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Miércoles, 18 de diciembre de 2013
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Soren Sveistrup, creador de la serie The Killing

Asesinatos, frío y pulóveres

El autor danés escribió la versión original del programa, en el que una detective que usa toscos suéteres resuelve crímenes contra chicas adolescentes. La remake norteamericana, protagonizada por Mireille Enos, puede verse los domingos a las 23.30, por AXN.

Por Javier Aguirre
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En la versión norteamericana, la detective Sarah Linden es interpretada por Mireille Enos.

Climas helados, oscuros, silenciosos, opresivos y con una humedad que cala las osamentas, todo muy en sintonía con el estado de ánimo de quienes investigan asesinatos cuyas víctimas son chicas adolescentes. La sensación de opresión que rodea la serie The Killing es también temporal; cada episodio supone una jornada en la investigación, con verosímiles y desesperantes vaivenes de ritmo y progresos: es que todos los días no pueden tener la misma importancia, ni en la vida real ni en la ficción. Este policial negro y angustiante se enmarca en la floreciente línea de ásperos relatos nórdicos –hola Wallander, chau Millennium– que trascienden las heladas fronteras del Báltico para tener su remake angloparlante, ya sea en Inglaterra o, como en este caso, en Estados Unidos. Página/12 dialogó con el autor danés Soren Sveistrup, creador de la serie dinamarquesa original (Forbrydelsen) y productor de su adaptación norteamericana The Killing (la que se ve aquí, en su segunda temporada, los domingos a las 23.30 por AXN), cuya acción fue convenientemente mudada a Seattle, ciudad del extremo noroeste norteamericano, donde –además de los guiños al grunge– la similitud climática con el gélido norte europeo permitió mantener una de las inesperadas vede-ttes de la serie: el vestuario. Es que los toscos pulóveres de lana gruesa que caracterizan a la protagonista, la detective Sarah Linden, se convirtieron en un inesperado clásico entre fans de la serie, animan revistas de tejidos y sitios especializados en lanas y amenazan con convertirse en un nuevo aporte del género policial a la moda, acaso recogiendo la tradición del impermeable de Columbo o del sombrero de caza de –su majestad– Sherlock Holmes. Así, el parecido térmico entre Seattle y Dinamarca garantizó que los suéteres marca registrada de la detective original (la actriz danesa Sofie Grabol) también le calzaran justo a su par estadounidense (la atribulada rubia Mireille Enos, compañera cazazombies de Brad Pitt en Guerra Mundial Z).

–En The Killing todos parecen pasarla mal: problemas personales, falta de sueño, escenografías opresivas, frío, por no hablar de los crímenes violentos... ¿Cómo hacer para que, con todo eso, la serie resulte disfrutable?

–Es una combinación de cosas, un ensamble, como una orquesta tratando de tocar la misma melodía. Traté de escribir algo que me resultara atractivo, o atrapante, para ver. Y, por supuesto, quise evitar todo lo posible los clisés, ya que los conozco bien, puesto que soy fan del género policial. Tenía mucha ambición con esta serie y resultó algo increíble para mí.

–¿Qué aspectos del personaje principal, la detective Sarah Linden, le parecen más distintivos?

–Me gusta que sea tan silenciosa, que no le preocupen los modales ni la gente a su alrededor. Ella tiene muchos problemas para comportarse en sociedad, da ventajas en ese sentido. Y como son problemáticas comunes a las que sufre mucha gente, ayudan a sentirse cerca de ella.

–¿Qué diferencias encuentra entre las versiones danesa y norteamericana de la serie?

–La distinta cantidad de episodios obligó a ajustar algunas cosas del relato (en Estados Unidos, la temporada tenía que ser necesariamente de 13 capítulos y hubo que adaptarla, por decisión empresarial). Son muy similares, pero con cambios. La sociedad norteamericana es muy diferente de la danesa. El ejemplo más claro, por tratarse de un relato policial, es que en Dinamarca los oficiales de policía no siempre llevan armas... y ése no es precisamente el caso de la policía estadounidense. Hay un tono especial de melancolía en todos los países escandinavos y una gran preocupación ante los problemas reales y potenciales de la sociedad, un genuino interés por la vida real, cotidiana... Además de un humor muy seco. Todo eso cruza el océano.

–En las tres temporadas de The Killing los crímenes a resolver son asesinatos de chicas adolescentes. ¿Por qué elige específicamente esas víctimas?

–Todos sentimos simpatía, piedad, comprensión por las víctimas y por sus familias. No hay nada más triste que la muerte de los chicos, de los inocentes. Es nuestra peor pesadilla.

–¿Cómo explica la repercusión generada por el vestuario de Sarah?

–Al principio, no podía entender por qué se armó ese interés casi obsesivo por los suéteres de Sarah, en los modelos que utilizaba, y hasta llegó a irritarme un poco, porque me parecía que terminaba reduciendo el programa a una discusión sobre moda. Pero luego entendí que es un gran componente para el personaje y me pone muy orgulloso. La idea del suéter fue una elección de Sofie Grabol, quien ayudó mucho en la composición de la Sarah original, y funcionó brillantemente para el personaje porque lo hizo muy diferente de la arquetípica detective femenina de la televisión, que usa tacos altos y que está armando una cita con el forense mientras resuelve los casos de homicidio con la mano izquierda. No necesitábamos pensar en cómo hacer que Sarah fuera sexy o femenina, porque Sofie tiene ese brillo especial a su alrededor que se destaca siempre, más allá de cómo se vista.

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