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Martes, 23 de septiembre de 2008
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El estreno de Alice, una nueva producción del canal HBO

Chica de campo en la ciudad

La nueva serie, que se estrenó el domingo, recrea la típica historia de telenovela en la que la heroína ingenua aterriza sin más que ambiciones en un mundo completamente diferente: una megalópolis como San Pablo.

Por Emanuel Respighi
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Alice, la actriz Andréia Horta, es puro desconcierto entre las panorámicas for export.

“Vale más una Alice volando que cien Alice en la mano.” La frase, en la voz en off de la mismísima protagonista de Alice, cierra el primer episodio de la nueva serie de HBO, que se estrena hoy a las 22 por la señal de TV por cable. Sin embargo, más que sellar el fin de algo, esas palabras marcan la antesala de lo que está por venir: un viaje de conocimiento interior y del mundo urbano de la joven de 25 años que del día a la noche deja atrás su apacible vida en su pueblo natal para enfrentarse a los peligros y tentaciones de San Pablo, ese caótico amontonamiento de cemento superpuesto que signa a la ciudad más grande de América del Sur. Una serie que no es otra cosa que la típica historia propia de la telenovela en la que la muchachita del campo aterriza sin más que sus propios sueños a cuestas a un mundo completamente diferente como es el de la gran urbe sudamericana en el siglo XXI.

Dirigida por Karim Aïnouz (Madame Satá) y Sérgio Machado (Cidade Baixa), Alice narra una historia que apunta principalmente a los jóvenes. Con una estética sobrecargada, el unitario se centra en la vida de Alice (Andréia Horta), una muchacha oriunda de Palmas, un poblado del estado de Tocantis, en las afueras de Brasil. Allí, la chica tiene una vida tan sosegada como planificada: a punto de casarse con el novio de toda la vida, dice desde la voz en off –la cámara toma en muchas ocasiones el punto de vista de la protagonista– que en dos años va a tener un hijo cuyos nombres, tanto si es varón como si es mujer, ya tiene elegidos. Esa vida estructurada dará un golpe de timón cuando la inesperada muerte de su padre obliga a Alice a viajar a San Pablo para su funeral e iniciar los papeles de la herencia. Ese viaje, que iba a durar unos días, se extenderá sin fecha de vencimiento en esa enorme y caótica ciudad que le hace replantear, casi sin darse cuenta, el destino de lo que quiere para su vida.

Filmada íntegramente en Brasil, Alice es la quinta producción original de HBO en la región, luego de Epitafios, Mandrake, Hijos del carnaval y Capadoccia. Como cada una de las anteriores realizaciones, la nueva serie cuenta con una lograda producción, con una estética moderna que, en este caso, se conjuga con una narrativa cadenciosa. El soporte en alta definición, incluso, facilita la clara intención de la propuesta de aprovechar la magnitud de la ciudad de San Pablo, con panorámicas que le imprimen una textura única a la imagen. Una producción que, a nivel técnico, es impecable y acorde con la trasmisión panregional.

Pero justamente allí donde podría recaer la mayor virtud de Alice, paradójicamente reside el principal defecto de la serie. Es que Alice es el más contundente ejemplo de que no siempre la sumatoria de recursos y efectos visuales aporta positivamente a la fluidez argumentativa de una historia. Esas mismas panorámicas, o el contraste de colores y matices entre las escenas que se desarrollan en el pueblo con las que suceden en la ciudad, que al principio se disfrutan, en su acumulación y reiteración no sólo retardan las acciones; también provocan hastío en el espectador. El virtuosismo, utilizado como sistema y no como recurso, no es amigo de la trama y se convierte en un elemento de distracción. La economía de recursos, en Alice, no existe. Las sutilezas, tampoco.

Otro de los aspectos que atentan contra la coherencia de la serie es que al formar parte de la estrategia de HBO de producir contenidos regionales, Alice pareciera forzarse demasiado –más de lo permitido– en incorporar las particularidades de cada país de Sudamérica. Como suele pasar con muchas de las numerosas coproducciones que motorizan el cine nacional, aquí también la necesidad comercial parece por momentos ensuciar la trama, como la artificiosa referencia a Buenos Aires o la participación del chofer mexicano en el primer capítulo, que nada aportan a la historia. Un problema que hasta ahora las producciones originales de HBO habían sorteado con solvencia, pero que aparece con cierto peligro –de cara a las futuras realizaciones– en Alice.

Abordando el choque cultural lógico que provoca el pasaje de un pueblo a la vida en una gran ciudad, la diferencia entre Alice y las numerosas producciones audiovisuales que trataron esa problemática es que aquí la historia se enmarca en la juventud y el funcionamiento de una ciudad en el siglo XXI. Plagada de excesos y tentaciones a la palma de la mano, San Pablo es la escenografía ideal para adentrarse en el mundo de la noche, las drogas, el sexo y la prostitución. Un atractivo y oscuro lugar en el mundo que, sin embargo, Alice intenta atrapar en todas y cada una de sus ramificaciones de la manera más explícita posible. Y la serie avanza en una trama tan caótica como la misma ciudad que le sirve de paisaje.

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