Página/12 :: espectaculos :: El hombre del simposio

Promediando 1958, Alberto Rodríguez Muñoz, entonces rector de la Universidad de Tucumán, convocó a un simposio de directores, donde el tema era Bertolt Brecht, y previno a sus colegas: “Ahora va a llegar un señor... Oscar Fessler... un poco enigmático, serio, que viene de la guerra... Les pido que tengan paciencia”. Entre los invitados se hallaban Juan Carlos Gené, Oscar Ferrigno, el chileno Pedro Hortus y José María Paolantonio. Comenzado el simposio, ese hombre serio y de porte humilde escuchaba. Cuando le tocó exponer dijo lo contrario a lo que se había dicho. No hubo enojos, sino aprendizaje.

Esta y otras anécdotas fueron rescatadas por el cineasta y director teatral Ernesto Torchia en su largometraje Schiku (así llamaban familiarmente a Fessler), exhibido semanas atrás en el Malba. Este actor y director que nació en Alemania y llegó a la Argentina escapando de los nazis fundó aquí el Instituto de Teatro de la Universidad de Buenos Aires y la Escuela de Teatro de Santa Fe. Fue también uno de los exiliados de la última dictadura militar. “La obra de Brecht no refleja problemas inmortales ni aspectos eternos”, escribió Fessler poco después para el periódico El Litoral, de Santa Fe. “Los problemas mortales y los aspectos no eternos le parecían los más dignos de señalar. Un pequeño hecho de nuestra vida cotidiana visto por él se revela como un hecho importante y universal.” Fessler tomó entonces a manera de ejemplo una escena de El alma buena de Se Chuan: “En esa villa miseria china hay un cuadro en el cual el aguatero recibe un golpe de un peluquero por haber querido vender agua de la peluquería. El golpe le rompe una mano. Varias personas asisten al incidente, pero nadie quiere servir de testigo, meterse en líos. El incidente, la cobardía de los asistentes, es un hecho común. Pero Brecht nos muestra que este hecho común es extraordinario, un hecho de importancia universal, un hecho histórico, tan histórico como, por ejemplo, una conferencia de la ONU –quizá más–, porque es un hecho que refleja realmente nuestra época”.