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Sábado, 9 de octubre de 2010
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Chocolate, de Prachya Pinkaew

El renovador tailandés

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Dos son los motivos de que el cine tailandés haya ganado atención internacional en los últimos años. Uno lleva el nombre de Apichatpong Weerasethakul y reluce en festivales y salas de arte y ensayo. El otro se llama Prachya Pinkaew y se caracteriza por haber renovado el género de las trompadas y patadas. Dos son las películas clave de Pinkaew: Ong-Bak, de 2003, y Chocolate, de 2008. Vista en la undécima edición del Bafici, el sello SP Films acaba de editar sorpresivamente esta última en DVD. Todo un estilista, la renovación de Pinkaew consiste en yuxtaponer artes marciales y melodrama lacrimógeno sin permitir que la parodia se interponga ante ninguna de ambas. La protagonista de Chocolate es una chica “distinta”, hija de un yakuza y una mujer al servicio de la mafia thai. Con rasgos de autismo, la chica –que para más datos se llama Zen– se convierte en as de las artes marciales viendo películas del género por televisión. A todo esto, su madre ha enfermado gravemente. Es más o menos como si Bruce Lee protagonizara Magnífica obsesión, de Douglas Sirk. Y todo sin uso de cables, vuelos o trucos en las escenas de pelea.

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