba, que no todos los militares eran insensibles, que putean cada tres palabras. El propio Kocher pareci贸 salir al cruce de esos cuestionamientos cuando se sincer贸 ante la prensa: 鈥溌縔 qu茅 quieren? 驴Qu茅 venga a decir que 鈥榤e siento traumatizado por las caras de los tipos que mat茅鈥? 隆Fuck, no!鈥, gatill贸.

Si alg煤n ingenuo imagin贸 que con rescatar la perspectiva de los soldados yanquis lograr铆a alg煤n grado de correcci贸n pol铆tica se equivoc贸, y feo. Generation Kill tiene pudores y ocasionalmente se vuelve densa, pero desmonta pieza por pieza los modelos lavados de las cadenas de noticias. Veintea帽eros crecidos que saben m谩s de South Park que de la Convenci贸n de Ginebra pululan junto a homof贸bicos que esperan su turno para matar 鈥渢erroristas鈥 mientras disparan a ni帽os inocentes. El racismo, la improvisaci贸n, la muerte de civiles y la idiotez de los jefes terminan de revelar la mugre bajo la alfombra. 鈥溌縎ab茅s lo que pasa cuando abandon谩s el cuerpo de marines? Te devuelven el cerebro鈥, llega a bromear uno de los personajes.

Ahora la web permite conseguir los tres cap铆tulos que ya salieron al aire y se multiplican los comentarios, pero la gran inc贸gnita antes del lanzamiento era c贸mo iba a reaccionar la sociedad que reeligi贸 a George W. Bush Jr. ante semejante colecci贸n de palazos. En general, los programas relacionados con el tema Irak 鈥搃ncluyendo a Over There, de 2005鈥 fracasaron; y en este caso hay que tener en cuenta que quiz谩 por primera vez no hay personajes que sean claramente buena onda. Por eso no sorprende que los cr铆ticos hayan soltado pronto sus guillotinas. Nancy Franklin, de la revista The New Yorker, encarn贸 la opini贸n de muchos de sus compatriotas al decir que no ve铆a 鈥渜ue se gane algo con volver a tocar el tema de la marcha de Kuwait a Bagdad鈥, mientras otros directamente tildaron de 鈥減oco veros铆mil鈥 una historia en la que casi todo el mundo parece sufrir alg煤n grado de retraso mental. Del lado de enfrente, los marines que aportaron su testimonio y buena parte de los progres han quedado conformes. Por 煤ltimo, los creadores se empe帽an en atajarse y aseguran que s贸lo intentaron contar una verdad, m谩s all谩 del contenido pol铆tico.

La capacidad para plasmar las preocupaciones concretas de los marines contrasta 鈥揷omo se帽al贸 el cr铆tico Adam Buckman鈥 con iraqu铆es que se parecen demasiado a Borat. De todas formas, ninguna carencia logra invalidar un mensaje cr铆tico que viene como anillo al dedo para los que palpitan una victoria de Obama. No es casualidad que los directores Susanna White y Simon Cellan Jones se hayan animado a plantar antes de los t铆tulos un comienzo provocador como hace tiempo no se ve铆a. El plano muestra a Tony Espera, un soldado de rasgos latinos, orinando. Termina, se sube la bragueta, y explica la ocupaci贸n: 鈥淓s el destino, compa帽ero. Los hombres blancos dominan el mundo鈥.

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