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Sábado, 18 de abril de 2009
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Los hermanos Weinbaum y los veinte años de MDQ

“Lo haríamos hasta con bastón”

Eugenio y Sebastián (más conocido por Culini) afrontan el festejo con la satisfacción de algo construido de a poco y con mucho esfuerzo: mañana, por Canal 13, el programa volverá a ofrecer su singular mezcla de deportes extremos, viajes y humor.

Por Emanuel Respighi
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Culini encantando serpientes: “Hombre al agua fue una experiencia, MDQ es lo que somos”.

Probablemente se encuentre en las antípodas de Showmatch, tanto en la estética como en el camino recorrido, pero hay algo que, sin embargo, posee en común MDQ para todo el mundo con el inefable ciclo de Marcelo Tinelli: esta temporada, que comienza mañana a las 21 por el 13, el atípico programa cumple veinte años en la TV. Un aniversario que no muchos programas en la historia de la pantalla local pueden ostentar y al que el ciclo conducido por Eugenio y Sebastián “Culini” Weinbaum llegó haciendo todos y cada uno de los deberes televisivos que realizan aquellos que no tienen padrino alguno: bajo el nombre de MDQ surf, en 1989 empezó como un programa que se emitía en Mar del Plata a través del cable (CCTV), y que luego pasó a la TV de aire local por la pantalla de Canal 10. Tuvieron que pasar diez años para que el creativo programa llegara a la TV de aire nacional, primero en Canal 9 y luego, con la producción de Nicolás Repetto, pasara a ocupar un lugar en la pantalla del 13 bajo el nombre de MDQ para todo el mundo. Un espacio que el programa de cultura, humor y deportes extremos conserva desde hace ocho años bajo la simple fórmula de la creatividad y la originalidad.

Si hay algo que enorgullece a los hermanos marplatenses es que pese al crecimiento del programa y de sus propias carreras –acaban de terminar de conducir Hombre al agua–, MDQ se mantiene fiel al espíritu con el que comenzó hace dos décadas en su ciudad natal. Por aquel entonces, los hermanos debían hacer malabares para poder sostener económicamente el espacio que les vendía la empresa de cable local. “Nosotros venimos de una familia de clase baja, de luchadores. No teníamos idea de lo que era la televisión, no teníamos ningún vínculo con el medio y ni siquiera teníamos videocasetera. Sólo queríamos hacer un programa sobre el deporte que amamos: el surf”, explica Eugenio en la entrevista con Página/12. “Teníamos que pagar una cuota mensual a CCTV que era imposible, por lo que los primeros años del ciclo hicimos filmaciones de cumpleaños de 15 para poder costear al ciclo y, encima, poder hacer un programa bueno, que se destacara”, agrega Culini.

En plan de repasar estos veinte años, los hermanos reconocen que uno de los peores momentos fue cuando a mediados de los noventa, cubriendo un campeonato de surf en Chile, se les rompió la única cámara que tenían. “En ese momento pensamos que la aventura del programa se acababa. Pero por suerte alguna gente amiga y algún que otro auspiciante nos bancaron para poder comprar otra cámara: aún hoy seguimos debiendo esos 3 mil pesos”, reconoce Eugenio, lanzando una carcajada que deja entrever que la broma posee cierto grado de verdad. “El MDQ actual es hoy una proyección de lo que fue en 1989. Seguimos viajando por el mundo nosotros dos solos con una camarita, y el programa continúa producido ciento por ciento en Mar del Plata. La única diferencia es que ahora trabaja en el equipo más gente. Bah, en realidad, ¡más familiares!”, dicen, a dúo.

Sin renunciar a su residencia en Mar del Plata, los hermanos cuentan que nunca aceptaron venir a vivir a Buenos Aires. “Nuestro lugar en el mundo es La Feliz: acá somos los mismos nabos de siempre”, explican vía teléfono. De hecho, los locos lindos de la TV confiesan que fueron muchas las veces que en estas dos décadas el programa estuvo a punto de no salir al aire por demoras en el traslado del envío desde la costa a la ciudad de Buenos Aires. “Más de una vez llegó el capítulo sobre la hora”, dice Culini, con la impunidad que lo caracteriza. “En una época –comenta– enviábamos el programa por avión desde Mar del Plata y teníamos tanta onda con los pibes del aeropuerto que alguna vez llegaron a demorar el vuelo hasta que llegara el episodio.” Pero, por las dudas, aclara: “La mayoría de los programas llegan sobre el filo del aire porque siempre creemos que lo podemos mejorar. Eso sí: jamás dejó de emitirse MDQ por no haber llegado al canal”.

MDQ cumplió el sueño de muchos: hacer que una idea chiquita surgida en la TV del interior del país llegue a la TV nacional. “Nos sentimos afortunados de haber podido aterrizar en un canal capitalino, pero también fuimos muy perseverantes. Cualquiera, en nuestra condición, hubiese largado a los pocos meses. Es muy difícil hacer televisión fuera del circuito capitalino. No porque la Capital no quiera productos del interior, sino porque el problema nace en el interior: hay muy poco apoyo, de sponsors o de los mismos canales. Y lo irónico es que después los canales terminan pagando para emitir aquellos programas que casi no apoyaron, como le pasa a Canal 10 con MDQ en Mar del Plata”, argumenta Eugenio, el hermano mayor de los Weinbaum y creador del ciclo.

Este año, los Weinbaum se pusieron al frente de Hombre al agua, el programa de juegos acuáticos de Endemol que emitió el 13 con buen rating. Aunque no reniegan de la experiencia, ellos creen que Hombre al agua ya es pasado. “Nos sorprendió que nos hayan convocado para un formato, porque nosotros somos antiformato. Pero aceptamos hacerlo porque era una experiencia más y nos dejaron formatear al original. No queríamos subirnos a un formato y hundirnos”, subraya Eugenio. “Mientras Hombre al agua fue una experiencia, MDQ es lo que somos. De hecho, cuando viajamos ya no disfrutamos tanto lo que vemos si no tenemos una cámara en la mano. Porque para nosotros viajar es compartir lo que a uno le pasa con los demás, sean amigos reales o virtuales, como los televidentes”, explica Culini.

Dos décadas después de haberse estrenado en un canal de cable local, MDQ parece tener cuerda para rato. ¿Cuál es la fórmula? Arranca Eugenio: “Alguna vez, alguien muy importante de la TV nos dijo que los que están del otro lado no entienden nada. Sin embargo, nosotros seguimos haciendo MDQ con el mismo amor y responsabilidad de cuando lo hacíamos para 400 personas en el cable de Mar del Plata. No creemos que la gente sea idiota. Y no tenemos dudas de que si uno hace TV para idiotas, se termina por transformar en un idiota”. Y cierra la nota Culini: “Si por nosotros fuera, seguiríamos haciendo MDQ hasta con bastón. Aunque hayamos pasado el umbral de edad –ya superamos los 35–, aún seguimos conservando vivo el chico que todos llevamos dentro”. Imposible contradecir a quienes hicieron de su propia vida uno de los más originales programas de TV.

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