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Sábado, 9 de julio de 2011
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Donnie Darko, dirigida por Richard Kelly

Profecía en clave alucinatoria

Película de culto durante la primera década del siglo XXI, llega aquí diez años después de su estreno original. Que sucedió, precisamente, un mes más tarde del atentado a las Torres Gemelas. El film parece haberlo previsto: hasta se caen dos aviones en medio de un living.

Por Horacio Bernades
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¿Donnie Darko está loco? ¿O es el mundo el que enloqueció?

El fin del mundo tendrá lugar el 30 de octubre de 1988. Apenas unos días de diferencia respecto de la fecha en que George Bush (padre) será electo presidente, sucediendo a Ronald Reagan. Eso anuncia, al menos, Frank, el mejor amigo de Donnie Darko, 28 días, 6 horas, 42 minutos y 12 segundos antes de que el apocalipsis tenga lugar. OK, la fecha pasó y sabemos que ese apocalipsis no sucedió. No en forma literal, aunque la serie Reagan-Bush-Bush Jr. tal vez pueda interpretarse como algo semejante. Mucho más parecido a un apocalipsis fue, sin embargo, el momento en que un par de aviones tiraron abajo las dos grandes torres de la civilización occidental. Una imagen que de alguna manera Donnie Darko profetizó, con esa idea de que se caiga un avión (¡dos, en realidad!) en medio de un living. Teniendo en cuenta que Donnie Darko se estrenó en octubre de 2011, un mes después de producido aquel suceso, se entiende que casi nadie haya querido ir a verla.

No la vieron en el momento del estreno, pero se la pasaron viéndola después: si hubo una película de culto durante la primera década del siglo XXI, esa película fue Donnie Darko. Diez años redondos más tarde de su estreno original parece una fecha oportuna para que Donnie Darko llegue por fin a la Argentina, lanzada para la venta directa en DVD por el sello SP Films. Aquí está entonces la ópera prima del jovencísimo Richard Kelly (26 años en el momento del estreno, la misma edad de Orson Welles cuando filmó El ciudadano), con un atraso de sólo una década y, en compensación, en su director’s cut, que suma unos diez minutos más que la versión original. En el momento del estreno hubo quienes consideraron a Mr. Kelly, efectivamente, un nuevo Welles, mientras que otros huyeron despavoridos de una película cuyo realizador parecía estar por lo menos tan loco como el protagonista. ¿O es el mundo el que está loco? Obligar al espectador a hacerse esa pregunta, y no contestarla jamás, es lo que da valor a toda película que haga del delirio alucinatorio su territorio, y ése es el terreno que pisa Donnie Darko.

“Donnie Darko, qué nombre raro, ¿no?”, piensa en voz alta Gretchen (Jena Malone), la chica que gusta de Donnie (Jake Gylenhaal, siglos antes de Secreto en la montaña o la recién estrenada 8 minutos antes de morir). “Sos raro”, completa enseguida, aclarando que se lo dice como un elogio. Ser raro no está tan mal en Donnie Darko. Se entiende, teniendo en cuenta que los que no son raros son como Bush padre, que la televisión muestra en plena campaña. O como ese gurú New Age de Patrick Swayze, para quien el mundo se divide entre dos fuerzas encontradas, el Miedo y el Amor. O como la profesora que lo venera, capaz de preparar a un grupo de danza infantil como si fuera la final de American Idol. O como el director del colegio, que echa a la profesora de literatura (una Drew Barrymore como salida de La Sorbonne) por haberles dado a leer a los chicos un cuento de Graham Greene sobre adolescentes fascinados con la destrucción. O como los papás de Donnie.

Papá Darko (el genial Holmes Osborne, uno de esos secundarios que todos vimos en mil películas pero nadie sabe cómo se llama) se atraganta con una porción de pizza cuando la hija mayor (Maggie Gylenhaal, haciendo de hermana de... Jake Gylenhaal) avisa que va a votar por Dukakis. Mamá Darko (Mary McDonnell, a años luz de la cautiva con trenzas de Danza con lobos) parece siempre absorta, clavando en el interlocutor esos ojos celestes, fijos como de vidrio. ¿Será por eso que Donnie prefiere la compañía de Frank? OK, es verdad, Frank no existe en realidad, su psicoanalista (Katharine Ross, la chica linda de El graduado y Pat Garrett & Billy the Kid, cuarenta años más tarde) se lo recuerda durante sus sesiones de hipnosis y Donnie lo sabe. A propósito de Frank, nos olvidábamos de decir que se trata de un conejo antropomórfico y demoníaco. O de un tipo disfrazado de muñeco.

Trátese de lo que se trate, Frank maneja a su creador como titiritero al muñeco, “obligándolo” a cometer desmanes primero, crímenes más tarde. Por ejemplo, clavarle un hacha al monumento que está a la entrada del cole y que representa un... ¿bulldog gigante y antropomórfico? Algo así. “Donnie Darko es como El guardián en el centeno, reescrita por Philip Dick”, definió en su momento Richard Kelly, aludiendo a la mezcla de angustia adolescente y delirio paranoico extremo. Mezcla de American Beauty y El Golem, también. O de Poltergeist y la sitcom Casados con hijos, que no por nada se menciona aquí. O una de David Lynch y una de esas de ventrílocuos y muñecos asesinos. O Beverly Hills 90210 y Al Qaida, si se prefiere.

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