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Sábado, 24 de noviembre de 2007
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HISTORIA DE SEXO JUVENIL

Los chicos sólo quieren divertirse

Comportamiento adolescente normal, ópera prima de Beth Schachter que se estrena directamente en DVD, explora con profundidad y sin golpes bajos la vida íntima de un grupo de amigos de la infancia.

Por Horacio Bernades
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Chicos en rojo, entre Supercool y Kids.

A la hora de abordar la sexualidad adolescente, se lo puede hacer de modo sensacionalista –como en Kids y otras de Larry Clark–, empático –las películas de Richard Linklater y la flamante Supercool son buen ejemplo de ello– o lanzando llamados de advertencia al mundo adulto, en forma de S.O.S. más o menos explícitos. Este último parecería ser el caso de una película presentada en mayo pasado en el festival neoyorquino de Tribeca, que de tan nueva todavía ni se estrenó en Estados Unidos. El título es Normal Adolescent Behavior, se trata de la ópera prima de Beth Schachter y el lanzamiento en DVD que el sello AVH acaba de producir –con el título literal de Comportamiento adolescente normal– puede tomarse como toda una primicia para el mercado local. Primicia que tal vez genere algún runrún, por el modo en que la película liga sexo grupal y lesbianismo con el funcionamiento tipo secta de algunos grupos adolescentes.

“Los seis estamos juntos desde la primaria”, dice la protagonista en off sobre las primeras imágenes de la película. Se trata de una toma cenital donde se la ve, junto con sus cinco amigos, todos entrelazados sobre el piso, sugiriendo la inminencia de una orgía. “El sexo y los sábados a la noche vinieron más tarde”, confirma la voz enseguida. Wendy (Amber Tamblyn, hija del actor Russ Tamblyn y, a los 24, toda una veterana de la tele) y sus amigas tienen una peculiaridad: asumiéndose como lesbianas, los únicos varones con los que tienen sexo son los integrantes del grupo de amigos. Nunca lo hacen por separado: siempre es todos juntos, como en el ejército o la iglesia. Típicos chicos superados, daría la impresión de que la excentricidad moral y sexual de Wendy y sus amigos los pone, en relación con el resto de sus compañeros (y del mundo en su totalidad), en una suerte de zona liberada, un lugar de superioridad total.

Tanto Wendy como Billie, líder del grupo, reniegan explícita y combativamente de la monogamia heterosexual y otros bastiones de la moral convencional. El problema es, en tal caso, que la realizadora y guionista las inviste de negatividad, tanto a ellas como a los restantes miembros del grupo. No sólo porque el olímpico hastío de niños ricos no los hace precisamente simpáticos, sino sobre todo porque de a poco va quedando claro el grado de violencia y terror que sustenta la endogamia grupal. Como en una mafia o un escuadrón de jihaidines, salir del grupo no está permitido, como bien padecen en carne propia dos ex miembros. Así, cuando Wendy se sienta atraída por un nuevo vecino, deberá luchar no sólo contra sus propios prejuicios, sino antes que nada contra la fatwa grupal, encarnada en ese temible ejemplar de psicópata que es Billie. Sí, para Comportamiento adolescente normal la sexualidad alternativa es una siniestra confabulación, de la que sólo la pareja monogámica heterosexual parecería en condiciones de liberar.

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