Animador: –Vean esta gente, por favor. Comprueben ustedes mismos los estragos del combate. Exhaustos, doloridos. ¿Cuánto hace que están bailando? Diez dÃas, quince, veinte, ya perdieron la cuenta. ¡Adelante que ésta puede ser la noche definitiva! ¡La noche del triunfo! (Simula escuchar una pregunta) ¿Por qué premio compiten? Lamento no poder satisfacer tan legÃtima curiosidad, porque en esta maratón, el premio es una sorpresa. ¡SÃ, damas y caballeros, esta gente no sabe por qué baila! ¡Es la fe lo que los mueve! ¡La fe los hace bailar! Ciegos, se dirigen hacia el final, hacia la exaltación o la derrota. Señores, ¿quién entiende a los hombres? Yo no me atrevo. Están ahÃ, se agitan, se mueven, mueren... Se destrozan ferozmente. Y renacen, renacen, como insectos fugaces. Y sin embargo ellos, luchando a muerte con la indiferencia y con la nada, construyen sus frágiles obras, disponiéndose para la eternidad. Señores, si no fuera ridÃculo, esto serÃa una tragedia. ¡Y sigue el baile, damas y caballeros, sigue el baile!
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