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Martes, 17 de mayo de 2016
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Lo que quedó de la 46a entrega de los Martín Fierro

El premio más PROmetido

Desprolijidades, premios cantados, lágrimas y discursos cargados de actualidad atravesaron la ceremonia transmitida por El Trece. Pero la emisión será recordada por los abucheos a Jorge Lanata, ganador del Oro, y los insultos del conductor de Periodismo Para Todos.

Por Federico Lisica
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Lanata trató de “planeros” y “boludos” a quienes lo abuchearon. Fabbiani, una de las conductoras de la fiesta.

El comienzo de la última entrega de los premios Martín Fierro, cuando Cacho Rubio se cruzó en cámara en medio de inocultables problemas de sonido, hacía suponer una noche movida.Es cierto que el gag con un técnico corriendo de un manotazo al inefable periodista del chal blanco, le dio a la transmisión de El Trece un matiz cómico que en el resto de la noche del domingo siguió por otros carriles. Esquematismo, buen ritmo, distintos grados de emoción, discursos sobre actualidad, galardones filtrados –y cantados– y con el corolario de los insultos desde el estrado. Jorge Lanata concentró la polémica en la 46a velada de premiación organizada por la Asociación de Periodistas de Televisión y Radiodifusión Argentinas (Aptra). Emisión que no será recordada por los cuatro premios que se llevara el creador de Periodismo Para Todos –incluyendo el gaucho de oro– sino por su oratoria que trató de “planeros”, “boludos” e “imbéciles” a los asistentes que lo abucheaban.

Lo que parecía ser un festejo más –antecedido por una carpeta roja llena de tiempos muertos, notas de relleno sobre looks y PNT– terminó por erigirse como la más caldeada desde que en el 2013, el mismo protagonista hablara de “la grieta”. Meras formalidades como para que la señal televisiva del grupo Clarín obtuviera la mayor cantidad de galardones (14 más el de oro). Más temprano que tarde, la celebración se fue empañando por desprolijidades propias y ajenas a Aptra. Es cierto que hubo lugar para un bienvenido dinamismo. Lo mismo puede decirse sobre las sentidas –y pragmáticas– muestras de homenaje en el segmento “In Memoriam”; el recuerdo a Gerardo Sofovich y el reconocimiento en vida a Guillermo Bredeston. Otro punto de mención fueron las seis estatuillas para Historia de un clan (más de la mitad de las que obtuvo Telefe).

Nadie terminó haciéndose eco de la exclusión de la radio en este festejo, sino de otro tema más urgente: el desempleo. Los ¿impensados? llamados de atención sobre la inestabilidad laboral se fueron colando en varios discursos. Los comediantes Sebastián Presta; el equipo de Peligro Sin Codificar; los periodistas JonatanViale y Mario Massaccesi junto al libretista Pablo Ramos aprovecharon el escenario para visibilizar la cuestión. Por eso resultaron tan fuera de contexto y brusca la respuesta desafiante de Lanata a los chiflidos y el pedido de que identificaran a los que abuchearon. Durante su primera subida al escenario, la incomodidad fue tal que, sin timing televisivo alguno, el premiado preguntó: “¿cómo seguimos?”. El último discurso de la noche tuvo a la ex presidenta como destinataria de sus agradecimientos. “Para Cristina que lo mira por tevé”, dijo Lanata.

Por otro lado, los conductores (Mariana Fabbiani y Guido Kaczka)lanzaron loas sobre los avances tecnológicos y la posible participación vía redes sociales de los espectadores. Resulta paradigmático que un simple video on line arruinara cualquier expectativa relacionada con lo que tendría que ser una premiación. Como en un sainete criollo, el periodista Jorge Rial escupió el asado del festejo difundiendo gran cantidad de los ganadores gracias a una fuente que le acertó en un ciento por ciento a los pronósticos. Una vez más, los modos, las formas y la confidencialidad de la votación de Aptra quedaron mancillados. Claro que el summum del conventillo fueron los exabruptos arriba y abajo del escenario. Es que posiblemente el fuerte mediático de los Martín Fierro, ya no sean los premios, ni siquiera el tono de la transmisión, sino los pifies, los escándalos añadidos, las groserías, la espontaneidad para bien y –sobre todo– para mal televisadas en vivo y en directo. Y contra eso, todavía el streaming en desventaja.

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