¡Moriré pronto! Si muero antes de terminar lo que estoy escribiendo, nadie se acordará de mÃ, ni siquiera la persona que más quise en el mundo. ¿Existe esta persona? Creo que existe. No me abandonará jamás y me seguirá como una sombra divina que yo buscaré a mi lado, porque todo lo que uno busca aparece de pronto del modo más inesperado. Creo que el amor es compartido, que nunca nos abandona y que la gratitud existirá mientras existan los hombres. La vida nos enseña a ser agradecidos, de un modo o de otro. En la más grande ingratitud está escondida la gratitud.
No creo que la horrible apariencia de los hombres, en los más malos, en los más injustos. Hay momentos en que una luz perfecta los ilumina y prefieren morir a los pies de la inocencia o de la inteligencia. Cualquiera de las dos nos salva, aunque nadie lo crea. En el aguar de mar he bebido la belleza del universo. Todos los animales acudieron a mi lado. No me dejaron sola, salvo para compartir la reunión perfecta de las plantas cuando los últimos efluvios del amor urdieron sus conciertos tan difÃciles de entender. Los grillos fueron los primeros en llegar, cantaban con tanta insistencia que pensé que rompÃan los tÃmpanos. Pero en el fondo del mar no hay grillos ni luciérnagas. ¿Por qué se producÃan esos milagros? Algo me aplaudÃa en el mundo para producir milagros. No lo comprendo. Sólo comprendo y cumplo en la paz que me deja. Apenas siento el latido de mi corazón. ¿Tendré realmente un corazón? ¿O en el agua de mar se habrá perdido? ¿Es mi corazón algo invisible que nadie palpará ni será el testigo de mi muerte? ¿Quién contestará a mi pregunta? ¿Quién que tenga voz y sabidurÃa responderá? Mejor es llorar cuando uno está triste. Pero el agua de mar es salada como nuestras lágrimas; mejor serÃa no llorar. Basta que el mar agite en olas sus lágrimas y nos lleve de un lugar a otro del mundo.
* Fragmento de La promesa (Lumen).
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