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Sábado, 5 de octubre de 2013
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JORGE DENTI HABLA DE SU DOCUMENTAL LA HUELLA DEL DOCTOR ERNESTO GUEVARA

La figura del Che antes de ser el Che

La película del director argentino radicado en México, que acompaña la edición de mañana de Página/12, pone el acento en los aspectos menos conocidos del mito, particularmente en su primera juventud y en sus viajes iniciáticos por América.

Por Oscar Ranzani
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“En esos viajes por Latinoamérica, Guevara aprendió el significado de la palabra injusticia”, dice Denti.

“El personaje que escribió estas notas murió al pisar de nuevo tierra argentina. El que las ordena y pule, yo, no soy yo. Por lo menos no soy el mismo yo interior. Ese vagar sin rumbo por nuestra Mayúscula América me ha cambiado más de lo que creí.” Estas palabras que hoy se entrelazan con la historia fueron pronunciadas por Ernesto Guevara cuando volvió de realizar el primer viaje por América latina junto a Alberto Granado y, en ese momento, funcionaron como presagio del hombre que terminaría siendo héroe, después de conocer la realidad del continente al que pertenecía. Pero antes de que se convirtiera en un luchador nato, Guevara se había recibido de médico y, al poco tiempo, realizó dos viajes por Latinoamérica, el segundo junto a Carlos “Calica” Ferrer. Tras los pasos de Guevara por la Argentina, Bolivia, Perú, Ecuador, Nicaragua, Guatemala y México, fue el director y productor de cine y televisión argentino Jorge Denti quien realizó una profunda investigación cinematográfica: La huella del doctor Ernesto Guevara se trata de un riguroso documental de dos horas que, luego de haberse estrenado en junio en buena parte del país, acompañará la edición de Página/12 de mañana, y sus lectores podrán adquirir el DVD como compra opcional.

Integrante del mítico grupo Cine de la Base, fundado por el cineasta desaparecido Raymundo Gleyzer, Denti también fue uno de los tantos argentinos que tuvo que partir hacia el exilio durante la dictadura; en su caso, México, país donde se quedó a vivir definitivamente. Autor de una importante filmografía documental, en la que abordó temas político-históricos y literarios, Denti elaboró ahora este documental que indaga en el aspecto menos conocido de la vida de Guevara. “Yo creo que si uno le pregunta hoy a un joven quién fue Guevara, va a decir ‘un guerrillero’, ‘un comandante’, ‘un revolucionario’. Y también puede llegar a decir: ‘Creo que nació en la Argentina’. Puedo hacer una encuesta y el 95 por ciento de la gente va a responder que no sabe que fue médico”, señala el cineasta sobre el motivo de su elección. ¿Por qué ocurre esto? “Porque en cierta forma, el cine siempre se enfocó sobre el héroe, el Che, el revolucionario”, admite Denti.

El documental arranca en 1953, cuando Guevara inició su segundo viaje por Latinoamérica junto a Calica Ferrer, luego de realizar el primero junto a Granado. Denti combina los testimonios de testigos, compañeros e historiadores de Guevara junto con la lectura de una voz en off que hace públicas las cartas que les enviaba el joven Ernesto a su madre y a Tita Infante, una compañera de estudio de la Facultad de Medicina. Se reconstruyen fragmentos de sus recorridos por los países donde el médico aprendió sobre las dificultades que vivía la gente en zonas desfavorecidas y socialmente vulnerables. También se escucha a sus compañeros de viaje: el recordado Alberto Granado y Calica Ferrer. Partiendo de ese segundo viaje, La huella del doctor Ernesto Guevara indaga en las motivaciones que tenía este médico argentino y cómo entendía su profesión al servicio de los más necesitados. La particularidad del film de Denti es que aborda al hombre antes del revolucionario: es el Che antes de ser el Che. Y lo hace con una profunda investigación que permite conocer aspectos inexplorados, como los diversos trabajos que tuvo Guevara como fotógrafo y velador, entre otros, durante el segundo viaje por Latinoamérica, y de sus investigaciones médicas en alergología. Este documental cuenta no sólo su faceta humana, sino también la intelectual: puede conocerse a un destacado médico e investigador, a un gran amante de la poesía y a un apasionado por la arqueología. De modo que el film presenta al Che no sólo como el hombre de acción que supo ser cuando la historia lo tomó de la mano, sino como un pensador lúcido e inquieto.

Para la investigación, Denti accedió a los diarios de Guevara, Ferrer y Granado. “También hablé mucho con Ernesto Guevara Lynch, su padre, hace muchos años, y con sus hermanos, especialmente con el más chico, Juan Martín.” Como el Che era un extraordinario cronista que escribía desde chico, “parte de eso fue el fundamento de mi investigación: no hay nada cambiado, sino que son fragmentos que Ernesto escribió en sus diarios, en sus ensayos, en la correspondencia que tuvo con su familia y con algunos amigos; entre ellos, Tita Infante, la compañera de Ernesto de la Universidad de Buenos Aires”, cuenta Denti sobre la estructura narrativa del documental, donde la voz en off de un personaje ficcional que simula a Ernesto Guevara funciona como ordenadora del relato mediante la lectura de las cartas a su madre y a Tita. Para eso, “convoqué a un joven cordobés que tenía el acento de Ernesto en ese período y le hice leer los textos y los fragmentos: él presta la voz a Ernesto Guevara”, detalla el director.

En este documental, Denti indaga en todas las manifestaciones de Ernesto Guevara como ser humano. “Trato de dar la visión de quién era. Era un inquieto que en los años ’50 hizo su primer viaje por América latina. Antes, en un período fue enfermero y recorrió en barcos el Atlántico Sur. Ese fue un trabajo que le había conseguido el padre como enfermero de la flota naval. Pero fue temporario. Después vino el viaje con Granado, en el que se vincularon con los trabajadores del campo, los mineros, los obreros de la caña”, relata Denti. Es que en esos dos viajes por Latinoamérica, Guevara aprendió el significado de la palabra “injusticia”. Por eso, Denti no duda en afirmar que los recorridos “fueron la otra universidad o la otra escuela de Guevara, donde conoció la riqueza cultural del continente, así como la pobreza, el dolor y las duras condiciones de vida en que se enfrentaba la gente en América latina, millones de personas a lo largo del campo, de las sierras, de las ciudades”. Y asegura que Guevara era un hombre curioso: “Iba a donde estaba la gente, convivía y platicaba con la gente. Y ese joven médico que había aprendido los secretos y curas del cuerpo humano en las aulas de la universidad se fue enfrentando a la realidad, a esas viejas heridas nunca cicatrizadas que encontró en el camino junto a los dolores de los pueblos jamás consolados. Es muy interesante porque los viajes lo fueron nutriendo”.

Si el primer viaje con Granado despertó su sensibilidad social, el segundo marcó la transformación definitiva de Ernesto Guevara en revolucionario: allí también aprendió la importancia del internacionalismo a la hora de pensar el destino político de los pueblos. En ese pasaje, Denti muestra el itinerario de Guevara en Guatemala, cuando en 1954 empuñó un fusil para batallar contra la invasión perpetrada contra el gobierno de Jacobo Arbenz. En ese sentido, el realizador considera que “las grandes armas de Ernesto Guevara fueron los libros y eso le permitió relacionarse en Guatemala, cuando se reunía con grandes personas e intelectuales. Guatemala fue clave en su vida porque fue el lugar donde él se integró a una revolución. El estaba de acuerdo con la revolución de Arbenz. Era una revolución que había hecho una reforma agraria. Entonces, para Guevara era importante la transformación que se estaba produciendo en Guatemala, un país con el 80 por ciento de su población indígena. Y la reforma agraria era transformadora”.

Justamente en Guatemala, donde también trabajó como médico, se enfrentó al problema de revalidar el título. Se sabe que la medicina es una profesión muy noble si se ejerce con determinación ética. ¿Guevara eligió esta profesión porque podía volcar sus cualidades humanas al servicio de los demás o es que gracias a ésta pudo consolidar su conciencia política? Ante esa pregunta, Denti lee una carta que el Che le escribió a su madre: “En Guatemala podría hacerme muy rico, pero con el rastrero procedimiento de revalidar mi título, poner una clínica y dedicarme a la alergia (aquí está lleno de colegas del fuelle). Hacer eso sería la más horrible traición a los dos yo que se me pelean dentro: el socialudo y el viajero”. Denti entiende que eso responde a que Guevara cuando vio que atacaban la revolución en Guatemala “la quiso defender con lo que fuera, y ahí fue la primera vez que tomó un fusil para defender una revolución”.

Algo particular de la vida de Ernesto Guevara es cómo logró combinarse en una misma persona el hombre que batallaba con el ser culto, poeta y pensador. “Yo creo que el hombre de acción vino después”, señala el director. “Es el hombre que va en busca de conocer al hombre y, a través de eso, se va conociendo él. Se va conociendo también con Neruda, que era ‘el guía’ de su segundo viaje. Va constantemente leyendo a Neruda porque era un amante de la poesía. También fue un riguroso cronista y fotógrafo. Entonces, todo eso a lo largo de la travesía hizo que se fuera encontrando él.” Y al caminar por América latina “fue ensanchando sus fronteras y, aunque había nacido en la Argentina, fue teniendo una nacionalidad que es más grande: América latina”, entiende el cineasta.

“Es el gran farol de América y del resto del mundo. Es un hombre que no solamente es importante por su experiencia de revolucionario, médico y caminante de América latina sino, también, por el pensamiento que deja para el nuevo hombre, para nuevos jóvenes. Y lo deja con el ejemplo que dio: un hombre consecuente hasta el último momento”, concluye Denti.

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