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Sábado, 20 de octubre de 2012
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MAÑANA COMIENZA LA SEGUNDA TEMPORADA DE HOMELAND

Esa rubia debilidad de la CIA

La serie, que se llevó seis estatuillas –de las importantes– durante la última entrega de los Emmy, regresa a la pantalla de FX. Y aunque la agente Carrie Mathison ha sido despedida porque salió a la luz que es bipolar, la Agencia la necesita y ella vuelve al ruedo.

Por Emanuel Respighi
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Claire Danes y Damian Lewis ganaron sendos Emmy por sus papeles en Homeland.

Aunque no haya día en que se lo deje de extrañar a Jack Bauer, ya es hora de señalar, sin miedo a que una banda de fundamentalistas de 24 le salte a la yugular, que el agente de la CTU tiene en Carrie Mathison a una digna reemplazante. Más humana e intelectual, es verdad. Pero también dispuesta a todo. La rubia con trastornos de personalidad ha dado claras pruebas durante la primera temporada de Homeland de que no tiene miramientos ni sigue las reglas del establishment de seguridad con tal de desbaratar cualquier tipo de operación terrorista que amenace a Estados Unidos. Su fragilidad psíquica la equilibra con su perseverancia (¿terquedad?) y determinación cuando una idea se le mete en su cabeza. Y pobre del que quiera amordazarla y silenciarla. Inestable a la vez que sagaz, Carrie resulta ser una suerte de versión femenina y más humana del todopoderoso Bauer. Y es en esa construcción del personaje –brillantemente interpretado por Claire Danes– desde donde Homeland logró convertirse el último año en el más grato estreno televisivo. Una cualidad que parece mantenerse en la segunda temporada, que FX estrena mañana a las 22.

Una rubia debilidad. Esa es una posible y certera definición para describir las razones de la atracción que Homeland despertó en los televidentes de aquí y del resto del planeta. Es que pensar la seguridad del mundo –o de Estados Unidos, mejor dicho– en manos de una agente bipolar, que se “empastilla” por sus propios medios, es un gancho suficiente para darle crédito a una serie sobre espionaje. Sin poder solucionar su propia vida, Danes se empecina en intentar salvar al mundo a fuerza de intuición y conocimientos deductivos. ¿Basta con eso? No. Mucho menos si, además, su estado psíquico no le juega siempre una buena pasada y le hace tomar malas decisiones, como acostarse con el principal sospechoso de ser el contacto interno de una célula terrorista de Al Qaida. Su escaso apego al protocolo y el conocimiento público de su enfermedad fueron los motivos por lo que en la primera temporada Carrie terminó siendo expulsada de la CIA e internada en una clínica psiquiátrica, sometida a electroshocks pedidos por ella misma para acomodar su cerebro. El detalle es que el tratamiento también hace que pierda el recuerdo de la valiosa información que almacena en su mente y que algunos no quieren que vea la luz.

Para quienes siguieron las mil y una peripecias de Carrie durante la primera temporada, la escena que abre este segundo año parece irreal: despedida de la CIA y tras el tratamiento psiquiátrico, la rubia elige hoja por hoja las verduras de la huerta de la casa de sus padres con las que esa noche cocinará una lasaña para su familia. Intentando reconstruir su vida y trabajando como profesora de inglés para extranjeros, Carrie parece hacer oídos sordos a la última noticia que en ese instante escupen los noticieros: miles de personas se manifiestan frente a las embajadas de Estados Unidos en Medio Oriente, en repudio al ataque israelí a cinco supuestas centrales nucleares iraníes, que dejaron un saldo de tres mil muertos. En su estado –o eso es lo que aparenta–, la rubia ni se inmuta con lo que escucha en la TV, pese a lo esfuerzos –en vano– de su padre y su hermana por evitar que esté al tanto de lo que sucede en el mundo.

Pero como Homeland es ficción y la TV necesita de historias en las que suceden cosas, ese mundo ideal de recuperación con el que Carrie y su familia soñaron se derrumba en un instante. O, mejor dicho, en un llamado: del otro lado de la línea, su antiguo jefe de la CIA le pide que encabece una operación en Beirut porque tienen la información de que células terroristas intentarán vengar los ataques que difundían los noticieros con un atentado en suelo norteamericano. “Serán sólo 72 horas”, le dicen. Inicialmente ella dirá que no, pero no podrá resistir a su verdadero instinto, ese que no le pudieron borrar con los electroshocks porque no lo lleva en su mente sino en su alma: su vocación como investigadora. Claro que esa operación sufre sus complicaciones y sin darse cuenta Carrie –la que todos conocen, la traumada pero brillante agente– estará nuevamente en acción. Y su débil cabeza volverá a sufrir las consecuencias de su arduo trabajo.

Basada en la serie israelí Hatufim (algo así como Prisionero de guerra), de Gideon Raff, Homeland mantiene en esta temporada la lucha de los agentes federales contra las células terroristas. Nuevamente, Nicholas Brody (Damian Lewis), el ex marine que fue liberado tras ocho años de estar prisionero en Irak –y que ya se sabe fue reclutado por Al Quaida para ejecutar su plan terrorista en “el país de la libertad”– volverá a ser el contacto a desenmascarar. Claro que si antes no le llevaban el apunte a Carrie, mucho menos se lo llevarán ahora, cuando tiene status oficial de “insana” y Brody es un congresista en ascenso que acaba de ser anunciado como precandidato a vicepresidente. La ambición política de Brody será, tal vez, la llave para que algunos secretos salgan a la luz y, esta vez, Carrie logre demostrarle al mundo que no estaba equivocada. Aunque sí un poco loca.

Con menos dosis de adrenalina que 24, pero con una trama con el potencial de poder disparar para cualquier lado, Homeland comienza una nueva temporada en la que debe reafirmar todo lo (bueno) hecho el año anterior, que le permitió obtener seis estatuillas en los últimos premios Emmy (entre ellos, mejor drama, guión, y actor y actriz protagónicos). El primer episodio parece demostrar que todavía Claire Danes tiene muchos matices para aportarle a su agente de inteligencia. Carrie Mathison y sus problemas están de vuelta. Y ésa es una grata noticia para dejar descansar a Bauer mientras se sigue frente al televisor con la tensión bien alta.

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