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Sábado, 20 de octubre de 2012
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DAMAS EN CONFLICTO, DE WHIT STILLMAN, CON GRETA GERWIG

Con la marca de Jane Austen

El director de Metropolitan, Barcelona y Los últimos días del disco está de regreso con una comedia tan excéntrica como todas las suyas y cuyo gran mérito es desarmar el tablero de clichés que el género “películas de cole” suele presentar.

Por Horacio Bernades
Greta Gerwig, reina en ejercicio del cine indie, lidera el elenco de Damas en conflicto.

Whit Stillman siempre fue un bicho raro. Raro de tan “normal”, se diría. Más que normal, anacrónico o atemporal. Tanto él, con su aspecto de agente de relaciones públicas más que de director de cine, como sus personajes, que en lugar de ser los habituales bohemios, pasotas o drogones del cine indie, suelen ser profesionales con título universitario. Tan instruidos, compuestos, reprimiditos y articulados como los de Eric Rohmer, para nombrar a uno de los santos patrones del realizador de Metropolitan (1990), Barcelona (1998) y Los últimos días del disco (2005). Si hay un santo patrón, hay una santa matrona. En este caso, Jane Austen. Eso queda tal vez más claro que nunca en Damsels in Distress, opus 4 de este nativo de Cornwall, Nueva York, estrenada en Estados Unidos en abril de este año y que Sony Video lanzará la semana próxima en la Argentina, con el título Damas en conflicto.

Como en Metropolitan, lo que gatilla el mecanismo argumental de Damas en conflicto es el ingreso de un extraño (extraña, aquí) a un grupo aparentemente cerrado. Allí eran jóvenes de la alta sociedad de Manhattan, aquí un grupo de alumnas de college, lideradas por la rubia Violet (Greta Gerwig, reina en ejercicio del cine indie). En la primera escena, Violet y sus laderas observan con atención a “la nueva” y después de estudiarla detenidamente llegan a la conclusión de que es la candidata ideal. ¿Ideal para qué? ¿Para victimizarla, esclavizarla, usarla de chivo expiatorio? No, todo lo contrario: para salvarla. Violet y sus amigas no sólo conducen el Centro de Prevención de Suicidios del campus sino que, además, están convencidas (al menos Violet, líder intelectual del grupo) de que a la hora de buscar novio, por ejemplo, no hay que aspirar a más sino a menos. Debe elegirse a un miembro del sexo opuesto de luces notoriamente bajas, para así poder iluminarlo. Por eso el atlético novio de Violet, cabal exponente del american boy, es casi incapaz de pronunciar palabra. Y no es el único, no.

El primer mérito gigantesco de Damas en conflicto es desarmar el tablero de clichés que el género “películas de cole” suele presentar. Las que normalmente son las lindas y malas (las “divinas” de la serie Patito feo) aquí son salvacionistas. Pero son unas mesiánicas raras. Están llenas de manías (hipersensibles a los malos olores masculinos, una de ellas sufre de “shocks nasales”) y su terapia antisuicidio consiste en enseñar tap dance a los potenciales damnificados. Cuando la propia Violet, el corazón roto por la volubilidad del idiota de su novio, huye como heroína romántica y corre el riesgo de convertirse en aquello que dedicó toda su vida escolar a prevenir, lo que la salva es... el perfume del jaboncito de un motel rutero. Perfume que, según ella, produce una completa elevación espiritual. ¿Están locas Violet y el resto de los miembros del grupo, son tontas o freaks? Un poco locas y un poco freaks, sí. Tontas, no (salvo una que sí).

Cuando dice que aspira a mejorar a la especie humana mediante un nuevo baile de su invención, Violet cree realmente, pasionalmente en ello (por muy racionales que parezcan, los personajes de Stillman pueden ser románticos a la antigua). Stillman cree en ella, tanto como Jane Austen creía en personajes que no necesariamente se le parecían o representaban. Por eso el realizador filma las escenas de baile con la convicción que ponía John Ford en sus coreos militares. Aunque Stillman le agrega ironía: cómo no reírse cuando a Violet se le enciende la lamparita e inventa el sambola, mezcla de samba, tango y cha-cha-cha. Que será ridículo, pero es encantador. Como muchos de los personajes de Damas en conflicto, como el mundo mismo que representan.

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