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Miércoles, 26 de junio de 2013
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Chávez, ante una suerte de revancha en su carrera

Suerte de tesis del trabajo actoral

Egresado del Conservatorio Nacional y con una extensa trayectoria teatral como actor, director y docente, Chávez alcanzó popularidad a partir de sus trabajos televisivos de la mano de Pol-ka, en ciclos como Epitafios, Tratame bien o El puntero. Aunque Farsantes será su primera incursión protagonizando una tira diaria, el actor tiene un antecedente en el género: cuando tenía 18 años, formó parte de la tira Ser un hombre, pero apenas duró diez capítulos. “Era muy verde y estuve bien echado”, dice. “Era un momento en el que todavía no podía ni siquiera aplicar ninguno de los teóricos que estaba adquiriendo en el Conservatorio, a la vez que era muy aguerrido porque no estaba dispuesto a ser aleccionado por el funcionamiento de una tira. O sea: no podía resolver los problemas por mí mismo, pero tampoco quería aprender esa manera de trabajar. Me echaron en el capítulo diez. Y les doy la razón”, recuerda el actor. Pese a lo que puede suponerse, en aquel momento se juramentó alguna vez volver a intentar trabajar en ese formato. “Jamás he despotricado contra la tira –señala—. En ese momento me prometí volver a intentarlo una vez que sintiese que mi soldado estaba dispuesto a encarar la batalla con mejor prestación de servicio. Y ahora, cuando Adrián (Suar) me preguntó si estaba dispuesto a cambiar el formato del unitario al de la tira, inmediatamente le dije que sí. Por lo tanto, para mí, lejos de estar haciendo un formato del que reniego, estoy haciendo una suerte de tesis de mi trabajo actoral.”

–Es muy interesante esto que dice, porque por lo general los actores formados en el Conservatorio y con una gran trayectoria teatral no reivindican la ficción diaria.

–No hay ningún género que considere, por sí mismo, carente de la posibilidad de un hecho vivo. Ningún género. Desde el circo hasta una obra de Shakespeare, hasta el San Martín, el teatro El Vitral, un programa de TV o una publicidad. Cuando veo a Paola Barrientos y al otro actor recrear situaciones en una publicidad de un banco, me digo ¡qué delicia de actores! Y es una publicidad. No le hago asco a ningún espacio. Ningún espacio se puede arrogar el derecho a suponer que transforma el trabajo actoral en sí mismo en algo bueno o en algo malo. Me apoyo en ese principio, de la misma manera que ningún actor en sí mismo puede asegurar una obra buena o mala.

–Alguna vez Jorge Guinzburg le dijo a este diario que lo importante no era el qué sino el cómo.

–Esa mirada nos permite tener, como actores, cierta autonomía. No creo que los espacios de expresión sean determinantes. De cualquier forma, es algo personal. Todo el mundo tiene el derecho de determinar cuál es el espacio que le gusta más. No estoy diciendo que todos los actores deben inaugurar experiencias en todos los espacios. Lo que digo es que cualquier actor puede inaugurar en cualquier lugar y en cualquier momento una posibilidad de trabajo serio. Por eso encaro la tira como una suerte de doctorado. Me son un gusto el riesgo y la aventura. Y siento que estoy aprendiendo, que estoy haciendo una prestación de servicio como lo siento. Es cierto que el formato modifica. Porque también me he dispuesto a no luchar contra el formato. No estoy ahí para transformar una dinámica de producción necesaria; estoy ahí para ver si puedo establecer un matrimonio entre mi trabajo y el sistema. Y hoy por hoy el matrimonio está funcionando. Claro que mañana me puedo levantar y preguntarme qué pasó.

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