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Sábado, 20 de mayo de 2006
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“LA COSECHA DE HIELO”

Entretelones de una Navidad muy negra

Sangre, frío, traiciones y vómitos son la materia prima de la película de Harold Ramis, plagada de tránsfugas en desgracia.

Por Horacio Bernades
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La cosecha... rescata lo más denso del noir estadounidense.

As Falls Wichita as Falls Wichita Falls. Así se llamaba un disco de Pat Metheny y ésa es la frase, juego de palabras o galimatías que todos se intercambian, a la manera de un password nihilista, a lo largo y a lo ancho de La cosecha de hielo. Negrísima ¿comedia? que más de un eminente crítico estadounidense incluyó en su lista de las mejores del 2005, The Ice Harvest es una de esas películas que –como Fargo o Bad Santa– miran la Navidad desde un charco o un tacho de basura. Tal como la película la muestra, la ciudad de Wichita, en Kansas, parecería el último vertedero del universo. Y no precisamente de agua, como las cataratas vecinas. A esas cataratas alude el refrán, que podría traducirse como “Así como cae Wichita, caen las caídas (de agua) de Wichita”. Y vaya si cae Wichita en esta Navidad del infierno que La cosecha de hielo celebra, sin música de Pat Metheny de por medio.

Basada en una novela de Scott Phillips y con guión escrito por el tándem Robert Benton & Richard Russo, el nombre del director puede llamar la atención. Al menos a primera vista, en tanto se trata de alguien asociado pura y exclusivamente con el género comedia. Claro que si se tiene en cuenta que entre las “comedias” dirigidas por Mr. Harold Ramis se cuentan Hechizo del tiempo (donde aquel misantrópico meteorólogo de Bill Murray quedaba atrapado en otro purgatorio) y la sin duda más liviana Analízame (donde el psicoanalista Billy Crystal debía vérselas con ese Hades humano llamado Robert De Niro), se percibirá que La cosecha de hielo es apenas un pelín más negra que las anteriores. En cuanto a los guionistas, conviene señalar que es ésta la tercera asociación entre Robert Benton (coguionista de Bonnie & Clyde y director de Kramer vs. Kramer) y el reputado novelista Richard Russo. Las anteriores fueron para dos películas protagonizadas y coproducidas por Paul Newman: Las cosas de la vida y Crepúsculo, heredera esta última de la más ortodoxa tradición noir.

John Cusack, Billy Bob Thornton y Oliver Platt son los tránsfugas en desgracia, con la longilínea Connie Nielsen como resurrección de las peores chicas del noir y el en todo sentido enorme Randy Quaid, en temible todopoderoso del apriete. Abogadito al servicio de la mafia, a Charlie Arglist (Cusack) no se le ocurrió mejor idea que seguirle el tren al despojo de Vic Cavanaugh (Thornton, Bad Santa in Person) y juntos echaron mano de un par de millones pertenecientes a Bill Guerard (Quaid, más desagradable aún que en Secreto en la montaña). Como saben lo que les espera si se quedan, Charlie y Vic piensan huir lo más lejos posible de Wichita. Pero es pleno invierno, la nieve tapa todos los caminos y no hay quien pueda salir de allí. Por lo cual no les quedará más remedio que ponerse a dar vueltas como hamsters en la rueda, atrapados en una Nochebuena de hielo, noche continua, whisky, puticlubs y putas. Rey de los borrachos es el obeso Pete (Oliver Platt, ideal), un tipo que cuando toma es capaz de querer levantarse a una chica delante de su hombre. Y vive tomando. Reina de las putas, Renata (la sueca Nielsen) tardará menos en enterarse de lo que Charlie tiene entre manos que en consumar un blow job. Y cuando esta chica huele dinero es peor que los tiburones con la sangre.

Sangre, frío, traiciones y vómitos son la materia prima de La cosecha de hielo, una película por la que los hermanos Coen se hubieran asesinado entre ellos con tal de dirigir. Si no se hubieran puesto a dirigir comedias bobas, claro. De hecho, le sucede a The Ice Harvest algo parecido a lo que ocurría con Fargo o con Un plan simple, producida por Joel & Ethan. Es tal la profusión de ruindad ambiente, tan abrumadoramente vil el mundo que describe, que corre el peligro de volverse tan unilateral como una de esas chorreras de melaza que Disney producía hasta hace unos años. Opinión no compartida, por cierto, por dos de los más destacados críticos estadounidense. Dave Kehr, de The New York Times, consideró a La cosecha de hielo “la” película de Hollywood del 2005. A su turno, J. Hoberman, deThe Village Voice (casualmente ambos acaban de visitar el Bafici porteño) la calificó de “divertida, tensa y soberbiamente realizada”. Esta sección cuenta en tal caso con la crítica Manohla Dargis (también de The New York Times) de su lado. Para Dargis, la película de Ramis no se caracteriza precisamente por lo divertida, ni tampoco por lo vívida. Lo cual confirma una verdad universal: cuando dos o más críticos se juntan, es para ponerse en desacuerdo.

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