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Domingo, 17 de enero de 2016
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PABLO ECHARRI Y MIGUEL ANGEL SOLA HABLAN DE LA LEONA

“El amor no debe opacar ni aplastar al conflicto social”

Actores comprometidos con su profesión y con el mundo que los rodea, formarán parte del elenco de La Leona, la telenovela que mañana estrena Telefe. El tema de la incertidumbre laboral atraviesa la trama, en la que se da, según Solá, “un amor luchado, un amor perro”.

Por Emanuel Respighi
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Echarri encarna al dueño de una consultora. Solá a un empresario. Pero la “Leona” será Nancy Dupláa.

Las telenovelas suelen contar historias idílicas. El cuentito de amor entre los amantes eternos, que se anteponen a todos los obstáculos posibles, parece ser una fórmula que (casi) nunca fue profanada por los productores televisivos. La idea de plasmar en pantalla historias de amor con finales felices siempre resultó una tentadora manera de contrarrestar los pesares que la vida real le impone a los amantes de carne y hueso. La vida nunca es un cuento de hadas. Mucho menos cuando de amor se trata. En tiempos en los que la ficción televisiva de largo recorrido debe reinventarse para no perderse entre el consumo voraz de la era de Internet, la telenovela debe permitirse construir otro tipo de historias. En esa búsqueda parece situarse La Leona, la telenovela que mañana estrena Telefe (lunes a jueves, a las 22). “Es una novela en la que el amor no lo es todo”, cuenta Pablo Echarri, el protagonista de la ficción en la que comparte cartel con Nancy Dupláa, su pareja desde hace 15 años. “La Leona tiene una trama que no se regodea en el romanticismo”, agrega Miguel Angel Solá, durante la entrevista que ambos actores le concedieron a Página/12.

Distintos pero similares. Esa es la sensación que el cronista se lleva tras hora y media de charla. Actores comprometidos –con su profesión y con el mundo que los rodea–, Solá y Echarri no son de regalar respuestas sin antes pensarlas y procesarlas en sus cabezas. No se precipitan al hablar. Se toman su tiempo para decir. A cada pregunta, le sigue un silencio que puede durar varios segundos. Respetuosos uno del otro, se miran antes de tomar la palabra, otorgándose el aval para comenzar a hablar con la simple expresión de sus ojos. La complicidad entre ellos parte de una base: hay que hablar sólo cuando lo que se tiene para decir es más interesante que guardar silencio.

Coproducción entre El Arbol y Telefe, La Leona cuenta la vida de María Leone (Dupláa), una trabajadora que se pone al frente de sus compañeros y vecinos para defender las fuentes de trabajo en la Textil Líberman, envuelta en una extraña situación económica. En ese proceso, María dejará de ser una operaria más para constituirse en la líder de sus compañeros, pese a la opinión de su familia. El conflicto ubicará en la otra vereda a Franco Uribe (Echarri), que está al frente de la consultora contratada por el mismo dueño de la textil, Klaus Miller (Solá), para vaciarla y quebrarla. La problemática social que trae aparejada la incertidumbre laboral entre los empleados, las contradicciones del amor entre los líderes que están de uno y otro lado del escritorio, se entrelazan en la historia escrita por Susana Cardozo y Pablo Lago. Esther Goris, Ludovico Di Santo, Mónica Antonópulos, Peter Lanzani, Juan Gil Navarro, Susú Pecoraro, Hugo Arana, Patricia Palmer, Marco Antonio Caponi, Dolores Fonzi, Martín Seefeld, Andrea Pietra, Julia Calvo y Andrea Rincón son algunos de los actores y actrices que forman parte del elenco.

“En las novelas que me gustan hacer a mí, el amor no lo es todo, si bien lo es en la vida”, afirma Echarri, ante la consulta de cómo evitar ser “original” sin salirse del género. “En La Leona el amor es protagonista, pero se le da espacio a conflictos que trascienden la relación amorosa entre dos personas. Si nos situáramos solamente en el amor, estaríamos desperdiciando toda la riqueza que la telenovela nos permite. En las novelas en las que participo, el amor suele quedar en segundo plano. Será porque soy muy poco romántico. El romanticismo no es algo que me atraiga a la hora de contar o de ver. Somos un poco pecadores dentro del género. El amor no debe opacar ni aplastar al conflicto social, porque si no las historias se parecen demasiado a las antiguas de las 2 de la tarde”, puntualiza.

–¿Es posible hacer telenovela sin hacer foco en la historia de amor?

Miguel Angel Solá: –En La Leona hay amor, por supuesto. Pero es un amor luchado, un amor perro, un amor real, teñido por la decepción de que cuando finalmente llega, uno está fundido. El amor en La Leona es doloroso. No es un amor desgarrador, pero sí un amor que cuesta. El amor es la única invención del ser humano. No hay otra. Todas las demás invenciones son consecuencias prácticas. En la prehistoria, era mucho más fácil esperar detrás del árbol hasta que aparezca el celo y listo. La desaparición de los sentidos, quizás producida por la necesidad de alimentarse de los hombres, que terminó cauterizádolos, donde ya no se olía el olor a hembra y no había un celo preciso y concreto, llevó a que el amor empezara a ser también una forma de cariño. La relación de afecto, de querer estar con esa persona, inventó al amor. En La Leona, en todo caso, lo que no hay es un regodeo del romanticismo.

Pablo Echarri: –La telenovela de hoy debe sentar a la mujer y al hombre frente a la pantalla. Hay que construir contenidos más complejos.

–Echarri, ¿cómo fue construir un amor ficticio en pantalla, capaz de trascender al que usted tiene con Dupláa en la vida real?

P. E.: –La historia de amor de la pareja central debía ser adulta. Teníamos que construir una historia amorosa que pudiera trascender a la que con Nancy tenemos en la vida real, desde hace 15 años y conformando una familia constituida. Debía ser una historia de amor sorprendente para que el espectador supere la pareja de la vida real que conformamos con Nancy. La forma que encontramos fue la del antagonismo de los personajes. María y Franco tienen intereses contrapuestos, desde el principio de la novela hasta el final. El botín de ambos es la fábrica. Esa era una buena manera de poder introducir al público a una forma distinta de ver cómo nos podíamos relacionar. El riesgo era que el público vea en María y Franco a Nancy y Pablo. Si se veían los actores y no a los personajes, estábamos en problemas. Por eso construimos un amor maduro. No son dos enamorados eternos.

–Tampoco podían plantear un amor adolescente entre los personajes. Los años pasan para todos.

P. E.: –La historia de amor no está acompañada de la belleza de la eterna juventud, que es tan tentadora muchas veces para los productores. En general, los productores tienen una imagen de un actor o de una actriz y siempre los quieren llevar al momento que más brilló en su carrera. Y eso muchas veces hace que se construyan personajes que están desfasados de la realidad. En La Leona el amor se pelea a diario. Nadie se enamora de un flechazo. Los personajes se ven, se gustan y empieza a avanzar. No es que después del primer encuentro, se trabaja la imagen y la música de tal manera que los enamorados están viviendo el amor más grande de su vida desde esa primera escena. Las historias de amor necesitan construirse, o deconstruirse, a lo largo de la trama.

–¿Cuáles son los motivos por los que Klaus tiene intenciones de generar una quiebra fraudulenta?

M. A. S.: –Nunca vamos a saber con exactitud por qué este tipo quiere quebrar la fábrica. Debe forma parte del ideario de la maldad. No tiene problemas económicos. Simplemente es un resentido. Mi conclusión es que quiso dañar a ese lugar que pudo ser feliz. No hay peor sentimiento que el del resentimiento. Klaus tiene la naturaleza del escorpión.

–¿Y Franco, por qué se ofrece a ejecutar el vaciamiento?

P. E.: –Porque es su trabajo. Es de esas personas para las que el fin justifica los medios. Hay alguien que necesita hacer el trabajo sucio, y él es el indicado para hacerlo. Se especializan en vaciar empresas. De hecho, los especialistas en quiebras existen, lamentablemente. Basta meterse en Internet para encontrar la manera en que ofrecen sus servicios, sin contarte los pormenores. En La Leona nos vamos a enterar qué cosas se hacen para intentar lograr una quiebra, cómo se intenta desmoralizar a los empleados, cómo se empiezan a romper las máquinas, o cómo se empieza a generar un malestar general... ¿Por qué? Porque el cliente necesita despejar ese espacio y necesita hacerlo sin pagar indemnizaciones. Klaus desea quebrar la fábrica, para que vaya a remate el edificio y comprarla a través de un testaferro por centavos. La quiebra fraudulenta es una práctica de la vida real.

–¿Cualquier semejanza con la realidad, no es pura coincidencia?

P. E.: –El conflicto de La Leona está tomado directamente de la realidad. Mi personaje sabe que tiene una moral laxa, pero no se siente un delincuente. Su gran problema es que no conoce el amor, salvo el de su mamá, que fue quien lo cuido huyendo de pueblo en pueblo. Tiene un resentimiento muy profundo. No todos los gerentes de recursos humanos necesitan ser resentidos para hacer bien su trabajo. En La Leona nos pareció interesante unir ambas cuestiones. Creo que al público le va a correr un frío por la espalda. Son personajes que actúan con naturalidad ante hechos que para la mayoría de los argentinos son crueles y duros. Perder el trabajo, no sólo por la paga sino también por la dignidad que otorga, es de las peores situaciones que puede vivir un ser humano.

–¿Cómo creen que va a repercutir la problemática del trabajo en el espectador, teniendo en cuenta el contexto actual?

P. E.: –Cuando empezamos a esbozar esta historia, no pensamos en que iba a haber una realidad laboral como la actual. Al contrario, pensaba que el proceso político en el que veníamos iba a ser eterno, que iba a seguir por años y años la misma ideología política (se ríe). Jamás pensé, lo digo objetivamente, que iba a haber un cambio en el gobierno. La ficción no fue creada para un momento coyuntural de la Argentina.

–De hecho, La Leona se iba a estrenar en septiembre de 2015.

P. E.: –Claro. No sé el rating que va a tener, pero puedo asegurar que la gente va a lograr un alto grado de identificación y se va a conmover profundamente con la historia. Jamás pensamos en estar construyendo una historia que refuerce o refleje la realidad social. Al contrario. Nos parecía que iba a lograr mucha identificación por el ámbito fabril y por el conflicto laboral y emocional. La historia de La Leona le va a transitar por debajo de la piel a cualquier persona, sobre todo a aquellas que pertenecen a las clases populares.

M. A. S.: –La telenovela logra en el espectador lo que otros géneros no logran. El que no se identifica con los sentimientos y las ideas que plantea La Leona, está muerto.

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