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Martes, 20 de septiembre de 2005
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Textual

El esp铆ritu de los tiempos se expresa por medio de la precipitaci贸n y de la velocidad. Pero es una velocidad que, a fin de cuentas, debido precisamente a su aceleraci贸n, presenta una cierta forma de inmovilidad. Lo importante en la intensidad del momento es ir en pos del placer por 茅l mismo. La b煤squeda de placer que se agota en el acto, que ya no se proyecta en el porvenir. Al mismo tiempo, esta atenci贸n centrada en los 鈥渂uenos momentos鈥, a pesar de que no est谩 orientada a la realizaci贸n de una meta, acent煤a, parad贸jicamente, la idea misma del encaminamiento, entendido como una sucesi贸n de instantes intensos. Conjunci贸n contradictoria y, desde este punto de vista, bastante posmoderna, entre el cuerpo y la mente, el alma y la forma, el hedonismo y la exigencia intelectual.
Recordemos el aforismo del m铆stico Angelo Silesio: 鈥淟a rosa no tiene por qu茅鈥. Se basta a s铆 misma. Su intensidad es causa y efecto de su precariedad. Su fragancia y su belleza cuentan porque ponen de relieve la fuerza de un instante eterno. Hay 茅pocas en que este goce del presente adquiere una importancia insospechada. Son precisamente aqu茅llas en las que el nomadismo prevalece. Su ritmo constituido por brevedades, cadencias aceleradas e intensidades no permite el apego. O mejor dicho, no plantea su necesidad, pues la eternidad se vive en el presente.

* Fragmento de El nomadismo, vagabundeos inici谩ticos (Fondo de Cultura Econ贸mica).

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