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El movimiento la acompaña siempre. A los cinco años, Leticia Mazur ya hacía expresión corporal, después se volcó a la gimnasia deportiva y a los bailes tradicionales israelíes. Se formó en la escuela de danza-teatro Armar, de Silvia Pritz; aprobó el ingreso al Taller de Danza Contemporánea del Teatro San Martín pero prefirió seguir formándose fuera de un marco institucional, eligiendo los maestros y los climas de trabajo. Obtuvo una beca y estudió un año en Bélgica en la prestigiosa Performing Arts Research and Training Studios, bajo la dirección de Anne Teresa Dekeersmaeker. Protagonizó varias perlas de la danza contemporánea local como Secreto y Malibú, dirigida por Diana Szeinblum; Guarania mía y Random, ambas dirigidas por Carlos Casella; y Ouroboro, de Luis Garay; además de crear dos obras propias como Ilusión y Madame, que dan cuenta de la riqueza, la originalidad y el rigor de su mundo interno. En paralelo a su formación como bailarina y coreógrafa, estudió teatro. Trabajó en Squash, de Edgardo Cozarinsky; Biónica, de Willyam Prociuk; Los Talentos, de Agustín Mendilaharzu y Walter Jacob; y Automáticos, de Javier Daulte. Actualmente es una de las tres brujas del Macbeth que acaba de estrenarse en el San Martín, también con dirección de Daulte; y ensaya un trabajo que dirigirá Lorena Vega con estreno previsto para el 2013. Y todo ello sin descuidar la docencia: da clases de técnica e improvisación.

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