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Sábado, 14 de marzo de 2009
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Adrián Paenza y una nueva temporada de Científicos industria argentina

“La ciencia nunca está aislada”

Para explicar la vigencia del programa, que hoy comienza su séptima temporada, el periodista y matemático apunta a la misma dinámica de ese mundo: “Los científicos son los libretistas de la realidad que viene”, explica.

Por Emanuel Respighi
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“El programa se convirtió en un clásico y el desafío es ser diferente siendo siempre el mismo.”

Lo de Científicos, industria argentina resulta tan asombroso y misterioso como el mismo universo que el único programa de la TV abierta estudia y difunde con el ingenio y la perseverancia propias de los investigadores. Es que el ciclo conducido por el periodista, escritor y matemático Adrián Paenza, iniciado con la pequeña y extraña idea de poner al aire un espacio dedicado a la ciencia argentina y sus protagonistas, comenzará hoy nada menos que su séptima temporada ininterrumpida. Un logro que no muchos programas se dan el lujo de ostentar. “Lo fascinante es que los científicos, que son los que hacen ‘ciencia de punta’, están todo el tiempo con material vivo y nuevo. En algún sentido, es como si ellos fueran los libretistas de la realidad que viene”, reconoce Paenza en la entrevista con Página/12, adjudicándole al esfuerzo silencioso de la comunidad científica la permanencia del ciclo, que en 2009 estrenará nuevo día y horario en Canal 7, todos los sábados a las 20.

Científicos... fue el programa que logró llevar la ciencia –un ámbito hasta hace poco reservado a los claustros académicos– a los hogares de todos los argentinos. Sin exagerar, probablemente la ciencia no habría tenido la explosión mediática que alcanzó hace algunos años si el ciclo producido por El Oso no hubiese acercado ese misterioso mundo a la vida cotidiana. “Científicos... tiene algunos atractivos que escapan al mero interés por la ciencia. Nosotros detectamos que el programa sirve para iluminar vocaciones en los jóvenes porque muestra a los científicos como seres reales, alcanzables, y no como bichos raros. Creo que el ciclo sirve y sirvió como un suerte de ‘masajeador del orgullo argentino’, porque exhibe la capacidad de nuestra gente para pensar y ejecutar la resolución de problemas”, afirma el autor de la saga Matemática, ¿estás ahí?, que se convirtió en best seller.

–¿Cómo logró el programa reinventarse a sí mismo y escapar al hastío que los contenidos televisivos suelen generar?

–En la medida que el material que exhibimos tiene como prioridad mostrar la investigación que se hace en la “frontera del conocimiento”, es muy difícil que genere hastío. Como humanos que somos, tenemos curiosidad o curiosidades. Ser capaces de encontrar en un programa gente (los científicos) que te cuenten hasta dónde se sabe hoy y qué están buscando para el futuro, tiene que ser atractivo. Al menos ésa es nuestra apuesta. El programa se convirtió en un clásico. El desafío para un clásico es ser diferente siendo siempre el mismo. Queremos mostrar lo que hacen los científicos en los laboratorios (o donde trabajen) en todo el país. En todo caso, lo que va cambiando es la producción de los investigadores, las preguntas que intentan responder, los problemas que buscan solucionar. Sin atentar contra esa esencia, en todos estos años el formato del ciclo se fue ajustando para proponer variantes, para ofrecer otros ángulos para mirar el mismo fenómeno.

–¿El amplio y complejo campo de la ciencia facilita las cosas por su inabarcabilidad y misterio?

–Sí. Como todo lo que pasa, o nos pasa, es abordable desde la ciencia para explicarlo o para predecirlo o para cuestionarlo, todo ese material es ni más ni menos que la realidad que nos rodea. Es amplia y compleja, sí, pero es la realidad que tenemos y que queremos conocer y explicar.

–El conocimiento científico tiene hoy canales de cable, secciones en los diarios y hasta libros que se convirtieron en best seller. ¿Hasta qué punto la ciencia fue cooptada por el espectáculo mediático y pasó a convertirse en un entretenimiento, y hasta dónde este boom colaboró con el desarrollo real, práctico, de la ciencia y los científicos argentinos?

–Lo que uno puede observar es que se produjo una evolución en toda la sociedad. Hace 20 años no estábamos preparados. Hoy, no sólo hay canales de TV dedicados específicamente a temas científicos, sino que los diarios tienen especialistas en difusión de la ciencia, hay colecciones de libros en el rubro, películas que tuvieron un gran arrastre de público con temas que involucran a la ciencia (La prueba, Una mente brillante, Good Will Hunting, Pi), obras de teatro (La prueba, Copenhague, Galileo), la realización de festivales al estilo de “Buenos Aires Piensa” y también programas de TV abierta que se dedican al género. Todo esto no existía hace 20 años y hoy sí. Se produjo una evolución y entre todos hemos construido una realidad distinta.

–¿Por qué cree que en una sociedad que, en general, tiene consumos mediáticos frívolos, la ciencia pasó a formar parte del interés de la masa, saliendo de los claustros académicos?

–Hoy hay una relación más fluida entre los investigadores y la gente. Hasta hace poco, todo lo que olía a ciencia parecía exclusivo de una elite, que vivía en una torre de marfil o en una burbuja, alejada de la realidad que la circunda. La ciencia no puede estar aislada del contexto en la que se desarrolla. La ciencia existe porque ayuda (o debería) a resolver problemas que tenemos como humanos, a mejorar la calidad de vida de todos. Y por otro lado, la propia sociedad que cobija a los científicos quiere saber qué se produce con los impuestos que pagamos. Todas las etapas de la educación tienen que ser públicas, laicas y gratuitas, y tanto el primario como el secundarios, obligatorios. Defender la ciencia es defender la independencia del país. No es poco como expectativa.

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