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Sábado, 22 de octubre de 2011
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The Invention of Dr. NakaMats, por Infinito

El gran inventor de sí mismo

Yoshiro Nakamatsu es un inventor japonés con un record de 3357 patentes, según enumera el divertido documental del realizador danés Kaspar Astrup Schröder, que durante el año pasado paseó por varios festivales del rubro, entre ellos el Hot Docs canadiense.

Por Horacio Bernades
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Como Maradona, el Dr. NakaMats habla orgullosamente de sí mismo en tercera persona.

“Esta es la puerta de entrada a la casa del Dr. NakaMats”, dice sin disimular su orgullo el Dr. NakaMats, quien –como Maradona– habla de sí mismo en tercera persona. Y que no se llama NakaMats, dicho sea de paso: ése es su nombre artístico. El verdadero no es muy distinto, pero aparentemente el otro tiene más glamour. O más matemáticas, que en inglés se apocopa mats. NakaMats se llama Nakamatsu. Yoshiro Nakamatsu. Lo de “nombre artístico” es una licencia: el hombre no es artista, sino inventor. Inventor con un record de 3357 patentes, según enumera prolijamente; 3357 hasta hace dos años, cuando tenía sólo 80: vaya a saber cuántas patentes sumó el doctor desde entonces hasta hoy. De 2009 es The Invention of Dr. NakaMats, documental sobre este colorido personaje que el canal Infinito estrenará mañana, con repetición el próximo sábado.

Algunos de los 3357 inventos del doctor NakaMats serían el diskette (el viejo diskette, aquel grandote, de ocho pulgadas), el Cerebrex (ver detalles más abajo), una poción erótica llamada Love-Jet, unos zapatos saltarines llamados Pyon-Pyon y la peluca de autodefensa, que se saca y se lanza. Como hacía, en Dedos de oro, cierto asesino (tan oriental como Nakamatsu), con la diferencia de que allí no era peluca, sino sombrero afilado. El Cerebrex es un sillón con casco, en el que el interesado inserta la cabeza (como le hacían a Schwarzenegger en El vengador del futuro) y que enfría el cerebro y calienta los pies. Se supone que el doblete de temperaturas permitiría activar las funciones cerebrales. Además, NakaMats inventó un profiláctico que contiene un imán, que produciría estimulaciones eléctricas sobre las paredes vaginales. En cuanto al Love-Jet, de 10 mil mujeres encuestadas en los testeos de prueba, en el documental aparece una que confirma, estilo aviso de jabón en polvo, que la poción de NakaMats calienta mejor.

“Yo tengo 3357 patentes, Edison llegó apenas a mil y pico”, dice a cámara el sonriente NakaMats, antes de sacarse fotos con “gente común”, que hace la V de la victoria. No se trata de la V, en verdad, sino del gesto de two, nuevo juego de palabras con el apellido del SuperEdison nipón, pronunciable como NakamatTwo. Lo cual confirma que el hombre es un verdadero inventor. Inventor de eslóganes, juegos de palabras, fórmulas publicitarias. Si algo deja claro el documental del danés Kaspar Astrup Schröder (que durante el año pasado paseó por varios festivales del rubro, entre ellos el Hot Docs canadiense) es que Nakamatsu es un showman, un obseso del marketing, el inventor de sí mismo. El hombre no para de producirse, mostrarse, hablar de él (en tercera persona). En un momento se cruza con una secretaria. La mujer, sorprendida por la cámara pero sumisa como una geisha, tiene tiempo, antes de salir corriendo, de atarle el nudo de la corbata amarillo-furioso (que hace juego con un pañuelito que, al estilo Guillermo Nimo, asoma del bolsillo superior del ambo).

NakaMats muestra el living de su impresionante piso de Tokio, donde vive con mujer e hija (el piso parece salido de Futurama, las mujeres se comportan como domésticas). Durante una convención arma un karaoke, que para algo lo inventó. Se presenta en la tele. Se deja festejar en su octogésimo cumpleaños. Promete llegar a los 144. Dice dormir cuatro horas por día, ignorando olímpicamente que un argentino patentó bastante antes ese invento. Asegura ser uno de los doce hombres que más cobran por sus presentaciones en el mundo entero (y da toda la sensación de que todo lo que hace, lo hace para llegar a ese punto). Va a recoger el Premio Nobel de la Nutrición, que le dieron por haber fotografiado todas y cada una de las comidas que consumió durante los últimos 34 años.

¿Para qué las fotografías? Para sintetizar, tras un sesudo análisis molecular, los 55 componentes que tendrá su elixir para la salud. Ahí se lo ve a Nakamatsu, sacando la camarita y fotografiando sushi, mientras desayuna y almuerza, mientras merienda y cena, en compañía de sus sonrientes esposa e hija. ¿Premio Nobel, dijo? No, perdón, no era el Nobel sino el Ig Nobel, que la revista Annals of Improbable Research otorga a proyectos “que primero hacen reír, y después hacen pensar”. Un justo premio para el doctor Yoshiro Nakamatsu.

* The Invention of Dr. Nakamats se verá por el canal Infinito (55 de Cablevisión, 49 de Telecentro y 748 de DirecTV), mañana a las 20 y el sábado 29 a la 1 de la madrugada.

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