Página/12 :: espectaculos :: El momento justo

En 2012, la diputada y presidenta del Bloque del Frente para la Victoria de la Legislatura porteña, Gabriela Alegre, propuso realizar un reconocimiento a los grupos de teatro de la ciudad que cumplían una década de trabajo. En ese marco, los once grupos que integran la Red de Teatro Comunitario de la Ciudad –Grupo de Teatro Catalinas Sur, de La Boca; Circuito Cultural Barracas; 3,80 y Crece, de La Boca; Res o no Res, de Mataderos; Los Pompapetriyasos, de Parque Patricios; Boedo Antiguo; Alma Mate, de Flores; El Epico de Floresta; Grupo de Teatro comunitario de Pompeya; Matemurga, de Villa Crespo y Los Villurqueros, de Villa Urquiza– acercaron a la diputada una propuesta que daba cuenta de las dificultades que existían para sostener la práctica. Luego de dos años de reuniones y debate conjunto, las ideas se materializaron y dieron lugar a una ley que obtuvo la aprobación de todos los bloques políticos. Con la nueva normativa, que aún espera ser reglamentada, el teatro comunitario contará ahora con un presupuesto específico dentro del Instituto Proteatro. “Que el Estado reconozca al teatro comunitario y que garantice su continuidad va a ayudar para que la actividad pueda desarrollarse de forma permanente y no dependa sólo de iniciativas individuales”, asegura Alegre, quien trabajó especialmente sobre este proyecto. La funcionaria sostiene que la ley es un paso importante porque valoriza “una experiencia que le da identidad a nuestra ciudad, nacida desde los barrios, y que despierta en los vecinos y vecinas valores muy positivos, como la solidaridad, la expresión artística y la cultura como medio de sociabilización y de contacto con el otro”. “El teatro de vecinos para vecinos tiene que ver con una manera de hacer que es destacable. Si hubiera muchas iniciativas como éstas, nuestra vida en sociedad sería más rica y con menos conflicto”, agrega. Consultada acerca de por qué la Ciudad tardó 31 años en reconocer esta práctica, la diputada siente que la ley llegó oportunamente en un momento justo. “El tiempo que tardó en ser reconocida es el tiempo en que se consolidó la actividad. Este es un fenómeno que se multiplicó luego de 2001, cuando hubo una necesidad de salir de la crisis comunitariamente, y se generaron las asambleas barriales.” Si son las necesidades las que promueven los cambios, y si en todas ellas subyace un derecho, esta ley es una muestra de ello.