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Sábado, 25 de abril de 2009
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Mañana con Página/12, el documental Raúl Sendic-Tupamaro

Memorias de la Banda Oriental

Alguna vez, en Uruguay, se comparó al líder tupamaro con Ernesto Guevara, valorando ambas figuras, pero destacando también que el Che era “el” Comandante, mientras Sendic era, para todos, un compañero más. Así lo pinta el film de Alejandro Figueroa.

Por Oscar Ranzani
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El documental de Figueroa reúne imágenes de archivo poco vistas.

“La palabra Tupamaros proviene del inca Túpac Amaru que fue, justamente, un gran libertario, alguien que peleaba por la liberación nacional, si se puede aplicar a esa época el término. Por eso a todos los rebeldes en el continente, por extensión, se les empezó a llamar tupamaros.” La explicación la brinda Lucía Topolansky, histórica integrante del Movimiento de Liberación Nacional-Tupamaros, la guerrilla uruguaya que marcó el pulso de la historia política de nuestro país vecino en los ’60 y ’70. Y la pronuncia en el documental Raúl Sendic-Tupamaro, dirigido por Alejandro Figueroa, que Página/12 ofrecerá mañana a los lectores como compra opcional. La frase de Topolansky resume el sentido de una agrupación que peleó, a su modo, por otro tipo de liberación, ajustada a las convulsionadas décadas políticas del ‘60 y ‘70. Y el nombre del documental de Figueroa se titula con el del luchador social que le dio identidad a aquella organización armada. Aunque vale destacar que Sendic cultivaba el perfil bajo. De hecho, promediando la mitad del largometraje, una de las entrevistadas compara a Ernesto Guevara con Raúl Sendic, valorando equitativamente sus figuras, pero destacando también que el Che era el Comandante y Sendic era un compañero más.

Nacido en 1925 en el seno de una familia de trabajadores rurales, con los años, Sendic se trasladó a Montevideo para estudiar abogacía. Pero para evitar que lo llamaran “doctor”, no rindió la última materia. Sus conocimientos le sirvieron para defender los derechos de los obreros de la caña de azúcar en Bella Unión, a quienes incentivó a pelear por sus reivindicaciones frente a las insensibles patronales de turno. El norte del país, donde se explotaba la caña de azúcar, era “el infierno verde porque los trabajadores trabajaban de sol a sol, de estrella a estrella”, comentan en el documental. En esos lugares, los derechos de los trabajadores no existían. Fue precisamente allí donde Sendic, junto a otros obreros, creó el sindicato de los trabajadores azucareros al que bautizaron Unión de Trabajadores Azucareros de Artigas (UTAA). Uno de los méritos del documental lo componen los testimonios de algunos de los cañeros que trabajaron con Sendic como, por ejemplo, Walter González, quien lo describe como un hombre que hablaba muy poco de política. “De política o de politiquería –aclara–. Todo lo que estaba haciendo él (y con el tiempo lo comprobamos), tenía un fin político. Y político de fondo. Pero él, más bien, trabajaba políticamente viendo y tratando de resolver con la gente misma los problemas reales de la gente.” González también explica que en esa lucha laboriosa “te ibas enriqueciendo porque te iba abriendo la mente para que vos el día de mañana te supieras defender solo, él te daba todas las herramientas posibles”.

Raúl Sendic-Tupamaro parte del momento en el cual la sensibilidad de Sendic frente a las injusticias cometidas contra los peones rurales eran notorias. Y ése fue el germen de la creación del Movimiento de Liberación Nacional Tupamaros (MLN-T), después de las marchas cañeras por Montevideo. Luego, llegó su pase a la clandestinidad en 1963, tras el histórico robo de armas en el Club de Tiro Suizo. La historiadora Clara Aldrighi señala que el gran mérito de Sendic fue “haber propuesto una utopía revolucionaria y haber sido consecuente con ella hasta el momento de su muerte”. Mientras que uno de los fundadores del MLN-T, Eleuterio Fernández Huidobro, destaca que ese movimiento “se construye en base a hombres y mujeres provenientes de casi toda la izquierda tradicional y al movimiento sindical tradicional, de todas las tendencias ideológicas: anarcos, prochinos, comunistas ortodoxos, socialistas, independientes, cristianos de izquierda, nacionalistas de izquierda. Es una amalgama polifacética de diversas ideologías a las que se trata de sintetizar en una propuesta nueva. Esa propuesta nueva, casi forzosa, es una propuesta de izquierda socialista pero con los pies sobre la tierra: más nacionalista y menos europeizada”.

Raúl Sendic-Tupamaro establece un recorrido cronológico por la vida política del revolucionario uruguayo y no apela a la voz en off como recurso para contar las distintas etapas de su obra sino que Figueroa construye toda una arquitectura narrativa en base a testimonios de escritores como Eduardo Galeano y Mauricio Rosencof, intelectuales y numerosos compañeros de lucha del MLN-T. Otra de las características de Raúl Sendic-Tupamaro es que el director se detiene en el aspecto más político-militante de Sendic, dejando afuera otro tipo de abordaje como, por ejemplo, su costado familiar, a pesar de que los hijos de Sendic testimonian. El hecho de que haya pasado buena parte de su vida en la clandestinidad permite conjeturar que Figueroa no disponía de mucho material de archivo para construir su relato y por eso la complementación de los testimonios enriquece el documental.

A lo largo de una hora y media (y con carteles que van anunciando los distintos hechos), el documental, luego de indagar en la lucha del campesinado y en la creación de la UTAA (1962) y del MLN-T, se detiene en la estructura interna de esta organización armada. Según se relata, entre 1968 y 1972 los Tupamaros efectuaron 23 operaciones armadas, además de 105 atentados contra instituciones americanas y militares y en el mismo período se asaltan setenta bancos y dos casinos, expropiando en esas operaciones más de diez millones de dólares. El film traza también un minucioso panorama de las principales acciones del MLN-T como, por ejemplo, el copamiento del casino San Rafael (1968), la toma de la ciudad de Pando, del Centro de Instrucción de la Marina (CIM), la histórica fuga de 111 presos de la cárcel de Punta Carretas (1971), la lucha contra el Escuadrón de la Muerte, hasta llegar al golpe de Estado (1973). Finalmente, focaliza sobre el retorno de la democracia uruguaya en 1985 que marcó la liberación de los presos políticos. Un tramo del documental está dedicado a las torturas que tuvieron que padecer en la cárcel los presos políticos, incluido Sendic, quien finalmente murió en 1989 como consecuencia del mal de Charcot, pero también de las secuelas de esas torturas.

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