Para mà Freddy era, ante todo, un gran amigo. Y además un excelente bailarÃn y mi maestro de técnica Graham. A mà lo más fuerte que me pasó con él fue lo siguiente: tenÃamos como costumbre terminar el dÃa de trabajo y hacer clase entre nosotros. Freddy propuso dar una clase de Graham y para mà significó un antes y un después. Ese dÃa pude hacer una sÃntesis de todos los caminos del cuerpo que habÃa trabajado por años. Seguimos trabajando juntos, nos respetamos mucho como profesionales, nos quisimos mucho y yo también quise mucho a sus hijos. TenÃamos una relación de amistad, muy personal. En cuanto a lo artÃstico era alguien talentoso, profundo, muy vistoso. Cuando venÃa de bailar con Alvin Ailey, volvÃa iluminado. Y también era un gran maestro, que dejó una marca. MuchÃsima gente pasó por sus manos y él era uno de los pocos que conservaba bastante puro el estilo de trabajo, el único que seguÃa dando prolijamente la técnica Graham. Tengo muchos recuerdos con él... Una anécdota: Me acuerdo cuando estrenamos Romeo y Julieta. Bailábamos con unas capas de pieles en un verano calcinante y él solÃa tener baja presión. Acostado en el suelo, tenÃamos que sacarle el abrigo entre todos y parecÃa que se morÃa, al punto de tener que llamar a la ambulancia. Y cuando le tocaba bailar, se paraba y salÃa al escenario espléndido, como si no hubiera pasado nada. ¿Qué más decir? Que lo recuerden, cada uno a su modo.
Freddy fue un gran maestro, bailarÃn y compañero que se ha ido. Sin duda fue el mas importante maestro de danza contemporánea de la escuela Graham que ha tenido nuestro paÃs. Ha formado muchÃsimos bailarines y bailarinas a lo largo de las casi cuatro décadas en que ha vivido en la Argentina. Era hasta la fecha de su fallecimiento, maestro de nuestro Taller de Danza del Teatro San MartÃn, que dirige Norma Binaghi. Con Freddy bailamos en numerosas producciones y compartimos camarines por muchos años. Allà supe de su generosidad y de su historia que comienza en Caracas, donde él habÃa nacido. Formó parte, como solista, de la importante compañÃa de Alvin Ailey, en Nueva York, desde sus comienzos, y participó activamente en las grandes obras que creara Ailey para su compañÃa, entre ellas la memorable Revelations, donde bailarÃa junto a Judith Jamison. Llegó a Buenos Aires desde México en 1969 con su mujer, otra gran bailarina argentina Bettina Bellomo, donde se desempeñaban como bailarines solistas en la CompañÃa Nacional. Apenas llegados ambos se integraron a la recién creada compañÃa del San MartÃn. Freddy poseÃa además de su espléndida técnica, una gran presencia y una especial belleza masculina. Creó algunos trabajos como coreógrafo, pero su destino terminarÃa siendo otro: ser uno de uno de los mejores maestros de nuestro medio, muy querido por sus alumnos y colegas. Dictó por última vez clases con el Ballet Contemporáneo en 2002, aportando como siempre sus grandes conocimientos a nuestros profesionales como sus dosis de humor. Sin duda lo extrañaremos todos, a este forjador de ilusiones y amigo que lamentablemente nos dejó. Su buenaza sonrisa de negro lindo, como su hermoso tono venezolano –que nunca perdió–, nos seguirá acompañando.
Lo recuerdo como un extraordinario bailarÃn con una potencia expresiva e interpretativa muy grande y, últimamente, como un maestro muy importante. Con él se pierde algo fundamental para la danza argentina. ConocÃa muchÃsimo la técnica de Martha Graham y la de Alvin Ailey. Siempre me pareció una persona muy buena, humilde, agradecida al trabajo. Lo caracterizaba esa vitalidad, esa energÃa, esa fisicalidad unida a un gran conocimiento de ese repertorio tan importante. Su experiencia le abrió las puertas a la danza contemporánea en la Argentina, en los años ’70. En las producciones de Oscar Araiz de aquella época era una figura destacable, elemental en esa troup. Yo en esa época recién estaba empezando a bailar y me encantaba verlo, tenÃa una energÃa muy particular. Además, fue un pilar de la enseñanza de la técnica Graham en nuestro paÃs, tanto en su estudio como en el Taller del San MartÃn en estos últimos años. Todos los fines de año, cuando el Taller del TSM presenta sus trabajos, yo siempre esperaba el trabajo de Freddy, de una gran espiritualidad. Los alumnos lo interpretaban con una entrega poco frecuente. El se conectaba con lo espiritual del movimiento, de la danza, y eso los alumnos lo sentÃan. Por eso lo querÃan mucho, porque no sólo enseñaba un repertorio de movimiento sino que todo eso estaba imbuido con una carga enormemente humana. Eso los alumnos lo recibieron con agradecimiento.
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