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Jueves, 21 de junio de 2012
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Mañana comienza la segunda temporada de Falling Skies

“Hay una fascinación con el fin de la civilización”

Noah Wyle, Drew Roy, Moon Bloodgood y Chris Cunningham, protagonistas de la serie, hablan sobre el atractivo de esta historia de invasión alienígena, la permanencia de la ciencia ficción y sobre cómo es trabajar en un proyecto producido por Steven Spielberg.

Por Roque Casciero
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“En la primera temporada hubo que establecer a los personajes, pero ahora es acción y más acción”, dicen los protagonistas de Falling Skies.

Desde Los Angeles

La mañana en Santa Mónica parece sacada de una tarjeta postal o de una canción de los gloriosos Beach Boys: el muelle, allí donde termina la vieja ruta 66, todavía no está repleto de chicos que quieren subirse a la montaña rusa o la vuelta al mundo, pero con el sol picante la madera absorbe rápido el agua con la que la lavan. Nada en esta imagen podría estar más en las antípodas de la Boston invadida por aliens que es el campo de batallas donde está ambientada Falling Skies, la serie de ciencia ficción producida por Steven Spielberg y Dreamworks Television, que TNT y Space estrenarán en simultáneo mañana a las 22 (con un capítulo doble). Pero es en Los Angeles donde los protagonistas y algunos de los que están detrás de cámara han convocado a la prensa de todo el mundo para presentar la segunda temporada del programa. En los estudios Zoic, más precisamente, donde se hace la animación por computadora (o CGI) y donde se generan las imágenes por motion capture. Allí, el principal atractivo para los periodistas es Noah Wyle, quien fuera el doctor Carter en E.R. Emergencias y que en Falling Skies encarna a Tom Mason, un profesor universitario al que el ataque extraterrestre deja viudo y con uno de sus tres hijos capturados por los invasores. A su lado está Drew Roy, quien interpreta a Hal Mason, el primogénito de Tom; en otra parte del estudio charlan Moon Bloodgood (la doctora Anne Glass) y Chris Cunningham (el renegado John Pope), y en una tercera sala se encuentran los productores ejecutivos Remi Aubuchon, Justin Falvey y Darryl Frank.

La primera temporada de Falling Skies comenzó de manera simple y magistral: el informe de situación fue resuelto en un par de minutos a través de los dibujos de Matt, el más chico de los hijos de Tom. Así, el televidente se enteró de que el 90 por ciento de la humanidad había sido arrasado durante el ataque alienígena, que ya no existía electricidad ni tecnología, y que había dos tipos de invasores, los skitters (una suerte de insectos enormes de seis patas) y los mechs (robots). Matt, Tom y Hal eran parte del “Segundo de Massachusetts”, una suerte de milicia liderada por el capitán Dan Weaver (Will Patton), que peleaba como podía contra los extraterrestres. Ben, el hijo del medio, había sido capturado por los enemigos: a los jóvenes les colocaban una suerte de “arneses” biotecnológicos con los que los manejaban como esclavos. Luego, la familia recuperó a Ben y la resistencia logró algunos avances contra los aliens, pero en el cierre de la primera temporada un Overlord (enormes humanoides de piel gris que son quienes en realidad controlan a skitters y mechs) “invitó” a Tom a “dialogar” en su nave porque no entendía cómo los humanos seguían combatiendo.

Tres meses después, cuando todos en el 2nd Mass perdieron las esperanzas de volver a ver al barbado Tom, los aliens lo dejan ir, no sin antes anunciarle que la única opción de supervivencia para los humanos es aceptar autoconfinarse en una suerte de gueto. “Tom va a la nave espacial por las mejores razones, esperando negociar o al menos obtener información sobre cómo poner en riesgo a los aliens, pero eso finalmente es un error enorme”, explica Wyle. “Y vuelve con la convicción de que no hay negociación posible, de que lo único que quieren los aliens es la aniquilación de los humanos. Hay una claridad que le aporta ese conocimiento, porque no puede hacerse más ilusiones. Entonces, regresa más reconciliado con la forma de proceder y la ideología de Weaver: se da cuenta de que esto es una confrontación militar, entonces no se puede andar imaginando qué clase de mundo se podrá crear después de la batalla. Tom vuelve menos académico y más realista.”

Tanto Wyle como Cunningham usan la frase “ahora hay mucho más en juego” para describir los cambios que se produjeron entre las dos temporadas. “En la primera temporada hubo que establecer a los personajes, dar a conocer un poco de quiénes son, pero ahora es acción y más acción”, se entusiasma el actor que encarna a Pope. “El personaje de Moon, por ejemplo, era una pediatra, pero ahora es una médica de combate hecha y derecha. Tom era un profesor universitario, ahora es el líder de un grupo de resistencia militar. No es como antes, que todavía quedaba una sombra de lo que eran en el pasado: ahora son lo que son y nada más. Desde el primer guión me di cuenta de que ahora están más indefensos y desesperados. No hay tanto ‘Yo te quiero, ¿vos me querés?’ Hay menos esperanza en esta temporada, lo cual tiene sentido: en la primera todo había sucedido hacía poco, todavía uno podía aferrarse a algo, pero ahora... Hay más sangre, más profundidad, más tripas y más oscuridad.”

–En el final del primer capítulo, Pope manifiesta dudas de que Tom haya vuelto igual después de estar en la nave. ¿Habrá confrontación por eso?

Chris Cunningham: –Definitivamente. Todos están extremadamente contentos de que Tom haya vuelto y hay una celebración, pero Pope piensa distinto.

–Pero es de sentido común pensar que los aliens no van a soltar a Tom porque sí.

C. C.: –¡Exacto! Pero Pope es el único que pregunta en voz alta qué carajo les pasa. Tom estuvo tres meses dentro de la nave ¿y nadie le va a preguntar por qué está de vuelta? Todos están súper felices, a nadie parece importarle. Así que, sí, va a haber confrontación. Ya había dificultades antes entre ellos, ahora Pope no va a confiar para nada en Tom porque piensa que va a hacer que los maten a todos. En la segunda temporada, Tom se convierte en una amenaza mucho más grande de lo que alguna vez pudo haber sido Pope. Y éste empieza a decir: “¿Por qué me miran a mí? Yo no estuve pasando el rato con los aliens durante los últimos tres meses? ¡Están locos!”.

Un tal Steven Spielberg

Wyle conoció a Spielberg hace años, porque el legendario director de Encuentros cercanos del tercer tipo y la saga de Indiana Jones también fue productor de E.R. Emergencias. El actor confiesa que, aunque no recibió directivas sobre cómo encarnar a Tom directamente de Spielberg, éste tuvo mucha influencia en darles la forma a los personajes en los guiones y la historia general. “En realidad, tuve una conversación telefónica con él antes de que filmáramos el piloto, en la que me dijo que había pensado en el personaje de Tom Hanks en Rescatando al soldado Ryan como prototipo para mi personaje”, recuerda.

Dos de los productores ejecutivos de Falling Skies llevan dieciséis años trabajando junto a Spielberg. “Para Darryl (Frank) y para mí es todo un privilegio”, se enorgullece Justin Falvey. “Steven es un jefe que te inspira, un narrador de historias, un humanista... Es fantástico. Además, él ve todo, se involucra seriamente con el programa desde el primer día. Es su idea y está metido en todo: lee cada guión, ve cada secuencia, toma notas, propone efectos visuales.” Remi Aubuchon, el otro productor ejecutivo presente en la rueda de prensa, fue contratado para la segunda temporada y no conocía en persona al director de E.T.: “Para ser honesto, no sabía qué esperar cuando me contrataron para este proyecto. Por supuesto, estaba nerviosísimo cuando tuve mi primer encuentro con él, pero de lo que me di cuenta muy rápido fue que él te inspira sin tener que decir demasiado. Eso es fascinante. En la segunda conversación que tuvimos, de repente nos pusimos a hablar sobre películas de ciencia ficción de los años ’50 como The Tingler o Angry Red Planet, y contábamos anécdotas e historias. De esas conversaciones salieron tres historias muy sólidas que fueron incorporadas a esta temporada”.

“Cuando hacemos efectos visuales, Steven siempre piensa en pequeños detalles que los hacen más reales, como usar tal o cual lente, o incorporar algo”, toma la posta Frank. “Se mete en todos los aspectos, desde el diseño de producción y el guardarropa hasta el casting. Se involucra en todo porque su nombre figura ahí, pero además porque lo adora: dice que ésa es su parte favorita del día, lo mismo que cuando se junta a tirar ideas libremente. Por ejemplo, cuando estábamos viendo de qué modo terminar esta temporada, teníamos una idea de cómo hacerlo, pero queríamos saber qué veía él en su mente, porque siempre te sale con dos o tres ideas geniales. Después tenemos que pensar cuáles podemos llevar a cabo, porque además entiende que los presupuestos de televisión no son los mismos que del cine. A él lo impresiona mucho lo que se puede lograr en televisión con un presupuesto más acotado. Una sola toma de una película puede llevarnos el presupuesto de todo un episodio del programa, por ejemplo. Y a Steven le gusta encontrar modos de hacerlo de otra manera, con un presupuesto menor pero sin perjudicar la calidad.”

El fin de la civilización

“En esta temporada todos queríamos que hubiera más interacción con los aliens, parecía apropiado por la dirección en la que íbamos con las historias”, explica Aubuchon. “Pero una vez que decidís eso, atrás viene un presupuesto. Entonces, lo que hicimos fue juntar nuestras ideas hasta lograr un plan sólido, que involucra titiriteros (para las patas de los skitters), CGI y motion capture. Por ese motivo, logramos tener mucha más interacción con los aliens en esta temporada.”

Un periodista francés pregunta cuán a menudo los actores ven a los aliens y Wyle aprovecha para colar una humorada: “¿En la vida real? Vivo en California, los veo todo el tiempo...” Pero después explica que la mitad del tiempo los actores trabajan con un actor disfrazado y la otra mitad con la bendita pantalla verde que se utiliza para cruzar animación con filmación real. “Lo de la pantalla verde no me resultó nada fácil, había hecho muy poco trabajo de ese tipo, pero es un músculo: cuanto más lo ejercitás, mejor te volvés en eso”, afirma. “Lo más complicado es cuando tenés seis o siete actores en la misma escena y todos tienen que reaccionar a algo que no está allí, pero todo tiene sus ventajas y desventajas. Ambas consumen muchísimo tiempo. Yo prefiero trabajar con el tipo disfrazado, me parece más intenso, simplemente porque está allí, en lugar de una pelota de tenis en la punta de un palo. De todos modos, lo que hacen estos tipos en este edificio (el estudio Zoic) es increíble, por lo general mejora el programa hasta un grado superior al que podemos lograr en el set.”

–Como actores, ¿cómo se trabaja con una situación totalmente irreal como la de una invasión alien?

Noah Wyle: –Tenemos muchos especialistas sobre cómo reaccionar a los aliens, especialmente en las secuencias en las que no están ahí. Lo que nos dijeron fue que pensáramos en los aliens como si nos plantáramos frente a un espejo y viéramos los aspectos de nuestra personalidad que más nos avergüenza mostrar; de ese modo, la relación de cada personaje con los aliens es personal. En cada encuentro con los aliens, Tom se enfrenta también a sus fallas como padre y esposo, al confort que implicaba ser un académico y no tener que comprometerse con el mundo, y pasar de eso a tener que aceptar responsabilidades y liderazgo.

Drew Roy: –Claro, cada uno tiene su visión. Lo que yo uso para reaccionar es que están tratando de hacerle algo a mi familia; tengo hermanas, entonces pienso que alguien quiere lastimarlas.

–¿Por qué creen que hay tantas películas y series acerca del fin de la civilización?

N. W.: –Porque estamos cerca de eso... (risas). Creo que siempre existe una fascinación con el tema, que va en paralelo con los logros tecnológicos, ya sea la llegada a la Luna o la creación de armas atómicas. Cada uno de estos hitos en la historia tiene relación directa con el crecimiento del interés por la ciencia ficción. Es una cuestión de temores y esperanza: hay algo que puede salvarnos, hay algo que puede destruirnos. Y creo que estamos en uno de esos momentos.

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