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La escritora y crítica literaria Elsa Drucaroff expresó su apoyo al autor de El Aleph engordado en su cuenta de Facebook. “Pablo Katchadjian tomó ‘El Aleph’ de Borges y lo ‘intervino’, lo ‘engordó’, avisó que lo hacía, jugó con ese cuento, le rindió homenaje. Puede gustar más o menos el resultado literario de lo que hizo pero de ningún modo es un plagio porque plagiar es ocultar, ser subrepticio, usar el texto de otro para solucionar incapacidades propias. Katchadjian no plagió a Borges como Borges no plagió a Hernández cuando le hizo un final al Martín Fierro. Katchadjian usó a Borges porque Borges es patrimonio de la humanidad. Si hubiera tomado por ejemplo un texto de Fina Warschaver, o de un escritor muy poco conocido, hubiera contado (como de hecho hizo) con qué obra está trabajando y cómo ‘la interviene’, sería saludado por los herederos del/la escritora desconocida porque hacer eso es difundir una obra valiosa y oculta, es generar interés y homenajearla. Pero lo hizo con Borges y alrededor de Borges se mueven cientos de miles de dólares, o más. Entonces se le tiran encima.”

“El capitalismo salvaje llegó a la creación literaria y dinamita cualquier frontera del sentido común. Yo no acepto el plagio ni tengo las posiciones relativistas, cínicas y patéticas de la posmodernidad cool donde cualquier cosa se puede, pero esto no es plagio. No permitamos que se siente este precedente. Apoyo a Pablo Katchadjian, la Cámara de Casación le está exigiendo a él y a la pequeña editorial que le publicó ¡¡200 ejemplares!! un monto de dinero absurdo.

Se lo exige por algo muy simple: Borges es un gran negocio y hay abogados poderosos que se tiran encima de cualquiera que le pone las manos encima, y una viuda que se tomó mucho trabajo para vivir de ser viuda y no tiene límites en su pretensión.”