Todos quieren estar en American Dreamz, el programa más popular de la tele. Ese en el que gente desconocida se presenta para cantar, con la esperanza de ser famosos algún dÃa. Gente como Sally, la rubiecita de Kentucky, dispuesta a todo (pero todo, todo) con tal de ganar. Como Omer, el terrorista paquistanà que muere por las comedias musicales. Como –faltaba más– el propio presidente de la nación, que tras ganar su reelección prefiere presentarse como jurado de American Dreamz antes que reasumir las responsabilidades del cargo. Un solo ciudadano darÃa cualquier cosa por no estar en ese programa y es su conductor, Martin Tweed, que, atravesando la fase terminal de su propio cinismo, ya no cree en los valores que siempre sustentó: la ambición desmedida, la falta de escrúpulos absoluta, el dinero a cualquier precio. Pero igual está dispuesto a morir por ellos.
De allà el tÃtulo con que el sello AVH acaba de editar en video American Dreamz, la pelÃcula: Muriendo por un sueño. Escrita y dirigida por Paul Weitz (el de Un buen chico y En buena compañÃa, pero también American Pie) y con Hugh Grant, Dennis Quaid, la rubia Mandy Moore y Willem Dafoe en los protagónicos, la frase publicitaria de Muriendo por un sueño no podrÃa ser más transparente. “Imagine un paÃs donde el presidente nunca lee el diarioâ€, dice. “Donde el gobierno va a la guerra por razones equivocadas, y la mayorÃa de la gente vota por un Ãdolo pop en lugar de su próximo presidente.†Mmmhhh... ¿Argentina años ’90? Si fuera asÃ, el Dennis Quaid de American Dreamz no se parecerÃa tanto, pero tanto, al hijo de George Bush. “¿Vos sabÃas que en Irak conviven tres pueblos de distintos orÃgenes?â€, comenta el presidente Stanton (Quaid) a su think tank (un irreconocible, semicalvo Willem Dafoe). Alucinado casi, el presidente se puso a leer los diarios por primera vez en su vida, y descubrió allà un mundo de informaciones completamente desconocido hasta entonces.
Casi al mismo tiempo, terminado su entrenamiento en un campo fronterizo entre Afganistán y Pakistán, un terrorista talibán marcha hacia los Estados Unidos con instrucciones de terminar de una vez con la vida del reelecto. El repulsivo Mike Tweed (Grant) pide a sus asistentes que le consigan “freaks, muchos freaks†para su programa, y la ambiciosa Sally Kendoo (Mandy Moore, réplica casi perfecta de Britney Spears) hace las valijas en su casita de Kentucky, rumbeando hacia el estudio donde se graba American Dreamz. Para ello, previamente patea a su novio
(Chris Klein, de American Pie). Para olvidarla, éste se alista como voluntario en el frente iraquÃ, y vuelve con una herida en el brazo. Cuando el agente de Sally lo ve, no lo puede creer. “Perdón, ¿ése es tu novio? ¿Es héroe de guerra? ¿Volvió herido de Irak? Te lo llevás con vos y va a pedir tu mano en vivo, en la tele.†El problema es que el dÃa de la final, cuando la canora Sally deba vérselas con el talibán musical y una suerte de rabino bailarÃn, habrá una bomba en el estudio, y alguien terminará usándola...
Es posible que, a la hora de la verdad, Muriendo por un sueño sea bastante más tibia de lo deseado, arrojando dardos algo romos sobre blancos a los que no hay cómo errarles. Es que, ya se sabe, Billy Wilder hubo uno solo, y hasta el Blake Edwards de S.O.B. puede llegar a parecer, en comparación, una fiera sedienta de sangre americana.
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