Página/12 :: espectaculos :: Yendo de la cama al living

El hogar se resignifica como el espacio de aventuras máximas: todo puede pasar en el tres ambientes pero ya no en referencia a los alcances ilimitados el mundo interior, como en el Yendo de la cama al living de Charly, sino apenas como fundación del territorio seguro de la protección a cuatro llaves, el redescubrimiento del nido. Pero para que eso ocurra hay que resignificar: ingresa el gótico, la punk, el gay y la sexóloga para hacer de esa cocina un cuarto propio que no refiere a la escritura sino a la TV encendida. Esa gente, como un catálogo de representantes de tribus clásicas, algo estereotipadas, desconectadas entre sí, condensa en “Utilísima” la tendencia a la estetización de las labores. ¿Qué ocurre?

–A pesar de los cambios, nadie se animó a besarse en la pantalla de Utilísima...

María Ibáñez: Hay una cantidad de besitos que se dan en cualquier lado, que es como una moda y está fuera de contexto. En una reunión en la embajada de Francia, el otro día, se estaban dando besitos en cámara. A mí como chiste no me interesa.

–¿Creen en un cambio real de la espectadora Utilísima?

Diego Touceda: Mi mamá es el modelo de espectadora tradicional, un ama de casa clásica. Antes, de por sí, veía culebrones, y no salía mucho de eso. Las mujeres le perdieron el miedo a lo desconocido, porque todos conocen el ambiente. Ahora habla con sus amigas sobre relaciones que tienen con hombres. La sociedad está cambiando muchísimo. Me sorprende que pueda tener esa respuesta el proyecto de Amigos in house, y lo veo reflejado en mi familia.

–¿Reacciones que les llegan del público?

Florencia Dagostino: Sobre todo, Cosmo urbano gusta a los adolescentes. Los de Capital se ríen porque lo tienen todo cerca, y van y se lo compran. Estoy mucho en la calle, voy a la Bond Street; el que atendía quería darme ropa para que me llevase. Pero el punk mira poco al otro, no tiene careteada en ese sentido.