En sus dos vertientes principales (de actores y de tÃteres), el teatro infantil argentino, como los niños, crece y se fortalece con el paso de los años. Gracias al trabajo riguroso y consecuente de innumerables artistas, el fin de siglo lo encuentra en un momento de consolidación y calidad estética inéditas en la historia de la escena nacional. La diversidad de poéticas y tendencias; la multiplicación de los teatristas interesados por la práctica y la reflexión del teatro para chicos y adolescentes; la integración al área infantil de coreógrafos, músicos, vestuaristas y directores del campo teatral para adultos, asà como un aumento notable de la producción de espectáculos, son algunos de los sÃntomas de dicha consolidación. La gran conquista del teatro para niños fue haberse liberado de las estrecheces y simplificaciones de la pedagogÃa y haberse puesto definitivamente al servicio de los códigos de la pura teatralidad, del arte como un fin en sà mismo. Las vacaciones de invierno dejaron una agradable sensación en los pequeños espectadores. Recuerdos, sin escalas, del grupo La Pipetuá, que fue el estreno más destacable. Quienes no tuvieron oportunidad de ir al teatro pueden aprovechar el DÃa del Niño para ver aquellas propuestas imperdibles que siguen en cartel: Derechos torcidos, de Hugo Midón (Paseo La Plaza); A todo vapor, dirigido por Teresa Duggan (Centro Cultural San MartÃn); Paso a paso, de Carlos Almeida (Teatro de la Ribera); La flauta mágica, de Gabriela Marges (Teatro Cervantes); Los Cazurros. Diversión (Premier); Pulgarcita (Centro Cultural de la Cooperación); El paÃs de las brujas, de Cristina Banegas (El Cubo) y Cyrano de Bergerac, de Germán Bermant (Casona del Teatro). ¡Arriba el telón!
* Lic. en Letras, investigadora, editora y compiladora de teatro infantil.
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