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Lunes, 10 de octubre de 2005
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EMPIEZA “PRISON BREAK”

Ahora los presos tienen la palabra

El puertorriqueño Amaury Nolasco habla de su papel en la serie que estrena Fox.

Por Roque Casciero
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Nolasco, el presidiario latino de Prison break.
Michael Scofield (encarnado por Wentworth Miller) sabe que llegó la hora, por eso destruye su archivo, toma dos revólveres y asalta un banco. Pero apenas llega la policía, este joven ingeniero se entrega. Y hasta parece disfrutar de que se lo sentencie a cumplir una condena en una cárcel de máxima seguridad. Es que en ese lugar se encuentra su hermano Lincoln Burrows (Dominic Purcell), quien en tres meses será ejecutado por el asesinato del hermano del vicepresidente de Estados Unidos. Un crimen que no cometió, pero que le endilgaron unos oscuros agentes secretos. Pero nada es azar en las decisiones del flamante prisionero Scofield. Su idea es fugarse con su hermano y otros reclusos, y cuenta con un as en la manga: él fue quien diseñó la cárcel en la que ambos están presos. De eso se trata Prison Break, la serie que debuta hoy a las 21 por Fox.
Más allá del núcleo argumental, en la vida en prisión hay varias historias que se entretejen. Una de ellas es la de Fernando Sucre, compañero de celda de Scofield, preso por robo agravado y con la posibilidad de salir en un año y medio. El personaje está a cargo del actor puertorriqueño Amaury Nolasco, quien antes había hecho papeles secundarios en series como CSI y E.R. Emergencias, y en la película Más rápido y más furioso. “Este año quería concentrarme en trabajar en cine, pero cuando me llegó el guión de Prison Break no pude parar de leerlo”, afirma Nolasco, en conversación telefónica con Página/12. “Acepté cuando me di cuenta de qué grupo de escritores estaba trabajando en este programa. Porque si no tienes un buen guión, no puedes hacer nada. Siempre he dicho que cuando tienes un buen guión, los actores tienen que salirse del medio y no molestar.” Nolasco habla desde su celular, camino a la antigua prisión de Joliet, donde se filma la serie. “Queda a 45 minutos de Chicago y es muy famosa, porque por allí pasó Al Capone”, cuenta. “Uno entra y siente que está la energía de todos esos espíritus que pasaron por ahí. Lo más impresionante es pensar en estar en un lugar así por algo que uno no cometió, que es la premisa de Prison Break.”
–Usted tenía pensado un futuro como médico, pero le ofrecieron trabajar en televisión. ¿Cómo fue eso?
–Mi padre, mi madre y mi hermano son médicos, así que es una cuestión casi familiar. Y yo me gradué en Biología. Pero un día, en la playa, se me acercaron a ver si hacía comerciales. Pensé que era una broma para una cámara oculta o algo así (se ríe), pero me dijeron que estaban buscando a un tipo como yo para un comercial. Entonces hice una audición y me dieron el papel. Así empecé. Lo hacía como hobby, por eso de salir por televisión y las nenas y qué sé yo qué. Eso me dio la oportunidad para hacer un piloto en Puerto Rico, pero me sugirieron que empezara a estudiar actuación para que me soltara. Seguí estudiando biología, pero cuando comencé a tomar clases de actuación fue amor al instante. Al principio, mis padres no me apoyaban mucho, pero igual me fui a estudiar a Nueva York.
–Bueno, Hollywood tiene un poco más de glamour que la biología...
–(Se ríe.) Definitivamente. Ahora mis padres están fascinados. Cuando hice la película Más rápido y más furioso tuve la oportunidad de viajar con mis padres a Los Angeles y entrar por la alfombra roja. Y si hubiera llevado una cámara para poder capturar sus caras... Mi mamá veía a los actores y se enloquecía. Tenía que frenarla, porque si no se le tiraba encima a todo el mundo.
–¿Las participaciones en programas son el camino que tiene que seguir un actor para crecer y lograr papeles más importantes?
–Definitivamente. Ha habido casos como el de Ashton Kutcher, que salió de la nada y le dieron un papel protagónico, pero es uno en un millón. El camino de todo actor es crear un currículum y sobre todo probar que tienes lo que se necesita para hacer un protagónico.
–Al ser de origen latino, ¿le ofrecen siempre la misma clase de roles estereotipados?
–Sí, me los ofrecen, pero es ahí donde uno debe arriesgarse y tratar de no aceptar siempre esos papeles, porque va a quedar encasillado en ellos. Es como una estrategia: hay que saber ahorrar, así no habrá necesidad de aceptar un papel de pandillero para poder comer. Y creo que, gracias a Dios, Hollywood está cambiando la tradición de darnos siempre los mismos papeles. Personas como Jennifer López, Jessica Alba o Benicio Del Toro están rompiendo con esos estereotipos y nos abren las puertas a otros papeles. Porque, ¿quién dice que yo no puedo ser un médico, un abogado o un agente del FBI en una serie? Por eso, mi plan es darme a conocer lo más posible para poder brincar a hacer películas, que es lo que, vamos, todo actor añora. Todo actor suena con un Oscar en su futuro.
–Pero imagínese cómo se pondrá su madre si lo gana.
–(Se ríe.) Se trepa en la tarima conmigo, sin dudas. Usted no se da una idea.

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