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Sábado, 24 de octubre de 2009
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Vals con Bashir, del israelí Ari Folman

La imaginación del horror

El film, que produjo una conmoción en Cannes, fusiona dos órdenes que se creían irreconciliables: el documental y la animación. Denuncia la complicidad de Israel en una masacre de palestinos y cuestiona lo que podría llamarse “supremacía de lo real”.

Por Horacio Bernades
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Vals con Bashir o la guerra como herida, trauma y alucinación.

La brecha la abrió Avi Mograbi con sus virulentos documentales de oposición a la política oficial del Estado de Israel. De allí en más, el cine de su país viene rastreando los recovecos de la mala conciencia. El ejemplo más reciente es Líbano, ganadora del León de Oro en la última edición de Venecia, que cuestiona la intervención de Israel en la llamada “Primera Guerra del Líbano”. Un año antes, en Cannes 2008, la que produjo toda una conmoción fue Waltz with Bashir, opus 3 del nativo de Haifa, Ari Folman. Como lo había hecho la realizadora iraní Marianne Satrapi en Persépolis, en Waltz with Bashir Folman se anima a fusionar dos órdenes que se tenían por irreconciliables: el documental y la animación. El nuevo sello Blu Shine acaba de lanzarla en DVD, esta vez con el título Vals con Bashir.

“Siempre la pensé como película de animación”, se cansó de repetir Folman, desmintiendo versiones según las cuales debió recurrir a ello, porque sus ex compañeros de batallón se resistían a aparecer en cámara. Combatiente en el frente libanés en 1982, en Vals con Bashir Folman se pone en escena a sí mismo, como un director de cine torturado no por sus recuerdos sino por la falta de ellos. El día en que un amigo le cuenta una pesadilla, producto de un trauma de guerra, Folman advierte que dos décadas después de su regreso del frente no recuerda nada. Para hacerlo, visita a sus ex compañeros de armas, que, como en el más tradicional de los documentales-talking heads, prestan testimonio “a cámara”. Pero en versión dibujada, claro.

En esa labor de desencubrimiento, una imagen se resiste a aparecer. En el fondo de ella, una de las más espantosas masacres del conflicto de Medio Oriente: la de los campos de refugiados palestinos de Sabra y Chatila, que milicianos cristianos libaneses llevaron a cabo, con apoyo jamás reconocido del ejército israelí, en septiembre de 1982. Documental herético, Vals con Bashir denuncia la complicidad de su país y a la vez cuestiona lo que podría llamarse “supremacía de lo real”. En el recuerdo de los ex combatientes, lo sucedido y lo imaginado se indiferencian y confunden. Folman se ve saliendo del Mediterráneo en plena noche, desnudo y armado, en compañía de otros soldados. Bajo fuego enemigo, un soldado bailotea, mientras dispara al aire como loco. Un reservista cree haber llegado al Líbano en un crucero de lujo. Un oficial da órdenes en un palacio tomado, mientras mira una porno por televisión.

¿Recuerdos o fabulaciones? Se trate de una cosa u otra, para Folman, sus camaradas y el espectador, las ejecuciones de mujeres, niños y ancianos son tan reales como las imágenes de sueño, las ensoñaciones eróticas y alucinaciones. La guerra como herida, trauma y alucinación: Vals con Bashir se parece más a Apocalypse Now! que a cualquier documental del montón.

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