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Lunes, 29 de julio de 2013
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Ray Donovan, protagonizada por Liev Schreiber

Hollywood se mira el ombligo

Un tipo recio soluciona los asuntos sucios de las celebridades cuando los suyos están por explotar. La serie retrata vicios e hipocresías hollywoodenses, con un trasfondo digno de Clint Eastwood. Se luce el protagonista y también Jon Voight, que encarna a su padre.

Por Federico Lisica
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Ray Donovan es “el gran arreglador de problemas”.

El protagonista de Ray Donovan (lunes a las 21 por HBO Max) es “¡el hombre!”, como le dice una estrella del firmamento hollywoodense. Al aparecer imprevistamente en su mansión, el famoso había querido atacarlo con una katana, pero al darse cuenta de quién se trataba, le pidió que trabajara para él. ¿Por qué Donovan es una celebridad entre celebridades? Porque es un “arreglador” de problemas: el mejor de todos. No llega a ser un limpiador como Harvey Keitel en Pulp Fiction, pero casi. “¿Creés que sos el primero que me cuenta que se ha despertado con un cadáver en la cama?”, le lanza a un atleta al inicio del primer episodio. Donovan es un bostoniano de ley, y se ha mudado a LA para hacer el trabajo que los demás no saben ni quieren, hacer. Capaz de recomendarle a un actor, que tuvo un affaire con una travesti, que se haga pasar por adicto para que no haya demasiado escándalo. “Si estás haciendo una fellatio, siempre serás recordado por eso. Admitís que te drogas, vas a rehabilitación, ningún problema. ¡Qué pueblo de mierda!”, exclama “el jefe” de Donovan, al que recurren los estudios y magnates. Las comillas son porque el personaje interpretado por Liev Schreiber es de los que no tienen empleador. No han pasado ni quince minutos y a todo esto se le suma el asesinato de un sacerdote.

A diferencia de otras series sobre el reviente de la fama, como Californication (un escritor de bestseller en crisis creativa) o Entourage (las fiestas de una celebridad y su séquito), aquí se sigue a un duro trabajador que, sólo en un principio, parece de teflón.

El verdadero asunto de esta ficción, ideada por Ann Biderman (Southland), es la de una familia disfuncional. Su creadora no tiene prurito alguno en mostrar su empatía con dos obras de Clint Eastwood (Río Místico y Million Dollar Baby). Es por eso que Donovan hace malabares para mantener sobrio a su hermano abusado por un cura, el otro regentea un club de boxeo y tiene Parkinson, mientras que su padre (Jon Voight) es un lobo de la mafia al que acaban de concederle la libertad condicional. Un sujeto tan miserable que puede excitarse viendo a una mujer amamantar. Es por eso –y otras cosas más– que el único de los Donovan que ha logrado establecerse lo quiere lejos de los suyos. Y el choque del tren viejo con el nuevo se dará en cuestión de minutos. “Su historia es muy oscura, sus traumas formaron su personalidad, ahí está su masculinidad y sexualidad irresistible. Es un tradicionalista. Uno de la vieja escuela”, definió Schreiber a su personaje, mixtura de la presencia de su mutante en X-Men Origins con el encanto que le dio a su Orson Welles en RKO 281. No habla mucho, pero al atacar es bestial e ingenioso, basta ver el uso que le da a un hoyo de pool para fracturar la muñeca de un poderoso.

A cada escena le sigue un golpe –más de uno bajo–. Cuando la esposa de Donovan larga una sonora carcajada al enterarse de que tiene un cuñado negro, da la sensación de que la serie, por un momento, se está riendo de sí misma. Y no está mal. Si bien algunas líneas y personajes rocen los estereotipos raciales (los inmigrantes irlandeses como recios, creyentes y violentos; los judíos que se ocupan del negocio; los negros, del deporte), todos y cada uno de ellos caen en los vicios e hipocresías del entorno. Como la ex figura de Disney, hoy una comehombres, a la que sus padres la dejaron sin un dólar. Por ahí también aparece un acosador que no puede con su mal. Ray, bate en mano, le había advertido que no volviera a molestarla y en la última escena queda claro que es hombre de palabra.

Dirigida por Allen Coulter (Los Soprano), la serie tiene un encanto seco; hay tramos musicalizados con jazz junto a panorámicas de una ciudad soleada y podrida. La ficción, original de la señal Showtime, le significó a esa cadena su estreno de mayor éxito en Estados Unidos, por lo que a los doce capítulos pautados se le sumará una segunda temporada en 2014. Es que cuando Hollywood se mira al ombligo tiene material de sobra, basta mencionar a Mel Gibson, Britney Spears, Amanda Bynes, Charlie Sheen y Bryan Zuriff. ¿Quién es el último? Uno de los productores ejecutivos de Ray Donovan, recientemente investigado por arreglar apuestas y por lavado de dinero.

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