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Martes, 25 de enero de 2011
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El entrenamiento de Natalie Portman y las reacciones de las bailarinas

Más leña para el debate sobre la alimentación

Por Terri Judd y Jerome Taylor *
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Portman bajó diez kilos y se sometió a un entrenamiento agotador.
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Natalie Portman acaba de revelar que la tremenda agenda que debió seguir para su rol de bailarina en Cisne Negro la hizo temer por su vida. La actriz bajó diez kilos, para lo cual debió seguir una estricta dieta de zanahorias y almendras, y pasó ocho horas al día en ensayos. Portman, a quien todos señalan como gran candidata al Oscar por su bailarina desesperadamente ambiciosa y perfeccionista, señaló que “hubo algunas noches en las que literalmente creí que iba a morir”. En la misma semana en la que anunció que estaba embarazada y que iba a casarse con el coreógrafo de Cisne Negro, Benjamin Millepied, Portman le dijo a Entertainment Weekly que la película la dejó física y emocionalmente exhausta: “Fue la primera vez que entendí hasta qué punto te puede envolver un personaje, de un modo que te tira abajo”.

La actriz, que se fisuró una costilla en los ensayos, dijo recientemente que “todos los bailarines están siempre bailando con alguna lesión extrema. No sólo un músculo dolorido, bailan con un tobillo torcido o con tortícolis o algo. Los ves hacer estas cosas increíbles y salir del escenario... directo a un balde de hielo. Parte del arte es esconder todo ese dolor”. La película recibió opiniones dispares por parte del gremio. Racheal Prince, del Ballet British Columbia, dijo que el personaje de Portman le parecía exagerado. “Ella es anoréxica, bulímica, loca”, dijo la bailarina de 26 años. “Estoy segura de que toda bailarina pelea con cosas aquí y allá, pero que una sola chica deba pelear con cada problema existente hace que nos veamos como locas.” La inglesa Gillian Murphy, bailarina principal del American Ballet Theatre, también criticó a la película por su “shockeante, inquietante retrato” del mundo del ballet.

Darren Aronofsky insiste en que también recibió comentarios positivos. “Hay muchas bailarinas que están increíblemente aliviadas de que finalmente haya una película que toma al ballet en serio y no como el marco para un romance”, dice, aunque admite que hacerla fue muy difícil. “No había dinero y muchas veces tuvimos que presionar. Y la persona que más sufrió las presiones fue Natalie, viviendo sólo con almendras y zanahorias.” El mundo del ballet lleva años luchando contra las acusaciones de hacer la vista gorda frente a los desórdenes alimentarios. La política de nutrición de la Escuela del Royal Ballet insiste en monitorear a las estudiantes para asegurarse de que mantengan un peso saludable. Una declaración conjunta de todas las escuelas que operan bajo el Departamento de Educación de Música y Baile dice: “Es sabido que, como muchos otros atletas, los bailarines están en mayor riesgo que otras personas de desarrollar desórdenes alimentarios y los problemas médicos asociados. Todas las escuelas de danza se comprometen a desarrollar, entrenar y fomentar profesionales saludables. Las escuelas alentarán actitudes positivas hacia el control de peso, la alimentación saludable y la imagen del cuerpo”.

Cisne Negro seguramente reavivará el debate, dibujando comparaciones con la industria de la moda. El 17 de noviembre del año pasado murió –a los 28 años– Isabelle Caro, quien se convirtió en un símbolo de la lucha contra la anorexia cuando fue fotografiada desnuda en una controvertida campaña publicitaria para alertar sobre los peligros de los desórdenes alimentarios. Tres años atrás, los posters de su cuerpo devastado, diseminados por Milán en la víspera de la Semana de la Moda, enfurecieron a los representantes de la industria y fueron prohibidos. Caro nunca superó su enfermedad. El fotógrafo Oliviero Toscani, quien sacó aquellas fotos, dijo al enterarse de la muerte que lamentaba que la campaña hubiera hecho tan poco para cambiar las actitudes. “Las modelos son cada vez más jóvenes y flacas. Nunca son suficientemente flacas. Al diseñador de moda no le importan los cuerpos de las mujeres, sólo le interesa el modo en que se ve el vestido, y el vestido se ve fantástico sobre un cuerpo transparente, casi no-existente.”

* De The Independent de Gran Bretaña. Especial para Página/12.

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