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Sábado, 15 de septiembre de 2012
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LA SECTA, LA ULTIMA PELICULA DE KEVIN SMITH

Trabajo sucio contra Satán

El film transcribe ficcionalmente de modo casi literal lo que se conoce como “la masacre de Waco”. Pero aquí el reverendo Cooper es el líder de la pequeña comunidad de Five Points Trinity y está dispuesto a usar un arsenal para eliminar del mundo El Mal.

Por Horacio Bernades
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La secta, del terror al western.

“Los homosexuales son la representación máxima de Satán”, afirma el reverendo Cooper, líder de la pequeña comunidad de Five Points Trinity, convencido de que catástrofes como la de Nueva Orleans y el tsunami tailandés son la respuesta de Dios ante semejantes manifestaciones del Mal. Por las dudas que el Señor no reaccione a tiempo, él y sus seguidores cuentan, en el sótano de la iglesia, con un arsenal que no tiene nada que envidiarle al de la policía local. Algo que habrá ocasión de verificar cuando, ante una denuncia por secuestro, los azules caigan por allí, dispuestos a barrer con esa secta fundamentalista a la que consideran terrorista. Y allí sí, será cuestión de ver quién es el último que sale vivo. “Es la película más jodidamente buena del año”, exclamó con inconfundible exaltación Quentin Tarantino a comienzos de año, cuando salió de ver Red State, la película más reciente de Kevin Smith, realizador de Clerks, Chasing Amy y Zack y Miri hacen una porno. El sello Transeuropa acaba de lanzarla en DVD, con el título de La secta.

En la traducción se pierde toda una línea de sentido: red state es el nombre con que, desde hace una década, se identifican los estados de mayoría republicana en Estados Unidos. No es que en algún momento se haga alguna referencia explícita a las preferencias eleccionarias del reverendo Cooper y los suyos, seguramente porque esa referencia sería redundante. El reverendo y sus seguidores no son de quedarse sentados, esperando que Satán siga haciendo de las suyas. Por el contrario, van en busca de él y sus esbirros allí donde estén, para mandarlos de vuelta a donde pertenecen. Tal vez por eso tienen un pozo, donde suelen hacerse cargo de los servidores de Belcebú, a los que capturan como la araña a la mosca, apelando a aquello que hace de ellos pecadores: la tentación. En este caso, tres chicos para quienes el sexo es todavía un secreto a descubrir y que hacen contacto, vía Internet, con una señora que, por unos pesos, está dispuesta a atenderlos.

La señora resulta ser la siempre poderosa Melissa Leo, ganadora del Oscar por su papel de madre brava en El ganador. Vive en un rancho apartado y no es una prostituta, sino la esposa del reverendo Cooper (el gran Michael Parks, que viene haciendo de villano desde hace como cuarenta años). Con el viejo truco del somnífero en el alcohol, la señora convierte a los tres chicos en indefensos chivos expiatorios de los miembros de la Iglesia. En el momento en que los bajan al sótano, los atan y los disponen para la tortura, La secta se convierte en una de terror. A partir del instante en que llegue la policía derivará al western a puro tiro (western sureño, se entiende), hasta agotar todas las balas, de uno y otro lado. Si a alguien le parece excesivo que un grupo de creyentes se conviertan en émulos de Jesse James y los suyos, deberá saber que la película de Kevin Smith transcribe de modo casi literal lo que se conoce como “la masacre de Waco”. En 1993, la policía del estado de Texas sitió durante cincuenta y un días el cuartel general de una secta adventista, la de los Davidianos. Terminaron tomando posesión de él, tras haber dejado un tendal de casi un centenar de muertos. Todos ellos armados hasta los dientes, desde ya.

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