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Mariana Carrizo nació en San Carlos, un pueblo de los Valles Calchaquíes cercano a Cafayate. Una zona en la que, dice Carrizo, “la copla anda suelta por los cerros, es de todos y es de nadie”. Además de tomar el trabajo de recopiladores como Leda Valladares y Juan Alfonso Carrizo, desde chica Mariana se dedicó a recorrer los pueblitos y parajes de los Valles en busca de la sustancia de su canto, en contra de la voluntad de un padre que hubiese deseado que su hija fuera monja. Durante años trabajó en el Tren de las Nubes, repartiendo sus coplas entre los turistas de todo el mundo. En 2004 obtuvo el Premio Consagración en el Festival de Cosquín y tuvo el reconocimiento de artistas como el Chaqueño Palavecino, que grabó un contrapunto con ella en uno de sus discos, y León Gieco, que la invitó a su espectáculo Planeta de mujeres. Su canto toma una tradición popular ancestral y la actualiza con cuidado vocal, en una selección temática que balancea lo tierno y amoroso con lo picaresco. Con esos elementos, más su espontánea picardía, Mariana Carrizo crea su mundo.
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