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Sábado, 10 de septiembre de 2011
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La red sexual, protagonizada por Luke Wilson

Buenos muchachos con compu

La película dirigida por George Gallo está supuestamente basada en la historia real de dos “quemados” que inventaron las transacciones de porno por Internet y del tipo “normal” que los ayuda y es arrastrado a un mundo fascinante pero resbaloso.

Por Horacio Bernades
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En La red sexual, Luke Wilson le da a su personaje un carácter entre opaco, esquivo y ambiguo.

¿Quién fue el genio que tuvo la idea de las transacciones pagas por Internet? Según La red sexual no fue el departamento de nuevos proyectos de American Express, Visa o alguna otra tarjeta de crédito, sino... dos “quemados”, adictos a la cocaína y el porno, a quienes una madrugada de aburrimiento en su pocilga se les ocurrió la idea. Se supone que eso sucedió a fines de los ’90. Pero es imposible saber hasta qué punto lo de los “quemados” es cierto o pura invención. Mientras el típico cartel del comienzo anuncia que La red sexual se basa en hechos reales, un contracartel del final prácticamente lo desmiente, aclarando que, por mucho que se base en hechos reales, casi todo lo que muestra la película es inventado. Originalmente titulada Middle Men, los tituladores locales supieron percibir que esta génesis del porno pago en Internet es un equivalente a escala de la creación de Facebook. De allí lo de La red sexual, que parafrasea La red social. Estrenada un año atrás en Estados Unidos, AVH acaba de lanzarla con ese título (el sexual) en el mercado local.

¿Sería más creíble que ese par de descerebrados y desarrapados Beavis & Butthead fueran un ex veterinario y un ex ingeniero astronáutico? Claro que al veterinario le quitaron la licencia cuando descubrieron que operaba perros para aspirar anestésicos, y al ingeniero lo echaron de la NASA el día que lo encontraron flotando en un simulador espacial. OK, establéscase que a estos muchachos se les ocurrió la idea de cobrar a distancia, para transmitir fotos y películas con chicas en cueros. Que los pedidos empiezan a multiplicarse, con ese efecto exponencial característico de las historias de entrepreneurs exitosos. Que para expandir los negocios, en algún momento se les ocurre asociarse con el capo de la mafia rusa en la Costa Oeste (el serbio Rade Serbedzija), mientras sus ganancias aumentan tanto como sus consumos personales. La cuestión es que en algún momento este par necesita un cable a tierra, alguien que piense por ellos, y ése es Jack Harris (Luke Wilson), hombre de negocios y de familia, que será “chupado” por ese mundo de fiestas, millones de dólares, chicas rápidas y autos también. La historia de ese tipo normal metido en un mundo fascinante pero resbaloso es, en verdad, la historia de La red sexual, cosida claramente de acuerdo al molde de Buenos muchachos.

Como la película de Scorsese, Middle Men cuenta esa excitación y esa paranoia tal como las vive el personaje de Harris (que sería, según dicen, el alter ego de uno de los productores de la película, Christopher Mallick), con veloces avances y marchas atrás temporales, relato off en primera persona, ráfagas de delirio (inolvidable, la subtrama sobre guerrilleros fundamentalistas árabes que consumen porno imperial), dilemas morales del protagonista y una banda de sonido que combina hits de varios lustros atrás con clásicos de los Stones y oldies de Louis Prima. Hermano menor del más famoso Owen, actor de bajísimo perfil que siempre parece estar escapándole a la cámara, Luke Wilson le da al personaje un carácter entre opaco, esquivo y ambiguo, que lleva a preguntarse todo el tiempo qué está haciendo este tipo metido ahí. Dirige George Gallo, que alguna vez escribió los guiones de Fuga a la medianoche y Bad Boys, y por allí aparece, como abogado de la mafia, un James Caan que parece hablar con el último hilo de voz.

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