Imprimir|Regresar a la nota
Viernes, 27 de abril de 2007
logo espectaculos
“LA FUENTE DE LA VIDA”

El amor es una batalla eterna

La película de Darren Aronofsky funciona como una fábula con pretensiones culturales.

Por Horacio Bernades
/fotos/espectaculos/20070427/notas_e/NA28FO01.JPG
La fuente... está basada en una novela gráfica del propio Aronofsky.

“El amor es más fuerte”, podría ser la frase publicitaria de La fuente de la vida, si no fuera que ya se usó. Tan fuerte es el amor de The Fountain que sobrevive no sólo a una muerte, sino también a mil años de vida sobre la Tierra. Ese es el período que abarca, a través de tres historias entrelazadas, esta love story, cuento filosófico, odisea temporal, épica histórica, fábula mística-etnográfica o simple declaración de amor del director a su mujer. De todas esas maneras puede ser definido el opus tres de Darren Aronofksy, que requirió aquí de los servicios de su esposa, la bella Rachel Weisz. Neoyorquino de 38 años, una década atrás Aronofsky llamó la atención con su ópera prima, Pi, poco más tarde generó serias reservas con su segunda película, Requiem para un sueño, y de inmediato entró en un período oscuro, que incluyó una participación y posterior deserción del proyecto de Batman inicia. Ese período es el que cierra (¿o reabre?) La fuente de la vida, presentada en la última edición del Festival de Venecia y lanzada ahora en Argentina por el sello Gativideo.

Basada en una novela gráfica de autoría del propio Aronofsky, La fuente de la vida presenta a la pareja integrada por Hugh Jackman y Mrs. Weisz por triplicado: como un científico contemporáneo y su esposa, como la reina Isabel de España y el conquistador español que le rinde pleitesía y como la ¿proyección astral? de un hombre del siglo XXVI y su enamorada... convertida en árbol. Las tres instancias no se suceden, sino que se entrelazan. La historia española, por ejemplo, resulta ser la novela que Izzi, esposa del científico, le entrega antes de morir, para que en un postrero acto de amor la concluya. La novela se llama The Fountain, como la película. Referencia a la Fuente de la Juventud y, a la vez, al Arbol de la Vida, citado en el comienzo mediante una referencia al Génesis. Mitos a los que la película acude (y confunde) como metáfora de la voluntad de eternidad por parte del ser humano.

Si ya de por sí resultan oscuras esas vinculaciones, qué decir de la aparición de Xibalba, nombre que la cultura maya daba a la instancia de vida después de la muerte. Y que se materializa aquí bajo la forma de un dorado tornado cósmico, que arrastra al hombre (calvo) del siglo XXVI. En su intento de representar los efectos de la droga, Requiem para un sueño replicaba aquellos melodramas sensacionalistas de los años ’30, ’40 y ’50, abundantes en secuencias de delirium tremens. De modo semejante, La fuente de la vida puede ser vista como cuentito infantil para adultos con pretensiones culturales. Pretensiones expresadas en referencias literarias, claroscuros pictoricistas, toneladas de solemnidad y lluvias de galaxias doradas que caen por detrás del calvo Hugh Jackman, en medio de cierto paisaje más digital que astral.

© 2000-2022 www.pagina12.com.ar|República Argentina|Todos los Derechos Reservados

Sitio desarrollado con software libre GNU/Linux.