Yo solamente esperaba cuándo iba a ser la próxima vez. Si de noche o a la luz del dÃa. Si bien la noche es inquietante, en otro sentido protege porque vuelve todo un poco más disimulado. En cambio, la luz del dÃa suele ser despiadada. No hay dónde refugiarse de esa claridad que comienza por la cara cuando uno se mira al espejo desnudando cada rasgo hasta tener la sensación de que verdaderamente se podrÃa llegar al alma. Desde que habÃa estudiado medicina, ésa era mi manera de representarme una endoscopia: una luz muy fuerte, como un rayo de una coloración penetrante, de ésos que uno veÃa en las estampitas, buceando en la profundidad de los órganos hasta encontrar el corazón.
Esos dos hombres habÃan cambiado mi vida. ¿Era asÃ? ¿O era una serie de acontecimientos que se habÃan acumulado uno tras otro con una lógica implacable? La muerte de Firpo habÃa sido decisiva, me habÃa dejado sin opciones. Después, ¿cómo hacer para retroceder? No tenÃa valor para quitarme la vida. SÃ, habÃa pensado en escapar. Pero, ¿quién puede escapar de los acontecimientos que lo envuelven? Pensar eso me tranquilizó: yo era una hoja en la tormenta, una hoja arrastrada por el viento.
* Fragmento de Villa (Edhasa).
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