Imprimir|Regresar a la nota
Sábado, 7 de marzo de 2009
logo espectaculos
Dos representantes de la “nueva comedia estadounidense”

De hermanastros y conejitas

Step Brothers y The House Bunny sirven para seguir tomándole el pulso al estado de las cosas en el género: en una abunda el desquicio típico de Will Ferrell, la otra imagina a una chica Playboy en el campus de una universidad.

Por Horacio Bernades
/fotos/espectaculos/20090307/notas_e/na28fo10.jpg
John C. Reilly y Ferrell, dos hermanastros que viven queriendo destrozarse mutuamente.

Un par de semanas atrás se daba cuenta, en esta sección, de logros y defecciones de la llamada “nueva comedia estadounidense”, a partir del lanzamiento local de Pineapple Express y The Rocker. La primera de ellas, representante cabal de esa corriente; la segunda, un caso de camaleonismo. Hay una prueba fácil y rápida para reconocer pertenencias y falsificaciones en este dominio: si lo que prima es el componente anárquico y subversivo –tanto en términos de contenido como de forma–, la película representa a la nueva comedia estadounidense. Si, en cambio, lo que mandan son convencionalismos, fórmulas y estereotipos, quiere decir que no es: se hace. Dos nuevos lanzamientos en video permiten verificarlo. Se trata de Step Brothers y The House Bunny, que el sello LK-Tel lanza por estos días con el título literal de Hermanastros y el mucho menos literal La casa de las conejitas (debió haber sido al revés: La conejita de la casa).

Hermanastros es la nueva película de Will Ferrell, representante por antonomasia de esta corriente. Los del título son él y John C. Reilly, repitiendo la dupla de Ricky Bobby: loco por la velocidad (también lanzada, en su momento, por LK-Tel). Otro que repite es Adam McKay, realizador favorito de Ferrell y coguionista, junto con él. Todo lo cual indica que se está ante un Ferrell auténtico. Lo es, aunque no el mejor. Hermanastros es una one-joke movie, una película de una sola broma. O dos. La primera es que tanto Ferrell como Reilly son unos cuarentones que se comportan como si tuvieran 8 años (o 9, o 10). Unos malcriados de aquéllos, viven en casa de mamá y papá. Cuando la mamá de uno (Mary Steenburgen) se casa con el papá del otro (Richard Jenkins, el desconocido más famoso de Hollywood, desde que lo nominaron para el último Oscar), Brennan y Dale se ven obligados a vivir juntos, perdiendo la condición de hijos únicos y tratando de asesinarse mutuamente. Esa es la segunda broma.

Jugados a un humor físico hiperdestructor, que parecería querer hacer de Ferrell & Reilly una nueva versión de Laurel & Hardy, los gags van de lo meneado a lo genial. Si Brennan y Dale intentan destruirse entre ellos –y, daría la impresión, al universo entero– es porque han decidido hacerse los niños, en buena medida para obtener de ello una ganancia. Y, ya se sabe, suele no haber nada más subversivo que un purrete. La subversión que desatan Brennan y Dale es generalizada y va de lo familiar (generan batallas campales en el living) a lo político (una cita de Bush, beatificando a la familia), económico (destruyen el barco del papá de Dale), social (su blanco principal es el hermano menor de Brennan, triunfador social hecho y derecho) y sexual (limpian una batería con el escroto, cantan hip hops obscenos, convierten en ninfómana a la cuñada de Brennan). Confirmado: Hermanastros es, por legítimo derecho, nueva comedia estadounidense.

¿Y The House Bunny? Producida por la compañía de Adam Sandler, dirigida por un graduado de Saturday Night Live (el actor y director Fred Wolf) y protagonizada por la justísima Anna Faris, el guión es de las autoras de Legalmente rubia. Se nota: basta con poner a una conejita de Playboy en medio de un campus universitario (en lugar de una Susanita en la universidad) para convertir Legalmente rubia en La conejita de la casa (traduciendo correctamente). Más allá del autoplagio, la cosa funciona, gracias a muy buenas ideas cómicas y a la inversión de estereotipos sociales y sexuales. Además de hacer gala de esa misma, desconcertante combinación de caricatura envenenada y empatía naïf, que las autoras habían mostrado en Legalmente rubia y reiteran aquí. Despareja, rociada de disrupción cómica, pero sin poder evitar un derrape final hacia la complacencia, The House Bunny también se gana el carnet que la acredita como miembro de la nueva comedia estadounidense.

© 2000-2022 www.pagina12.com.ar|República Argentina|Todos los Derechos Reservados

Sitio desarrollado con software libre GNU/Linux.