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Domingo, 31 de agosto de 2008
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EL DEBATE SOBRE LOS CANALES TELEVISIVOS DESTINADOS A LOS BEBES

Las niñeras electrónicas

En un seminario organizado por el Ministerio de Educación quedaron expuestas las profundas diferencias que tienen, respecto de este tema, los organismos públicos a nivel mundial. Francia se muestra en contra, Gran Bretaña a favor. EE.UU. reconoce “presiones” del mercado.

Por Emanuel Respighi
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Linda Simensky, Paul Moore y Agnès Vincent-Deray, representantes de EE.UU., Gran Bretaña y Francia.

La infancia ha cambiado. Los chicos ya no se entretienen con algunos (pocos) juguetes. Casi tampoco tienen amigos imaginarios. Ni siquiera deambulan por las casas gateando o a caminando a los tumbos como décadas pasadas. La calle o la vereda, antes territorio propicio para el juego, hoy ni siquiera es observada –anhelada– por los chicos desde las ventanas. La plaza del barrio, como ámbito cotidiano para el divertimento infantil, fue reemplazada por la plaza de juegos electrónicos de los shoppings, de juegos individuales donde los chicos sólo se relacionan con... máquinas. La TV se convirtió en una suerte de niñera electrónica lista para hipnotizar a los más pequeños a toda hora, enviando ininterrumpidamente sus rayos catódicos. La TV por cable, con sus canales y programas infantiles, quebró el tejido social infantil. Incluso, una tendencia creciente amenaza con profundizar mucho más el vínculo que la TV tiene con las nuevas generaciones: la proliferación de canales y programas destinados a los bebés y niños menores a los tres años de edad.

¿Hasta qué punto las propuestas televisivas destinadas a los chicos en edad preescolar estimulan su desarrollo sensoro-motriz? ¿Canales específicos como Baby TV, Baby First TV, Playhouse Disney Channel o Nick Jr. son aconsejables para los niños en edad temprana? ¿Se trata realmente de propuestas pensadas y planificadas para atender las necesidades del público al que apuntan o, en realidad, sólo buscan captar la atención de los más pequeños en función de incorporarlos prematuramente a la sociedad de consumo y ampliar los alcances del negocio televisivo? ¿La exposición de bebés de un año de vida frente al televisor puede ser nociva para su desarrollo individual y social? ¿Cuáles son las consecuencias que esta clase de propuestas pueden afectar a los más pequeños de la familia?

Las preguntas se acumulan como las mismas ofertas del género que surgieron durante los últimos años. Y las respuestas a esos interrogantes son aún tema de debate en el mundo entero: hay quienes creen que la TV preescolar funciona positivamente en el desa-rrollo cognitivo de los más pequeños y hay quienes no dudan en clasificar esas propuestas como nocivas. En Gran Bretaña y en Francia la problemática ya levantó polvareda entre los organismos encargados de regular la TV: mientras que el primero no tiene objeción alguna a los ciclos destinados a niños en edad preescolar, en Francia los desaconsejaron. En Argentina, lamentablemente, el debate ni siquiera comenzó.

La polémica estalló en Europa el 22 de julio pasado, cuando el Consejo Superior Audiovisual (CSA), una suerte de Comfer francés, determinó que desde el 1° de noviembre ninguna cadena de televisión local podrá editar, difundir o promover programas destinados “específicamente” a niños menores de tres años. La resolución sostiene que los canales de cable o de TV satelital que distribuyan en territorio francés programas de esa índole deben informar a sus abonados de forma “legible y accesible” en la pantalla que “Ver TV puede frenar el desarrollo de niños menores de 3 años, aun cuando se traten de cadenas dirigidas específicamente a ellos”. El texto argumenta que ver TV a esa edad puede acarrear “trastornos del desarrollo”, tales como “pasividad, retraso en el habla, agitación, problema de sueño y concentración, y dependencia de las pantallas”.

La medida, apoyada en la decisión del Ministerio de Sanidad de Francia, que “desaconseja” que los niños menores de tres años vean TV, produjo malestar en el Reino Unido, desde donde provienen los canales Baby TV y Baby First TV, ambos presentados como pantallas adaptadas a los más pequeños. La Oficina de Comunicaciones británica, la OfCom, le pidió una reunión al CSA francés para debatir la cuestión. PáginaI12 adelanta alguno de los argumentos que cada parte expondrá a favor y en contra de la TV para bebés y chicos menores de tres años, en virtud del paso de representantes de ambos organismos por Buenos Aires, que participaron del seminario “¿Qué televisión para niños y jóvenes?”, que esta semana organizó el Ministerio de Educación.

“En Francia desaconsejamos que los menores de tres años vean cualquier contenido televisivo después de haber consultado a gran cantidad de expertos (pedagogos, psicólogos, psiquiatras, docentes), profesionales que se ocupan de ese mundo, quienes manifestaron una opinión hostil al hecho de exponer a los chicos de tan temprana edad frente a la TV”, le explica a este diario Agnès Vincent-Deray, presidenta del departamento de Protección a la Infancia del CSA. “Los niños que pasan mucho tiempo frente al televisor se vuelven hipoactivos, mucho más de lo aconsejable. Y la TV los escinde de los vínculos necesarios que deben existir entre un bebé y un adulto: la TV es algo frío, no propone ninguna inte-racción y al tocarla no produce la misma sensación que el contacto entre la mano de un niño con la de su madre, hermano o abuelo.”

Paul Moore, miembro de la comisión de contenidos de la OfCom británica, tiene otra visión respecto de qué hacer con el prematuro ingreso de los bebés al consumo televisivo. “No es que nosotros promovamos los programas para menores de tres años, pero tampoco los prohibimos. Nos guste o no, los niños van a ver la TV. Es su medio de entretenimiento por excelencia, por su penetración y fácil acceso. Entonces, nosotros proponemos que si lo van a hacer, lo mejor es que el Estado regule los mecanismos mediante los cuales se les ofrezcan contenidos de TV de calidad”, detalla. “En Gran Bretaña, a diferencia de lo que ocurre en Francia, tenemos una visión positiva de la TV. No es una tecnología mala en sí misma: se trata de un medio que puede reforzar valores positivos en los más pequeños.” Moore subraya que “en el Reino Unido el foco está puesto en garantizar que los chicos tengan acceso a la TV destinada a ellos y que esas propuestas sean de calidad. Nuestra hipótesis es que si la calidad de los programas es buena, el aprendizaje vendrá por sí solo. Si el gobierno no interviene para garantizar que esos programas sean buenos, alguien lo va a hacer de todas formas y muy probablemente con baja calidad”.

Mientras que en Argentina conviven en la TV por cable varias propuestas destinadas al segmento preescolar (desde los canales Baby TV, Discovery Kids, Playhouse Disney Channel y el próximo a desembarcar Nick Jr., hasta bloques de programación como Nat Geo y yo) sin debate alguno ni postura oficial del Comfer, en EE.UU. la Academia Norteamericana de Pediatría determinó que no es bueno que los niños menores de los 2 años se expongan a cualquier tipo de contenido televisivo. Incluso, el supuestamente pensado para esa franja etaria. “Se trata de una problemática controvertida, no exenta de presiones de los grupos interesados”, le explica a PáginaI12 Linda Simensky, directora del departamento de programación infantil de la PBS, la televisión pública estadounidense. “En la PBS no promovemos ni tenemos ciclos para menores de 2 años. Pero los grupos productores de contenidos presionan para imponer sus programas, esgrimiendo que se trata de shows que educan y forman”, cuenta.

La proliferación de contenidos televisivos para bebés o menores de tres años ha acuñado una nueva expresión: “niñeras electrónicas”. En el (ab)uso que los padres le dan hoy a esta herramienta comunicativa reside otro aspecto de la controversia. “Regular la cantidad de horas que un niño debe estar frente al televisor es una responsabilidad de los padres, no del Estado. Son los padres los que tienen que tomar la decisión de cuándo y cómo se debe encender la TV. Nosotros acompañamos esta visión con la alfabetización mediática, incluida en los planes de estudios”, dice Moore.

En este punto, la dura postura del CSA francés no delega la responsabilidad del cuidado de los chicos frente al televisor porque, en su opinión, estos canales y programas se presentan con una consigna que es falaz. “Si bien es cierto que los padres usan este nuevo contenido para deshacerse de los bebés o descansar de su demanda –admite Vincent-Deray–, también hay que destacar que es perversa la definición de que se trata de productos hechos a medida de los bebés. Me he reunido con los creadores de Baby TV y Baby First TV y ninguno me pudo demostrar científicamente que se trata de propuestas adaptadas a los bebés.” Profundizando aún más su postura, que se basa en la opinión de más de 20 mil especialistas de la niñez, la presidenta del organismo francés cuenta que “hay estudios que señalan que un niño menor de 3 años no distingue la imagen y el sonido: lo podríamos poner tanto frente a una secuencia de la guerra en Irak como delante de un dibujito animado que para ese niño le será lo mismo porque no procesa contenido”. Y concluye: “El debate reside en si es positivo poner a los chicos frente al televisor o no. Y nosotros creemos que no, por razones biológicas, pero también porque tendrán toda su vida por delante para ver TV. Antes de los tres años, un bebé o niño tiene –por suerte– otras cosas mucho más interesantes y enriquecedoras para hacer”.

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