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Lunes, 14 de enero de 2013
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El canal Europa Europa emitirá un ciclo de cuatro biografías notables

Dolores y placeres del espíritu francés

Los lunes y martes de enero la invitación es a sumergirse en las vidas de personalidades de la cultura francesa como el Marqués de Sade, Georges Brassens, Boris Vian y Jean Vigo. Personalidades que, cada cual a su modo, se rebelaron contra lo establecido.

Por Horacio Bernades
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Sade es, de las cuatro películas del ciclo, la que ostenta más pergaminos.

Uno subvirtió la moral burguesa al fusionar, en su literatura, placer y dolor, escatología y goce, sexo y muerte. Otro celebró el placer, el ocio y la pereza como remedios infalibles frente a la enfermedad del trabajo. Los dos restantes hicieron del amour una forma de la anarquía, el absurdo, la liberación de la lógica. Lo que está claro es que tanto Sade como Georges Brassens, Boris Vian y Jean Vigo lograron representar, como pocos, un esprit francés en el que la joie de vivre se manifiesta como rebelión ante el poder, la lógica, la razón cartesiana. El canal de cable Europa Europa les dedica un ciclo de biografías de ficción, todos los lunes y martes de enero, con una coda en los primeros días de febrero (ver detalle al pie).

“¿Usted qué prefiere para el desayuno, vitriolo o cianuro?”, le pregunta Raymond Queneau a Boris Vian, el día que se conocen, en un bistró de la Rive Gauche. Ingeniero químico, Vian eligió firmar sus primeros manuscritos con un anagrama: Barón Visi. A Queneau, personalidad de la cultura con un alto cargo en la editorial Gallimard, el seudónimo no lo convence. La novela que Vian le dio a leer sí lo convence. El título también: Escupiré sobre sus tumbas. La Segunda Guerra acaba de finalizar y la cultura estadounidense invade Francia, que acepta esa invasión con un placer que la ocupación no le había causado. A esa altura Vian ya leyó todos los policiales negros venidos del otro lado del Atlántico, publicados justamente por Gallimard. Amante de la cultura estadounidense, la otra especialidad de Vian es el jazz. No sólo por su discoteca, en la que tiene todo lo que va de Bix Beiderbecke al bebop, sino porque además toca la trompeta todas las noches, en la zona del Quartier Latin. Y no lo hace nada mal, por cierto.

Si lo de Barón Visi no va, entonces Vian va a recurrir a otra forma de la duplicación, presentando Escupiré sobre sus tumbas como un policial yanqui, escrito por un negro. El nombre, Vernon Sullivan. El futuro autor de La espuma de los días y El arrancacorazones no sólo se presentará ante Queneau como traductor de la novela, sino que hasta escribirá, de paso, una versión en inglés. Queneau no se chupa el dedo, sabe que Vian y Vernon son la misma persona. Pero si el otro insiste, se la publicará con seudónimo, nomás. Pero el cuerpo editorial de Gallimard no está tan convencido: es el comienzo de la guerra entre el autor de El otoño en Pekín y la cultura oficial francesa. Guerra que V como Vian –título de la película que Europa Europa emitirá en la trasnoche de hoy– narra en simultáneo con la relación del protagonista con su bella esposa Michelle, su amistad con un joven Jean-Paul Sartre, su frecuentación de la intelectualidad parisina, sus fiestas nocturnas. Y su increíble muerte, de un ataque cardíaco... mientras veía la horrible primera versión de Escupiré sobre sus tumbas.

Suspensión de la incredulidad pide a gritos Vigo: Historia de una pasión (Vigo: A Passion for Life), producción británica en la que ese icono hiperparisino que es el realizador de Cero en conducta y L’Atalante habla en inglés. Lo interpreta James Frain, actor especializado en papeles de villano, conocido por la serie True Blood y por Tron, el legado. A su lado, una francesa autentique, la bella Romane Bohringer, haciendo de Lydu, su musa polaca. Dirigida por Julien Temple, reconocido sobre todo por sus documentales de rock (más que ninguno, The Filth and the Fury, seguramente la mejor película sobre el punk rock jamás filmada), puede resultar algo desconcertante que un cineasta tan asociado con la vitalidad, la rebelión y una libertad de espíritu casi adolescente (de hecho, murió a los 29) aparezca aquí como protagonista de un melodrama que incluye tuberculosis, internaciones carcelarias, una madre a la que se niega a reconocer y la fatalidad lisa y llana. Pero también flota por allí la sombra libertaria de su padre, el anarquista español Buenaventura de Vigo, quien supo adoptar el seudónimo de Michel Almereyda, por la sencilla razón de que Almereyda es anagrama de y a de la merde, “hay mierda”. Flota también, sobre el Sena, una inolvidable barcaza llamada L’Atalante.

Realizada en 2000 (mismo año en el que el australiano Geoffrey Rush sobreactuó el mismo personaje en mamarrachosa versión angloparlante), Sade es, de las cuatro películas del ciclo, la que ostenta más pergaminos. Empezando por Daniel Auteuil, que hace del marqués Donatien Alphonse François de Sade. Siguiendo por su realizador, Benoit Jacquot (conocido por La escuela de la carne y de quien en el curso del año se estrenará la muy elogiada El adiós a la reina) y continuando con un elenco con muchos rostros conocidos, al menos por los más frecuentadores: Jeanne Balibar, Vincent Cassel, Grégoire Colin, Marianne Denicourt, Isild Le Besco y Jalil Lespert. Como la versión estadounidense, ésta también elige mostrar a Sade como prisionero. Pero no todavía de la Francia napoleónica, sino de la de Robespierre. Que ve en él, antes que un libertino, algo mucho más sacrílego: un aristócrata, un representante del Antiguo Régimen. Por supuesto que en la misma prisión (una jaula de oro, en verdad, ubicada en un castillo confiscado) hay una virgencita muy corrompible, nobles libertinos y una mujer con la que Sade tuvo un hijo, y es ahora pareja del brazo derecho de Robespierre, el jacobino Fournier.

Brassens, la mauvaise réputation es el título original de la película que Europa Europa emitirá con el título algo más didáctico de Brassens, poeta y anarquista. Emitida un par de años atrás por la televisión francesa, la película muestra al padre de la chanson française antes de las canas y el mostacho que lo hicieron famoso. Pero ya sí con la pipa, al menos en la segunda parte (cuando también empieza a crecerle el bigote). Un Brassens de iniciación, bailando tap en las calles de su Sète natal, conquistando chicas, cometiendo algún que otro robo (seis meses de prisión en suspenso, por tener menos de 20 años), yendo a la guerra y llegando finalmente a París, en tiempos de ocupación. Allí terminará de definir su vocación y se formará de la mano de las lecturas de François Villon, Baudelaire y Apollinaire, mientras colabora con periódicos anarquistas. “Canta mal, toca mal la guitarra, pero a partir de hoy van a amarlo”, dice quien lo presenta, en una de las escenas finales, justo antes de convertirse en esa mezcla de poeta de lo cotidiano y diseur que lo harían inconfundible. Tenía razón la presentadora.

V como Vian se emite hoy a las 24. Vigo: Historia de una pasión, mañana a las 22 y el martes 22 a las 0.10. Sade, el martes 22 a las 22 y el martes 29 a las 0.05. Brassens, poeta y anarquista, martes 29 a las 22 y lunes 2 de febrero a las 24.

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