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Hay dos conceptos que introducen las bibliotecas digitales. El primero es la conversión de una biblioteca privada, personal, en una biblioteca pública y disponible para todo el mundo. El segundo, la formación de una comunidad alrededor de una biblioteca. Sin embargo, el hecho de que los libros pasen a estar en la web de ningún modo quiere decir que la gente vaya a leer. Por otra parte, las bibliotecas digitales tienen que brindar una guía que permita transitar a través de todos los libros que se ofrecen, para seleccionar acorde con la temática que se estudie o con las referencias sobre la literatura seleccionada, del mismo modo que ocurre en las bibliotecas físicas. La diferencia radical es que esta guía que ofrecen las bibliotecas digitales ya no es “especializada” ni la búsqueda y lectura de libros es tampoco una relación mediada por periodistas o personas del ámbito de la cultura que los recomiendan, sino que la construcción de esta guía es una tarea llevada a cabo por los mismos lectores de esos libros que, además, sienten el deseo de compartirlos con el resto de la comunidad virtual que sostiene la plataforma. Esto constituye una novedad en relación con las bibliotecas físicas, en la medida en que son los mismos lectores quienes se “educan” entre ellos, categorizan la información, la ponen a disposición y la recomiendan. De este modo se valoriza no sólo el intercambio de libros, sino la posibilidad de interactuar con los seres humanos que construyen estas referencias. (...) Es dudoso que esto implique la desaparición de los espacios educativos tradicionales como la universidad o los institutos superiores de enseñanza, en la medida en que son ellos quienes validan socialmente el conocimiento. Lo que sí es claro, en todo caso, es que estos espacios se ven modificados –y se verán aún más en el futuro– por las relaciones y prácticas que se establecen fuera de ellos, especialmente en la red.

* Pseudónimo de uno de los fundadores del Colectivo BiblioFyL, que por razones legales prefiere no dar su nombre real. e-mail: [email protected].

Opinión

La biblioteca comunitaria