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Lo que más me gusta del Festival Cervantino es su gran heterogeneidad. Hay desde doma hasta jornadas de pensamiento, pasando por el cine, el teatro y concursos de gastronomía. Y una cosa se pega a la otra: el mismo tipo que fue a ver fotografía se va después a ver las ruinas arqueológicas. Desde el punto de vista específicamente teatral, trabajamos con una enorme variedad, haciendo anclaje en un público que pueda sentirse incluido desde convenciones de base netamente popular. Es un rasgo del lugar: uno va a la plaza del centro o al cementerio y los diseñó Salamone. Sale y están las estatuas de Regazzoni. Es una población cuya dinámica cultural encierra esa idea de mezclar el arte con algo que está muy cercano a la gente y a lo cotidiano.
* Doctor en Historia y Teoría de las Artes de la Universidad de Buenos Aires.
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