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Sábado, 15 de enero de 2011
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Saber dar, con Catherine Keener y Oliver Platt

Una comedia que destila bilis

Como en las películas anteriores de Nicole Holofcener, los personajes de Please Give no son generosos ni felices: hay un matrimonio que se dedica a comprar muebles vintage cuando la gente mayor muere, una anciana sin pelos en la lengua y jóvenes disfuncionales.

Por Horacio Bernades
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Kate y su hija Abby son las protagonistas de una escena graciosa, incómoda y perturbadora.

Lo de Nicole Holofcener (Nueva York, 1960) son las comedias urbanas y corales, con protagonistas ligeramente neuróticos, ligeramente necesitados, ligeramente insatisfechos. Bah, lo de “ligeramente” corría para su primera película, Walking & Talking (1996, editada aquí en video con el título Confidencias). Las siguientes se fueron poniendo más oscuras, más amargas, más ácidas. Amigos con dinero (2006) tenía por protagonistas a un grupo de profesionales bastante egoístas de Los Angeles. En Please Give, su película más reciente, la señora Holofcener vuelve a Manhattan para encontrar a un grupo de personajes entre los que no cunden la generosidad, la gratitud ni la felicidad. Pero ojo, que por mucha bilis que destilen, las películas de Holofcener no dejan de ser comedias. Estrenada en Estados Unidos en abril del año pasado, Please Give acaba de ser lanzada en DVD en la Argentina por Sony Pictures, con un título que suena a autoayuda o a bolero: Saber dar.

Los protagonistas de Saber dar –según varios críticos estadounidenses, de lo mejor del cine 2010–, son miembros de dos familias, que traban relación un poco por vecindad y otro poco por interés. Dueño de un negocio de muebles vintage, el matrimonio integrado por Kate (Catherine Keener, protagonista de las cuatro películas dirigidas por Holofcener) y Alex (el magnífico Oliver Platt) suele comprar los muebles de gente mayor... cuando esa gente muere. Lo cual los convierte, claro, en dos verdaderos buitres. Al pragmático Alex eso no parece importarle mucho. No es el caso de Kate, cuyo rostro demacrado y expresión fúnebre impresionan a algunos de sus conocidos (y también al espectador, habituado a ver a la morocha de ¿Quieres ser John Malkovich? y Capote como belleza distinguida).

Ahora Kate y Alex quieren levantar la apuesta y comprar el departamento de la viejecita de al lado, para tirar paredes abajo y ampliar el suyo. Anciana sin un solo pelo en la lengua, Andra (Ann Guilbert, secundaria de series como Seinfeld, La niñera y Curb Your Enthusiasm) es cuidada por sus dos nietas treintañeras, que son como el agua y el aceite. Por un lado, la servicial, sacrificada y solterona Rebecca (Rebecca Hall, la chica de pecas de Vicky Cristina Barcelona). Por otro, la bella y atractiva Mary, esteticista a la que lo único que parece interesarle es su bronceado de cama solar (Amanda Peet). También está Abby, hija adolescente de Kate y Alex, que anda necesitando que su madre le dé más bolilla que a los muebles que compra y vende. Hay una considerable dosis de negrura en Saber dar. Mary desea, lisa y llanamente, que su abuela muera. Y se lo dice. ¿Crueldad intolerable? Puede ser, pero tal vez tenga sus razones: la madre de Mary se suicidó y quizá la abuela haya tenido que ver con eso.

“¡Dame esa plata!”, le grita Abby a su madre, arrancándole de un tirón los veinte dólares que aquélla estaba por darle a un homeless. Otra vez: puede parecer una monstruosidad de su parte, pero hay algo perverso en la generosidad de Kate, que parece dirigirse sólo a los desconocidos y nunca a los miembros de su familia. Tal vez no haya mejor definición de la clase de sentido del humor que Holofcener despliega en Saber dar que esa escena graciosa, incómoda y perturbadora.

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