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Jueves, 4 de enero de 2007
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ENTREVISTA A LA SEXOLOGA ALESSANDRA RAMPOLLA

“Los famosos también sufren”

Hoy empieza Alessandra, sólo sexo, por Canal 13. Rampolla, quien hará entrevistas temáticas con personajes conocidos, traza una radiografía de la sexualidad farandulesca argentina.

Por Julián Gorodischer
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“Argentina educa e informa sobre sexo. Otros países calientan, pero no te informan”, dice Alessandra.

Alessandra, alias “la Rampolla”, es el paradigma de la movida erótica ilustrada, rostro y cuerpo de lo que la televisión latinoamericana entiende como “educación sexual”. “Al habla...”. Siempre susurrante, desde el teléfono o “en vivo”, frente a parejas bien constituidas con insatisfacciones módicas, resolubles, que quieren experimentar frente a terceros; los recibe en su living junto a la vagina Bamba, o los escucha del otro lado de la línea. En Alessandra, sólo sexo (desde hoy a las 23, por Canal 13), su más reciente incursión en la Argentina, se relaciona con “famosos”, a los que interroga pícaramente sobre gustos que nunca van más allá del tamaño o la posición favorita; los valora por su condición ejemplar. Si ella irrumpió en Cosmopolitan como la voz del pueblo femenino, su pasaje a confesora de Chiche Gelblung e Iliana Calabró no debería ser interpretado como una concesión. “Los famosos también son seres comunes, como tú y como yo, que sufren y padecen –aclara ‘la Rampolla’–. Y tienen cuatro rollos y demás. A mí me parece importante su participación en este programa, porque siguen siendo hasta cierto punto un modelo a seguir por la comunidad del país que sea, que luego dice: OK, de esto sí se puede hablar, me voy a animar.”

Como el formato del programa “no es novedad” (sólo varían los nombres propios de los confesados), se le pide que trace una radiografía colectiva de la sexualidad farandulesca argentina. ¿Cazó in fraganti a alguno? “Conmigo la gente es muy abierta. Cada vez que lo comento, los propios argentinos me dicen: qué. Tal vez no sea un reflejo real, y se animen conmigo por sentir un poco más de confianza.” Si la demanda local apuntó a claves para un sexo sadomasoquista, siempre se incluyó la palabra light. “Pesa mucho el light. Una vendadita de ojos, una palmadita suave sin látigo. Un alguito más suavecito. En el programa que hicimos con Chiche, él eligió un objeto que tiene que ver con sexo sadomasoquista. Por lo menos curiosidad o ganas de tocar el tema hay.”

–¿Otros gustos de famosos?

–Iliana (Calabró) es muy carismática, con chispa y muy sexy a la vez. Martín Seefeld hizo un comentario sobre un nombre que en determinados momentos le pone a su pene. Mariana Fabbiani es más recatadita pero cuidadito con las recataditas que a puertas cerradas no son ningunas bobas. Divulgó algunas cositas, como preferencias en forma y tamaños de penes. El señor Cacho (Castaña) alardeó un poquito de conquistas, de experiencia, de cómo lo han conquistado a él.

La sexóloga cultiva una retórica moderada que se apoya en una imagen mental, la de su mamá, señora tradicional puertorriqueña, poco tolerante a las cosas dichas por su nombre, en la primera fila. “Sé que mis padres, a quienes tengo muy presentes en mi cabeza, son de otra generación, mucho más tradicionales, pero en el momento en que no se habla de algo se genera ese morbo, esa oscuridad, lo cual no creo que sea bueno.” Dice que el país “más inhibido” de América latina es Puerto Rico, a pesar de haber gestado al reggaetón. “Como se da en muchos países, hay mucho doble sentido pero no mucha información. Argentina es un país que, por los esfuerzos que se están haciendo para educar en las escuelas, para normalizar el tema de la sexualidad, está dándole un espacio a la TV que educa e informa. Muchos otros países calientan, pero no te informan. Incluso te hablaría de un país como México, que sigue siendo muy conservador con el tema de la sexualidad. Y varios países centroamericanos como Costa Rica o El Salvador, que tienden a ser bastante conservadores.”

–¿Usted informa o calienta?

–En el mejor de los casos lo primero que hago es informar y lo segundo es divertir y lo tercero es que por ahí un poquito también calienta lo que se dice en mi programa. Con las conversaciones, la gente se puede ratonear un montón.

El anuncio promocional pasa a segundo plano cuando se le pide una breve historia de la vagina Bamba, ese extraño fetiche tan peludo y suave del sexo mediático, tal vez su mejor metáfora. Siempre junto a ella, reemplazo eficaz del caniche de las divas, domada e ilustrativa: así es Bamba, a la que Alessandra castiga con penetraciones de consolador y aperturas imposibles para mostrar el punto G. En Bamba, el peluche expulsa la humedad y la aspereza. Pero Alessandra la defiende como “calentita, calentita”. Ella la convierte en almohadón en su sofá personal, y a los invitados a su dúplex en la Florida les gusta restregarse o apoyarla. Bamba es inofensiva, omnipresente, sintética. Es tan televisiva como el catch: visible aún como fondito de la cháchara, con una única forma o posibilidad de presentación que es como la máscara fija del gladiador, la momia o el titán: no hay posibilidad de observarla en otra posición; está fijada; no evoluciona, no se deteriora, tranquiliza como un parate en la evolución del tiempo, o como la comprobación de que podrán pasar los años para Alessandra, que es más voluminosa y extrovertida, pero Bamba está siempre igual a sí misma.

–La historia de Bamba es muy sencilla –recuerda Alessandra–: una colega hizo una presentación con una de las primas de Bamba, un peluchito de vulva. ¡Me pareció tan poco agresiva! Quise conseguirme una de ésas para sacarle el jugo, para usarla en terapia con las personas que no saben. Hay dibujitos que son horrorosos, y no tengo ningún talento para dibujar. Fue mi gran inversión, porque me enamoré, me enamoré. Está un poquito maltratadita, estoy casi por reemplazarla. De tanto usarla, pobrecita, está cosida a mano...

–¿Qué usos le da?

–Más allá de lo que hayas podido ver en la tele no mucho. En algún momento mostré cómo utilizar un consolador para punto G usando a Bamba, por ejemplo, la pobre. La abrí frente a la humanidad y le enseñé a la gente cómo usar el consolador para poder señalar dónde está ubicado todo. Y cuando no está en la tele, está entre los cojines de mi sofá. Vive en mi casa. Vienen mis visitas, se sientan al lado de ella, le hablan.

–¿Por qué no tiene un compañero?

–No he conseguido quién me haga uno tan bonito como Bamba. Los penes que he visto, no se ven tan bonitos. Y yo quiero un pene bonito. Y no es tan desconocido el pene como es para la mujer su vulva. Hay mucho más misterio con el tema de la vulva. Para eso está Bamba...

Habita un territorio en el que el deseo vence su temor primigenio: extinguirse con los años. En cambio, Bamba es el partenaire ideal: fiel, constante, ofrece un acompañamiento desinteresado a las caricias de Alessandra, exhibida al mundo sin omitir detalle del manoseo. Alessandra demuestra, con Bamba, el signo de toda la oferta telesexual, lo cual no es poco: siempre la parte vence a la representación del todo.

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