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Sábado, 24 de diciembre de 2011
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La eternidad de los clásicos

En el asalto a los clásicos antiguos y contemporáneos cayó Hamlet, de William Shakespeare, que tuvo varias adaptaciones, entre otras la dirigida por Juan Carlos Gené, en el Teatro San Martín. En un ciclo del Centro Cultural Rojas, los clásicos fueron vistos con ojos nuevos. Emilio García Wehbi estrenó Hécuba o el gineceo canino (sobre Hécuba, de Eurípides); Beatriz Catani, Si es amor de verdad, me dirás cuánto entonces (versión de Antonio y Cleopatra, de Shakespeare), y Alfredo Ramos, Curepí (basada en Salomé, de Oscar Wilde). En otros espacios, el autor, director y docente Raúl Serrano produjo El viaje de Don Juan, inspirada en el Don Juan, de Molière. También de Molière se ofreció El burgués gentilhombre, en versión de Willy Landin, con protagónicos de Enrique Pinti y Lucrecia Capello. Otras versiones fueron Los hijos se han dormido, de Daniel Veronese, sobre La gaviota, de Anton Chejov; Mateo, de Armando Discépolo, donde el director Guillermo Cacace destacó la figura del desesperado; y La importancia de llamarse Ernesto, en versión y puesta de Hugo Alvarez. Calderón, de Pier Paolo Pasolini, fue otro destacado espectáculo de la directora, actriz y titiritera Adelaida Mangani, quien combinó actores y marionetas y señaló al fascismo como una práctica de individuos en el poder y de marginados sobre otros marginados. Pasados sesenta años de su estreno se dio a conocer Antígona Vélez, de Leopoldo Marechal, inspirada en Antígona, de Sófocles, y dirigida por Pompeyo Audivert. En otro registro, la actriz China Zorrilla sostuvo su participación en Las d’enfrente, pieza costumbrista de Federico Mertens, en adaptación de Santiago Doria. Entre los no clásicos, pero destacados por uno u otro rubro, se estrenó Más liviano que el aire, con actuación de Betiana Blum; y una pieza del británico Martin Crimp, En el campo, dirigida por Christian Drut, una vuelta de tuerca al thriller psicológico y a las complejidades del triángulo amoroso. Sobre la evocación del pasado y de la culpa se ocupó con humor e ironía Susana Torres Molina en Estática. Oratorio para cuatro cuerpos, y del renacimiento de Ceremonia secreta, de Marco Denevi, el director Oscar Barney Finn. Una rareza fue la puesta de El cielo de otros lugares, sobre la base de textos del escritor uruguayo Felisberto Hernández, protagonizada por Daniel Zaballa y dirigida por Lorenzo Quinteros. Y una más, Yo conocí el paraíso terrenal, adaptación del actor y director Lautaro Murúa sobre un cuento del cubano Alejo Carpentier, actuada magistralmente por Miguel Padilla y dirigida por Roberto Aguirre.

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