Treinta y tres años tenÃa Jack Nicholson cuando Bob Rafelson lo convocó para una pequeña pelÃcula superindependiente llamada Five Easy Pieces. Y sólo dos más cuando director y actor volvieron a reunirse en The King of Marvin Gardens, antes de hacerlo en la remake de El cartero llama dos veces. Y, última vez hasta ahora, en el neonoir de Sangre y vino.
Dos lÃmpidas gemas del existencialismo cinematográfico de los primeros ’70, Five Easy Pieces y The King of Marvin Gardens se estrenaron en la Argentina con los originalÃsimos tÃtulos de Mi vida es mi vida y Castillos de arena, y con esos tÃtulos circulan desde hace un tiempo en DVD, editadas por LK-Tel. En ambas, Nicholson viaja decididamente hacia la nada que se posesionarÃa definitivamente de él en El pasajero. Antes de derivar en lo contrario: el todo hecho de muecas y gritos, en El resplandor. En Mi vida es mi vida y Castillos de arena, un Jack vaciado de gestos, casi keatoniano, recorre con desolación las rutas americanas. Redescubrirlo hoy puede ser toda una sorpresa, si es que existen sorpresas que el tiempo haya dejado atrás.
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