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Sábado, 23 de febrero de 2008
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“RECETAS DE AMOR”, DE ADRIENNE SHELLY

Un cuento de hadas para la nueva línea gastronómica

El film está estructurado a partir de un tópico muy visitado últimamente en Hollywood: el de los embarazos no deseados.

Por Horacio Bernades
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Recetas de amor pasó por Sundance, pero su temática y tratamiento no escapan del mainstream.

A lo largo de 2007 hubo temas que atravesaron con insistencia el cine estadounidense. Uno fue el de la justicia por mano propia, representada por films como Valiente (editada en video hace unas semanas) y Sentencia de muerte, que se conocerá de aquí a unos meses. Otro fue el conflicto con los países árabes, con ejemplos como Juego de poder (actualmente en cartel), El reino (lanzada en video la semana pasada), El sospechoso (ver Lanzamientos) y A Mighty Heart, cuya edición se anuncia para marzo. La tercera cuestión que acució a los espectadores norteamericanos fue la de los embarazos no deseados, que Hollywood –a diferencia de lo practicado por el cine rumano en 4 meses, 3 semanas y 2 días– sólo se permitió tratar en forma de comedia, en películas como Ligeramente embarazada, la recién estrenada La joven vida de Juno y Waitress (trad. lit.: Camarera). El sello Gativideo lanzará esta última en los próximos días, con el título, mucho más genérico, de Recetas de amor.

Rasgo curioso que más de un crítico estadounidense se ocupó de hacer notar, de estas tres mamás involuntarias, a una sola –la protagonista de La joven vida de Juno– se le pasa por la cabeza la idea de interrumpir el embarazo. Aun así la descarta rápidamente, prefiriendo ceder el chico en adopción. A la protagonista de Waitress la diferencian de sus pares la edad y el estado civil. Si Juno y la Alison de Ligeramente... son jóvenes y solteras, Jenna (Keri Russell, ex protagonista de la serie Felicity) es una treintañera casada. Pero no felizmente casada, ésta es la cuestión. En verdad, su marido (Jeremy Sisto, conocido por Six Feet Under) es la típica bestia a quien no sólo le importa un comino lo que le pase a su mujer, sino que a la primera de cambio le pega. No es entonces muy difícil de entender que Jenna se amargue la vida cuando el test le da positivo y el marido sólo se desayune cuando le nota las tetas más grandes.

¿Abortar? ¿Qué es eso? Cuento de hadas al fin y al cabo, la solución de Waitress es hacer aparecer un príncipe azul, que resulta ser... el obstetra. Pero tampoco es que Jenna haga las valijas y se vaya con él: el tipo es casado y dejar a la esposa no parece una opción. ¿Un filito extramatrimonial? Ni siquiera: la paciente y el doctor aprietan como locos, pero de ir a la cama ni hablemos. ¿Y Jenna, con qué se complace, si tiene un embarazo no deseado, un marido que le pega y un amante que no es tal? Se complace haciendo tortas. Pero no en sentido lésbico, sino en el gastronómico, nomás. Waitress es otro de esos cuentos de hadas culinarios, en la línea de La fiesta de Babette, Como agua para chocolate o la reciente Sin reservas. Si se piensa que es una típica producción del Hollywood más moralista, se cometerá un error: esto es lo que suele considerarse una comedia independiente, que pasó por el Festival de Sundance y todo. ¿Fábula antifeminista? La dirigió una señora, Adrienne Shelly, protagonista de las dos primeras películas de Hal Hartley: La verdad increíble y Confía en mí.

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